Principios y estrategia de la guerra que viene

A decir verdad, ha estallado la guerra. La guerra ha sido “estallada”. Esa guerra, la más importante ahora, es la confrontación de dos civilizaciones: la civilización de la Tierra, representada por Rusia, y la civilización del Mar, representada por los EEUU. Se trata de un enfrentamiento entre un sistema basado en el comercio y una civilización heroica, entre Cartago y Roma, Atenas y Esparta. No obstante, en ciertos momentos se llega a una etapa “caliente”. Estamos en este momento de nuevo. Es decir, estamos al borde de la guerra. Sin embargo, en cualquier momento esta guerra puede convertirse en una importante y, tal vez, en la única batalla de nuestras vidas. Como los principales actores – Estados Unidos y Rusia – son potencias nucleares, la guerra involucra a todas las naciones de la Tierra. Tiene todas las papeletas para convertirse en el fin de la humanidad. Por supuesto, esto no está garantizado, pero no puede excluirse tal giro en la trama.

El plan espiritual de la gran confrontación se conceptualiza en términos concretos y contextos específicos. Ahí, el equilibrio de poder es siempre a favor de la Luz, a pesar de la posición de los fieles. Sin embargo, a nivel estratégico, puede parecer un poco diferente. Los roles en esta guerra no son simétricos. Rusia se encuentra en una posición más débil, pero trata de volver a su posición de actor global. Sólo busca restaurar su potencial poder regional para poder ejercer su influencia libremente en las áreas cercanas a sus fronteras. Sin embargo, esto es inaceptable para los Estados Unidos que, a pesar de todo, siguen siendo la hegemonía mundial y se niegan a perder la unipolaridad por voluntad propia.

Si tenemos en cuenta el fondo espiritual de la guerra, quedará claro que la oscuridad no permite la presencia de la luz en ninguna proporción, se aplacará sólo cuando sea capaz de vencer a la luz en todas partes, no sólo a nivel mundial, sino también a nivel local, ya que después de todo un haz de luz es suficiente para dejar a la oscuridad en las tinieblas, pero sin la luz puede pretender ser cualquier cosa. Por lo tanto, hay una conclusión importante: las ambiciones globales del moderno Occidente tecnocrático materialista, la globalización en sí, no es una contingencia, sino la esencia de la fuerza con la cual tratamos. Es ingenuo suponer que se puede negociar con el diablo, o engañarlo. Sólo se puede ganar. Esta es la ley de la guerra espiritual. Hoy, él ataca y nosotros retrocedemos. Por lo tanto, la guerra es casi en territorio ruso, en el ámbito de sus intereses nacionales directos. Al mismo tiempo, Rusia trata de ir más allá de sus fronteras; la guerra es defensiva. Actualmente, tiene sólo objetivos regionales. Sin embargo, la potencia nuclear mundial le impide alcanzarlos. Esto complica la situación y eleva el conflicto a un nivel global. En cualquier caso, Rusia es atacada, y se defiende. Esto es importante.

Pasemos ahora a los frentes de la guerra.

Primer frente: Siria

Desde el inicio del conflicto sirio, Moscú ha apoyado a Bashar Assad, quien jugó en contra de los intereses de Washington, Europa Occidental y los apoderados estadounidenses en Oriente Medio: Arabia Saudita, Qatar y Turquía. Cada uno de estos países, sin embargo, persigue sus propios intereses. La herramienta para derrocar a Assad fueron grupos islámicos radicales: ISIS, Al-Qaeda (Frente al-Nusra), etc. Sin embargo, Rusia pasó a participar plenamente en las operaciones militares sólo en 2015, cuando un Assad agotado pidió apoyo militar abierto. En este caso, Moscú ha tenido aliados representados por el eje chií: Teherán, el Irak chiíta, y el Hezbollah libanés, cono los que no sólo coopera, sino que incluso lucha codo con codo. El mundo chiíta es estrictamente anti-estadounidense, pero al mismo tiempo, a nivel regional, se opone a los radicales suníes saudíes y qatarís, financiadores de los grupos extremistas salafistas.

En el primer frente, Rusia se enfrenta a los Estados Unidos y a los países de la OTAN, no directamente, sino indirectamente. Los propios países occidentales están en guerra con el ISIS, según dicen, pero en realidad apoyan firmemente a los grupos islámicos radicales para derrocar a Assad. Las mismas tácticas fueron utilizadas para derrocar a Gadafi en Libia.

Además, la presencia de yihadistas salafistas en Irak, así como de los talibanes en Afganistán, parece justificar la presencia permanente de tropas estadounidenses. Por lo tanto, el primer frente es un desafío vital para Rusia: combate indirectamente con los EEUU y la OTAN, y casi abiertamente con Turquía, Arabia Saudita y Qatar. Por lo tanto, la guerra en Siria no puede ser considerada como una operación antiterrorista ordinaria: además, los salafistas controlan ahora la mayor parte de Siria, y tienen un impresionante apoyo directo e indirecto. Pero Rusia es una potencia nuclear. Por lo tanto, su participación en la guerra de Siria cambió radicalmente la situación, pasando de un nivel local a uno global. Con su participación se ha puesto mucho en juego. Ahora no se trata sólo del problema de Assad, sus enemigos se ven obligados a luchar contra Rusia. Sin embargo, lo contrario también es cierto: Rusia desafía no sólo a la red extremista del ISIS y al-Nusra, sino la hegemonía estadounidense y al salafismo de Oriente Medio, con su base importante en las ricas monarquías de los petrodólares de la región del Golfo. Esto es importante: cómo entiende Moscú la gravedad de la situación en el primer frente, y hasta qué punto está dispuesto a entrar en un escenario que ya es el de una verdadera guerra, con una impresionante coalición en el lado opuesto. Después de todo, los EEUU y la OTAN están ahí, no importa lo que digan.

Segundo frente: Turquía

Involucrándose cada vez más en la guerra de Siria, Rusia se enfrenta, como es evidente, a Turquía, la cual esencialmente ha ocupado el norte de Siria, habitado por tribus turcomanas, y ha iniciado un conflicto militar con los kurdos sirios. Erdogan ha establecido una alianza con Qatar desde hace mucho tiempo, financiando grupos salafistas (como la “Hermandad Musulmana” en Egipto) y comenzando una lucha activa contra Assad. Por lo tanto, cuando los militares rusos en Siria comenzaron a bombardear las posiciones de los salafistas en el norte de Siria, Rusia entró en un conflicto directo con Ankara. El derribo del avión militar y el brutal asesinato de los pilotos rusos eran sólo un pretexto para aumentar la tensión. Cuando Rusia comenzó a actuar con decisión y a involucrarse en el conflicto, no había otro camino, la guerra con Turquía se convirtió en una posibilidad muy real. A esto le ha seguido la ruptura de las relaciones comerciales, la prohibición del turismo, y la expulsión de las empresas constructoras turcas, que en el ámbito económico ha supuesto un golpe más fuerte y más doloroso para Turquía, provocando la pérdida de miles de millones de dólares. Ankara amenaza constantemente con cerrar el Bósforo a las embarcaciones rusas, lo que supondría cortar la arteria vital para las tropas rusas en Latakia. Los turcos enviaron, en las últimas semanas, una parte significativa de sus tropas desde la frontera con Grecia a la frontera con Siria, y esto puede ser considerado como la preparación para una invasión militar. Todos estos hechos aumentan considerablemente el riesgo de una nueva guerra ruso-turca. ¿Qué probabilidad hay? Es más probable de lo que lo ha sido nunca durante el siglo XX y las primeras décadas del XXI. El segundo frente ya ha sido abierto. Cuándo estallará un conflicto abierto, nadie puede decirlo con seguridad. Teóricamente, podría ocurrir en cualquier momento. Una vez más, vale la pena recordar que Turquía es un estado miembro de la OTAN, y que coordina sus acciones en Siria con Washington. Esto significa que Rusia deberá enfrentarse de nuevo contra la coalición occidental (con los EEUU a la cabeza) actuando en el bando turco en una potencial nueva guerra, como lo fue en la guerra de Crimea. Así que de nuevo un conflicto regional, obviamente, tiene un impacto global. Esto es especialmente cierto ya que en Turquía hay una base militar nuclear de Estados Unidos. Sería difícil que una guerra abierta con Turquía no suponga el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Tercer frente: Ucrania

La reunificación de Crimea con Rusia no ha sido reconocida por nadie en el mundo. La DPR (República Popular de Donetsk) y la LPR (República Popular de Lugansk) son una herida sangrante en un estado no reconocido. La posición de Poroshenko en Kiev es bastante inestable, y un cambio real en la situación económica y social en Ucrania en general, incluso teóricamente, es imposible. Por lo tanto, en un cierto momento Kiev sólo tendrá una salida: una nueva ronda de escalada de la tensión en el este, e incluso una invasión de Crimea.

Si Ucrania estuviera en una situación de uno contra uno frente a Rusia, eso sería suicida para Kiev.

Sin embargo, debemos tener en cuenta a los EEUU y a la OTAN. Occidente estuvo detrás del golpe de Estado del invierno de 2014. Por otra parte, en algún momento es muy posible un ataque del ejército ucraniano sobre la posición consolidada por los militantes de la Nueva Rusia, e incluso sobre Crimea, más a causa de razones internas de Ucrania, y más aún en el contexto de la lógica de la confrontación global entre Rusia y Estados Unidos.

Vale la pena señalar que los tres frentes están situados cerca de las fronteras rusas, en el área que separa Eurasia y Rusia, el espacio continental del Heartland, de los territorios occidentales. Es el área donde se unen las civilizaciones de Oriente y de Occidente. Por lo general, las disputas sobre estos territorios comienzan guerras mundiales y conflictos mundiales. Los tres frentes están en antiguos territorios del Imperio Otomano. Rusia ganó Nueva Rusia y Crimea a los turcos, y Siria era parte del Imperio también. Anteriormente se trataba de zonas del mundo ortodoxo bizantino. Por lo tanto, los tres frentes tienen un enorme sentido histórico y civilizacional.

Ahora echemos un vistazo a los problemas internos de Rusia. Hay tres frentes también.

Cuarto frente: terrorismo salafista en Rusia

Las estructuras en red del Islam radical, ligadas a Arabia Saudita, Qatar y Turquía han sido desplegadas en Rusia durante mucho tiempo: tanto en el Cáucaso Norte como en las demás regiones. A medida que continúa la afluencia de población musulmana a las grandes ciudades rusas y a la capital, las redes se extienden por todas partes y se enredan por todo el espacio de Rusia. No se limitan a las zonas densamente pobladas por musulmanes, sino que expanden activamente su zona de influencia en otros entornos sociales. Utilizando una variedad de problemas domésticos,el Islam suní radical se está haciendo muy popular como una alternativa a la incoherente y aletargada agenda ideológica oficial de Moscú y de sus representantes en las regiones, puramente conformistas. Se crea así un caldo de cultivo para la preparación y formación de los grupos terroristas y de ramas directas del ISIS.

Si los servicios de seguridad hacen más o menos frente técnicamente a la tarea de disuasión contra estos grupos, brillan por su ausencia un plan estratégico y un programa más ideológico para combatir estos fenómenos, lo que con el tiempo puede hacer el Cuarto frente extremadamente importante. Este frente fue en realidad un punto caliente en la campaña de la Primera y la Segunda Guerra de Chechenia; los avances en la segunda sólo se lograron mediante el uso de una línea dura patriótica en la política interna.

Cualquier nuevo intento de debilitar el discurso nacional refuerza automáticamente las tendencias centrífugas y a los grupos extremistas. El Cuarto frente está abierto y está operativo, pero la magnitud de los problemas que esto causa no la sabemos. Para no sembrar el pánico entre la población, los servicios de seguridad ocultan a la gente común el número de ataques terroristas evitados y otras medidas preventivas, que, de hecho, son impresionantes incluso en la actualidad. Como los Estados Unidos y sus apoderados en Oriente Medio apoyan el Cuarto frente, podemos esperar un serio apoyo financiero y, lo más importante, apoyo logístico para una nueva escalada.

Quinto frente: la Quinta columna

Este frente es básicamente una red de fuerzas de la oposición cuyo núcleo está formado por los liberales pro-estadounidenses que sueñan con volver a la década de 1990, el período del saqueo abierto de Rusia y de la venta de todos sus activos a clientes extranjeros, así como el de la omnipotencia de las élites liberales, cuya carne de cañón son los nacionalistas radicales y los neonazis rusos que no están satisfechos con las autoridades rusas y su política pasiva respecto a la creciente migración, y la inarticulación o ausencia completa de una idea nacional.

Los liberales sólo no son suficientes para organizar protestas de peso a gran escala, por lo que los nacionalistas radicales rusos juegan el papel de apoyo masivo en esta coalición. Sin embargo, los liberales pro-estadounidenses son el principal centro para coordinar esfuerzos y tomar decisiones importantes, y son los responsables del contacto con Washington.

Los EEUU en sí mismos apoyan oficialmente el movimiento “democrático”, asignándole importantes sumas de su presupuesto. Sin embargo, la financiación de otras fuentes menos evidentes de la Quinta Columna de Rusia es mucho mayor de lo que muestran los datos hechos públicos. En la plaza Bolotnaya, en la primavera de 2012, la Quinta Columna demostró lo que puede hacer. En el caso de un agravamiento de las consecuencias de las sanciones y de posibles conflictos militares, la Quinta Columna puede llegar a ser un factor importante en el debilitamiento de Rusia. Se está preparando una puñalada por la espalda que puede ser decisiva si continúa la ineficiencia del sistema administrativo (y nada indica que vaya a ser más eficaz en el futuro cercano). Bajo ciertas circunstancias, segmentos de gente normal disgustada y desilusionada pueden unirse a la Quinta Columna, creando una seria amenaza.

Sexto frente: Los liberales pro-occidentales y los agentes de influencia gubernamentales

Este grupo fue denominado recientemente como la Sexta Columna. Se trata de los liberales y los pro-occidentales que estuvieron en el poder en la década del 2000, o que han permanecido allí desde la década de 1990, adoptando nuevos roles en el juego. En contraste con la Quinta Columna, los representantes de la Sexta Columna son formalmente leales a las autoridades, obedecen ciegamente y actúan con un espíritu de plena conformidad. Sin embargo, la Sexta Columna sigue la ideología occidental, viendo a los Estados Unidos y a la OTAN como la vanguardia de la humanidad progresista, con la economía siendo dirigida exclusivamente con métodos y enfoques liberales. A menudo, las fortunas y las familias de los más altos funcionarios rusos se encuentran en los países occidentales. En esta situación, la lealtad forzada y el patriotismo hipócrita ocultan el sabotaje constante de la soberanía nacional, la disuasión de la ideología estatal y de la aplicación de estrategias económicas, administrativas y de información, lo que lleva, finalmente, a la desmoralización de la sociedad, a un debilitamiento de la economía y, además, a la desideologización de la población. El Sexto frente supone un sabotaje sistemático, deliberado y muy hábil del resurgimiento de Rusia, la contención y la sustitución de verdaderas reformas patrióticas creando simulacros y falsificaciones con eficacia. La Sexta Columna no es diferente de la Quinta en su ideología, ya que también está orientada hacia Occidente, pero lo oculta, prefiriendo atacar al régimen desde dentro, no desde fuera. Por otra parte, al igual que la Quinta columna, la Sexta columna se controla desde un centro externo, desde Washington, aunque es un control más sutil y matizado que el de la Quinta Columna. El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) gestiona la coordinación del Sexto frente cuya estructura está representada casi oficialmente en los niveles más altos del gobierno ruso. En general, consiste en una gran parte del “gobierno liberal”, así como de un segmento significativo de otras instituciones gubernamentales.

Frentes de sincronización: la probable estrategia de Washington

Ahora vamos a ponernos en el lugar de los estrategas estadounidenses. La escalada en las relaciones entre Estados Unidos y la OTAN con Rusia es obvia. Moscú se comportó como una potencia regional soberana en los casos de Osetia del Sur y Abjasia en 2008, en Crimea y Nueva Rusia en 2014 y finalmente en Siria en 2015 y, si es necesario, utilizará la fuerza para insistir en sus intereses nacionales en ciertas áreas. Esto es incompatible con la continuación de la hegemonía estadounidense, que todavía es global. Moscú tendría que construir su política de acuerdo con Washington y la OTAN, y por supuesto estas acciones no apaciguarían la fuerza de las sanciones. Por lo tanto, a pesar de la cortesía superficial y de la retórica liberal, Rusia está fuera del control de Occidente. Esto es un hecho. Y Washington debe responder de alguna manera a eso. Si lo admite, sería igual a negar la hegemonía. Pero, en caso de empezar a desmoronarse, el imperio americano no quedará suspendido necesariamente en las fronteras que todavía controla hoy de manera firme. Animado por el éxito de los rusos, uno puede querer probar la fuerza de los estadounidenses. Por lo tanto, en la posición de los estrategas de Washington sería lógico activar los seis frentes. Sobre todo porque, en los seis casos, los Estados Unidos no van a actuar por sí mismos: incluso el peor resultado no causaría su colapso fatal, ya que están protegidos por una enorme Europa, la zona del norte de África, seguida por el Atlántico y el Océano Pacífico en el oeste (sobre todo desde que no hay ninguna actividad rusa en su lado este). Por otra parte, sería bastante razonable sincronizar los golpes a Rusia desde todos los lados: con los militantes en Siria; con el apoyo a Turquía; haciendo a Kiev iniciar una nueva oleada de lucha (e incluso atacar Crimea); dirigiendo las estructuras terroristas salafistas radicales domésticas rusas; respaldando a la Quinta columna (buscando la ocasión social apropiada); e imponiendo otras sanciones como ultimátum para alentar a la Sexta Columna a llevar a cabo el sabotaje de manera más activa y eficaz.

Al mismo tiempo, sería igualmente lógico mantener y tal vez fortalecer aún las sanciones, reducir los precios del petróleo unos pocos puntos por un lado y, al mismo tiempo, empezar a atacar a los dirigentes rusos con rollos conciliadores del tipo “Occidente te ayudará”, “los terroristas son un problema común” (común porque algunos están luchando contra él, y los demás lo apoyan) y “el principal problema es China” (rehúsen los rusos a sus armas nucleares, y nosotros los protegeremos, poniendo nuestros misiles nucleares en sus territorios), etc.

Sin embargo, una sencilla valoración analítica esconde algo muy serio. La Guerra. Una de verdad, con mares de sangre, fuego, tortura, sufrimiento y dolor. La guerra en la que vamos a estar involucrados. Y, puesto que los tres frentes están fuera de Rusia, es probable que la guerra en los territorios extranjeros esté acompañada de la guerra civil. No obstante, eso lo sabemos muy bien por la historia.

La estrategia ganadora: el enemigo interno

Supongamos que estimamos los riesgos de forma bastante objetiva y que nuestro análisis es correcto. ¿Qué debe hacer Rusia en una situación así? Con la imposición de la guerra, o al menos estando cerca de ello, debemos no sólo reaccionar circunstancialmente, sino también tener un plan sobre cómo librar la guerra y ganarla. Es bastante lógico tener el deseo de ganar ¿no? Ahora bien, es importante encontrar la manera de lograrlo, incluso si es sólo en la teoría.

Es evidente que sólo se puede librar una guerra con un enemigo externo de manera efectiva si la sociedad está lo bastante consolidada y movilizada internamente. Es conveniente estar mentalmente preparado para la guerra. Para ello, el pueblo debe entender quién es el enemigo y quién no y, lo más importante, por qué esto es así y no al contrario. No hay que demonizar al enemigo al comienzo de la guerra. La imagen del enemigo se debe formar de antemano y deliberadamente.

Por lo tanto, la primera tarea para obtener la victoria sería una verdadera campaña en toda regla para crear una imagen satánica, monstruosa, totalmente negativa de los Estados Unidos y de Occidente en general. Por lo tanto, Occidente es un lugar donde reside el diablo. Es el centro de los tentáculos capitalistas globales. Es la matriz de la putrefacta perversión cultural y una tenaza de falsedad y cinismo, de violencia e hipocresía. Rusia ya hace esto, pero dado que la Sexta columna es la responsable de la propaganda anti-occidental, la misma es una caricatura, o algo lamentable y no muy convincente. Este es ese sabotaje que describe la esencia del Sexto frente. Sus “soldados” no se niegan a cumplir las órdenes del gobierno, incluso piden más y más, pero su ejecución se ha convertido en una farsa, anulando y desacreditando sutilmente todas las empresas. La propaganda torpe y poco sincera produce a menudo un efecto opuesto. Por lo tanto, con la creación de las imágenes del enemigo norteamericano y sus satélites (contra los cuales vamos a tenemos que luchar realmente), sería lógico acusar a los que piensan exactamente de esa manera y castigarlos con la máxima claridad y contundencia ante las masas adormecidas. Mientras tanto, los agentes de influencia de Occidente son los encomendados de criticar a Occidente. Con resultados predecibles. Este enfoque es incompatible con una “estrategia para la victoria” y debe ser examinado de nuevo (si Rusia quiere tener al menos una oportunidad de ganar la guerra que viene).

Del primer punto nos movemos lógicamente al siguiente. Es importante desmantelar las estructuras de la Sexta Columna tan pronto como sea posible, eliminando a los liberales y a los pro-occidentales de todos los puestos clave. Junto a ello, el liberalismo en la economía tendrá que ser abolido, lo que permitirá:

· El establecimiento del control nacional sobre el Banco Central.

· El pivotar lejos del dólar en el comercio exterior a cualquier moneda de reserva diferente (como el Yuan).

· El logro de la soberanía financiera completa.

· La conducción de la movilización de la economía en tiempo de guerra.

Paralelamente, es necesario formar una Comisión Nacional de Medios de Comunicación que reconstruirá el trabajo de información conforme a los requisitos de la emergencia.

La eficiencia de la actividad puramente destructiva de la Quinta Columna está vinculada en gran medida con la eficiencia del sabotaje de la Sexta Columna. Los frentes Quinto y Sexto están inextricablemente conectados. Por lo tanto, la destrucción del poder de la Sexta Columna debilitará considerablemente a la Quinta Columna, cuyos líderes, en situaciones de emergencia, podrían ser o internados (por cierto, las medidas de arresto domiciliario ya están siendo administradas a algunos de ellos), o expulsados. Por supuesto, cualquier medio legal de difusión liberal o de propaganda nacionalista destructiva debería ser prohibido.

El Cuarto frente es un problema, ya que el Estado no tiene ningún política étnica y nacional. Por el momento, sólo existen la propia Sexta columna o burócratas cognitivamente inapropiados. Es por eso que los verdaderos desafíos que suponen la migración descontrolada y las tensiones étnicas y religiosas, son aceptados por la burocracia con lemas vacíos y sin sentido para la realidad rusa, acerca de la “sociedad civil” y la “tolerancia”. Sin un sistema coherente de estrategia étnica y nacional contra el extremismo islámico y el terrorismo, no se resolverán los problemas en Rusia. Algunas medidas de seguridad no son suficientes; se necesita eliminar o cambiar el entorno social de forma permanente. Las operaciones de fuerza contra el fundamentalismo terrorista deben correlacionarse con el modelo de política nacional y étnica, incluido el ideológico.

La estrategia ganadora: el enemigo externo

Ucrania – el Tercer frente – debería estar listo para las provocaciones armadas de Kiev y para repelerlas. Tarde o temprano, Rusia tendrá que resolver radicalmente el problema de Nueva Rusia, ya que confiar en el hecho de que Kiev caerá por sí solo o que abandonará su política pro-estadounidense y anti-rusa es algo irresponsable. Para proteger eficazmente Crimea y resolver el problema del Donbass todo el espacio de Nueva Rusia debe ser liberado, y si la guerra es inevitable Moscú tendrá sólo una tarea: ganar tan pronto como sea posible y lo más eficientemente posible. La creación de una zona amistosa rusa desde Odessa a Jarkov, ya sea creando estados independientes o incluyéndolos en la parte de las tierras rusas, es un objetivo que se podría considerar como una victoria. El destino del centro y del oeste de Ucrania no tiene gran valor.

En cuanto al Segundo frente turco, allí, además del desarrollo operativo militar que es tarea de la dirección militar y no puede ser discutido por los analistas, Rusia debería prestar atención a dos factores principales: la oposición política al régimen de Erdogan, que en las actuales circunstancias se ha convertido en un aliado natural, y el problema fundamental de Turquía: los kurdos. Ambos factores son cruciales para el éxito en el conflicto ruso-turco. Es sumamente importante llevar a cabo propaganda anti-turca en la sociedad rusa, haciendo hincapié constantemente en que los EEUU y sus partidarios (Erdogan) son responsables de la escalada de los conflictos en la región, y que Moscú no considera a los turcos como un enemigo histórico de Moscú. Por lo tanto, cualquier paralelismo con la guerra ruso-turca, incluso en los casos internos, solamente servirá para unir al turco con Erdogan y fortalecerá al enemigo. Por el contrario, el apoyo a los políticos turcos que no comparten los puntos de vista del neo-otomanismo de Erdogan podría ser decisivo. Al mismo tiempo, por supuesto, Rusia debería intensificar la cooperación con los kurdos, ya que son una fuerza formidable en Turquía.

Por último, el Primer frente: Siria. No por casualidad lo ponemos al final de la “estrategia ganadora”. La forma de confrontación más aguda es siempre la más práctica y la que está llena de detalles técnicos y militares. Sin embargo, siempre depende de las particularidades de la sociedad y de los éxitos locales, en el entorno exterior, a menudo mundial.

Hemos visto que Rusia tiene un importante aliado regional, el mundo chiíta, que está representado principalmente por Irán y por el Hezbollah libanés. Estos son los “hermanos de armas” de los rusos, y debería hacerse todo lo posible para profundizar esta alianza. Obviamente, no son sólo los rusos los que entienden su valor, sino incluso las fuerzas pro-estadounidenses en Rusia y en Irán, que tratarán de hacer todo lo posible para traer la división entre los aliados. Esto debería ser cortado de raíz, por lo menos en Rusia, y explicado detalladamente en las negociaciones con los chiítas.

A continuación, los rusos necesitan el apoyo político, preferiblemente militar y económico, de los países del planificado club multipolar, los BRICS. China desempeña un papel especial ahí, prefiriendo no situarse a la vanguardia de la oposición a los Estados Unidos, pero estando dispuesta a apoyar a Moscú, manteniéndose al margen. Muchas cosas en Siria dependen ahora de las relaciones entre Moscú-Pekín, y esto requiere de la máxima atención.

Rusia no tiene ninguna posibilidad de hacer de los países europeos sus aliados de pleno derecho en Siria, ya que la influencia de Estados Unidos sobre ellos es demasiado grande. Sin embargo, cualquier distanciamiento de Washington de las potencias europeas (sobre todo Francia, Alemania e Italia), junto a las diferencias en la OTAN, será muy útil para Moscú. Si continua en Europa el crecimiento de la ola de los partidos y movimientos de derecha conservadora, generalmente leales a Rusia, se fortalecerá significativamente la posición de ésta en Siria. La propaganda rusa en Europa en tiempos de guerra tiene una importancia especial.

Como en Siria, Rusia se enfrenta a fuerzas apoyadas abiertamente por Arabia Saudita y Qatar. Ya que Qatar está involucrado en el accidente de avión con turistas rusos sobre el Sinaí, Rusia debe prestar especial atención a la máxima desestabilización de estos regímenes. Bajo ciertas circunstancias, un ataque directo a Qatar y el apoyo militar a los houthis en Yemen así como a los chiíes en Bahrein, no pueden ser descartados. La invitación a las tropas rusas en Irak y en el Líbano por parte de sus gobiernos es estratégicamente fundamental; esto ayudará a librar una guerra a gran escala contra las principales bases de los terroristas del ISIS y romperá su conexión con la infraestructura de Turquía y los países del Golfo.

En general, Rusia ya está en guerra en el Medio Oriente, por lo que esto debería ser reconocido como un hecho consumado reactivando y utilizando con urgencia todo el arsenal de medios de que dispone, en primer lugar las redes de inteligencia orientadas a la promoción, mediante diferentes formas, de los intereses rusos en la región, en el campo de la información, la economía, la ideología, etc.

El último argumento en esta guerra implicará las armas nucleares rusas que, gracias a Dios, los reformadores liberales de los 90 no lograron destruir. Es de sentido común no utilizarlas nunca. Sin embargo, esto significa imponer severas restricciones al principal enemigo de Rusia, los Estados Unidos de América. Ante el temor de la destrucción total, los Estados Unidos tendrán que jugar contra Rusia acatando ciertas reglas.

Séptimo frente. Estadounidenses contra el Gobierno Federal

Además, en lo que respecta a los Estados Unidos es importante abrir el Séptimo frente. De hecho, en los EEUU hay muchas personas que están insatisfechas con la élite gobernante que profesa la ideología globalista haciendo entrar a los EEUU en guerras sangrientas o destruyendo la identidad cristiana tradicional europea. La nueva Norteamérica, donde no queda nada de los propios Estados Unidos y que sirve a los intereses de la oligarquía financiera mundial que no tiene ninguna cultura o identidad, destruye la antigua Norteamérica. Por lo tanto, el apoyo a los tradicionalistas norteamericanos y al conservadurismo de la identidad estadounidense es una tarea importante para Rusia. Su aliado en los EEUU es el pueblo estadounidense. Además, se han acumulado muchas contradicciones en el ámbito social, en las relaciones interétnicas. Una parte significativa de la sociedad estadounidense no acepta la degeneración moral. El gobierno federal utiliza cada ocasión conveniente para comenzar el proceso de abolición de la segunda enmienda de la Constitución que permite a los estadounidenses poseer y portar armas. El aumento creciente de la población latina, en su mayoría católica, lleva al público estadounidense a una nueva identidad que no es hostil a Rusia. Rusia debe participar activamente en la lucha por influir en la sociedad estadounidense, fortalecer la explicación de la posición espiritual de Rusia en la guerra, para demostrar que los rusos y los estadounidenses comparten un enemigo común: una élite satánica maníaca que ha usurpado el poder y conduce a toda la humanidad, incluyendo a los estadounidenses, hacia la catástrofe inevitable. Los frutos de la élite son evidentes: todo el Medio Oriente está ya cubierto de sangre; sin ser capaces ya de establecer ningún orden, en todas partes la elite globalista (el CFR, los neoconservadores, los representantes de la oligarquía financiera internacional de Wall Street) implanta sólo el caos, la devastación, la muerte y el dolor. La destrucción del cáncer de la humanidad es un asunto del mundo entero, incluyendo a los estadounidenses, que no sólo son sus instrumentos, sino también víctimas.

¿Dónde está la ciudad?

Está lejos de ser fácil ganar en este juego. Ya el nombre de dicho juego es el de Big War[Guerra grande]. Sin embargo, cuando llega la Great War [Gran Guerra], ésta sólo puede ser evitada mediante la esclavitud y el reconocimiento deliberado de ser el perdedor. La historia de Rusia no ha conocido tales momentos. Por mucho que pueda parecer difícil, de alguna manera los rusos le han hecho frente.

No estamos hablando sólo de la confrontación geopolítica, de la redistribución de las esferas de influencia o de asegurar los intereses nacionales. Se trata de algo mucho más profundo y más importante.

Todas las religiones tienen una parte que trata del fin de los tiempos y de la batalla final. Los cristianos, al igual que los judíos y los musulmanes, asocian los acontecimientos de este ciclo con la Big War. Por otra parte, invariablemente, las tres religiones describen el Oriente Medio y los territorios vecinos como el lugar de la Great War, como el campo del Armagedón. Para los musulmanes, Damasco, la Mezquita de los Omeyas, es considerado el lugar donde se celebrará la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, la guerra en Siria tiene un sentido francamente escatológico. Después de todo, Siria es parte de Tierra Santa, donde el Salvador pisó la tierra. Para los judíos, a la espera de la inminente llegada del Mashiach, la escalada de la violencia en sus fronteras, en áreas críticas para la existencia de Israel, tiene un significado escatológico. Los protestantes americanos, dispensacionalistas, ven la Última batalla como la invasión de Tierra Santa por parte del ejército norteño de Gog (entendido como Rusia). Por último, los monjes del Monte Athos y santos griegos como Cosmas de Aetolia [1] o San Paisios del Monte Athos, predijeron en repetidas ocasiones la liberación de las tropas rusas y el colapso de Constantinopla en Turquía. Así, San Arsenio de Capadocia, en Faras dijo a los fieles que iban a perder su tierra natal, pero que pronto la encontrarían de nuevo: “Foreign troops will come, Christ they will believe in, language they will not know… They will ask: Where is the City?“[2] Esto es entendido como una referencia al ejército ruso acercándose a Constantinopla. En una de las conversaciones San Paisios dijo:

– Know that Turkey will collapse. There will be war two and a half years. We shall be victorious because we — Orthodox.
– Gerontius, we tolerate damage in the war?
– Hey, at most, one or two of the island will take, but we will give, and Constantinople. You’ll see, you’ll see!” [3]

Recientemente, hace uno o dos años, todas estas predicciones habrían provocado solamente un encogimiento de hombros, ¡un cuento de hadas! Pero… hoy en día: la sangre está siendo derramada en el Medio Oriente; se llevan a cabo operaciones militares alrededor de Damasco; los rusos no están meramente presentes, sino que luchan en Tierra Santa; el conflicto con Turquía ha comenzado y no puede excluirse que esto conduzca a una verdadera guerra. Desde una perspectiva escatológica, es hora de volver a los Santos Lugares, Tierra Santa, Constantinopla y Kiev. La afirmación de que no estamos viviendo en los últimos tiempos parece ahora poco científica. Como dijo San Paisios: “You’ll see, you’ll see!”. Y veremos.

Por lo tanto, ¿dónde está la ciudad?

[1] Zoitakis A. Life and prophecies of Cosmas Aeolian, 2007

[2] Χριστόδουλος Αγιορείτης, ιερομοναχος. Σκέυος Εκλογής. Άγιον Όρος, 1996.

[3] Zoitakis A. Father Paisius told me…, 2003.

(Traducción Página Transversal).

https://4tpes.wordpress.com/2015/12/28/principios-y-estrategia-de-la-gue...

https://4tpes.wordpress.com/2016/01/04/principios-y-estrategia-de-la-gue...