LA PAX RUSSICA

La actual situación mundial es extremadamente favorable para Rusia. Sería un crimen no aprovecharla.
El mundo unipolar se está derrumbando frente a nuestros ojos y la hegemonía estadounidense se debilita rápidamente. Estados Unidos ya no puede ser considerado como el único líder del mundo y eso ha quedado muy claro para todos.
Trump había comenzado a aceptar la multipolaridad y en este sentido compartía muchas de las ideas de la derecha estadounidense tradicional (y no los presupuestos de los neoconservadores de orígenes trotskistas). No obstante, la llegada de Biden al poder y la promoción del “Great Reset” parecían ser un intento de los globalistas de relanzar la hegemonía occidental.
Sin embargo, las cosas resultaron ser muy distintas. Biden ha continuado en muchos aspectos las políticas de Trump y esto ha provocado el retroceso de las estructuras de poder estadounidense.
El hecho de que Biden no se atreviera a apoyar la guerra del Donbass en la primavera del 2021, negándole a sus marionetas ucranianas el soporte necesario para luchar contra Rusia (sin hablar de que fue incapaz de frenar la construcción del Nord Stream 2), y que posteriormente Estados Unidos abandonará Afganistán, además de estar preparando su retirada de Irak y Siria, nos rebela que el globalismo está en las últimas. Las élites liberales mundiales al parecer no cuentan con los recursos necesarios para una posible ofensiva. Incluso sin Trump, el globalismo sigue retrocediendo.
Biden ha decidido concentrar toda su hostilidad en China, uno de los dos nuevos polos de la multipolaridad, y ha decidido evitar una confrontación directa con Rusia, limitándose, por el contrario, a reforzar las sanciones vigentes y respaldar simbólicamente el periodismo de la quinta columna rusa. Por otro lado, Biden ha dado un golpe mortal a la OTAN (algo que Trump también iba a hacer, pero no tuvo tiempo de realizar) al fundar el bloque anglosajón AUKUS, consolidando con ello la presencia de Estados Unidos en el Pacífico y promoviendo la alianza anti-china del QUAD al hacer que tanto Japón como la India se incorporaran a ella. Esto quiere decir que estamos presenciando una reestructuración de la política mundial: los anglosajones y sus pocos aliados contra todos los demás bloques de poder.
Eso significa que Rusia tiene una oportunidad única de ampliar rápidamente su esfera de influencia. Moscú es, junto con Pekín, uno de los dos principales polos de la multipolaridad y esa es la razón por la que lucha contra los países anglosajones, especialmente Estados Unidos y Gran Bretaña. En la medida en que Rusia mantenga este rumbo, y al parecer Putin no va cambiar de estrategia al corto plazo, es muy probable que la influencia de Moscú no haga sino crecer en tanto que Occidente continuará debilitándose. Desde el momento en que Putin apostó por un mundo multipolar y decidido oponerse a la unipolaridad, Rusia tomó una decisión trascendental. Los resultados de esta decisión se han ido haciendo cada vez más evidentes.
Por lo tanto, Rusia debe tomar la ofensiva en lugar de simplemente defenderse. Rusia podrá reforzar su posición a nivel mundial ahora que Biden tiene toda su atención sobre China.
Primero, debemos seguir contrarrestando en todas partes y cuando podamos la influencia de los anglosajones y globalistas. En el momento en que ellos avancen en una dirección, nosotros deberemos avanzar en la dirección contraria y oponernos a ellos: debemos darle el golpe de gracia al dragón herido.
Rusia y los partidarios de la multipolaridad (China, Turquía, Irán, Pakistán, etc.) deben llenar el vacío que dejan tras de sí los estadounidenses. La lógica misma del “Gran Tablero Mundial” o la lucha entre atlantistas contra eurasiáticos lo exige. Si nosotros ganamos, significa que ellos pierden y viceversa. Ahora bien, los atlantistas están retrocediendo y los eurasiáticos deberían recuperar la iniciativa ofensiva junto con los territorios y las zonas que habían perdido. De lo contrario, serán otros quienes nos arrebaten la iniciativa. La multipolaridad será una realidad tarde o temprano, pero sería mejor para los rusos si somos sus principales promotores.
Además, es importante que apoyemos a los chinos en su lucha contra los anglosajones. China será un polo muy importante en el futuro y es una cuestión de principios. China ganará en esta confrontación y Rusia estará de parte del bando ganador. El globalismo será de ahora en adelante cuestión del pasado y quienes luchan contra él prevalecerán.
Por otra parte, es importante que Rusia vuelva a acercarse a un aliado tradicional: la India. Moscú debe desempeñar el papel de mediador entre Pekín y Nueva Delhi, con lo que aumentara su influencia internacional. Además, debemos acercarnos y mejorar nuestra relación con Pakistán. Los rusos debemos buscar la paz y el dialogo allí donde los anglosajones instigan la guerra. India es el eslabón más débil del QUAD y es allí donde debemos golpearlos impulsando las estructuras de integración eurasiáticas como la OCS.
Ha llegado el momento de lanzar una política de integración euroasiática. Europa se encuentra al Oeste de nosotros: la OTAN se está desplomando. Gran Bretaña ya ha abandonado la UE y eso quiere decir que es el momento perfecto para relanzar el proyecto de una Gran Europa desde Lisboa hasta Vladivostok (o, como solía decir Thiriart, desde Vladivostok hasta Dublín). Putin intento crear anteriormente un eje París-Berlín-Moscú, este fue un gran proyecto, pero terminó por ser frustrado por diversas razones. Sin embargo, quizás ha llegado el momento de revivirlo. Ahora que los anglosajones han abandonado Europa, quizás a llegado la hora de que este continente construya su propio ejército y sistema de seguridad que no esté dirigido en contra de Rusia, sino que este en consonancia con ella. Solo nos falta crear los instrumentos y estructuras adecuadas para lograrlo y es aquí donde entran en juego las alianzas de Moscú con los conservadores europeos. La “izquierda” occidental (los seguidores del “marxismo cultural”) cada vez se hacen más irrelevantes y han terminado por convertirse en peones de Soros y el globalismo. No son más que basura. Así que debemos apoyar a la derecha europea, pero también a los movimientos de izquierda que estén en contra de Soros y los globalistas. Todo aquel que luche contra Soros y el lobby LGBT+ es considerado un “derechista” o algo peor en Europa. No debemos asustarnos frente a la cultura de la cancelación: la política real se mide dependiendo de su eficacia.
Los países islámicos – particularmente Turquía, Irán y Pakistán, pero, en general, todo el mundo árabe – son partidarios de la multipolaridad. Las sociedades y la religión musulmana jamás estarán del lado de los globalistas y de la ideología LGBT+, por lo que verán en Rusia un contrapeso y con toda razón. No obstante, debemos trabajar activamente en este sentido.
Los musulmanes son nuestros aliados y junto con ellos podremos construir nuestro futuro. Apoyarlos reforzará la política exterior rusa.
Otro paso importante que es necesario dar es volver nuestros ojos hacia el espacio postsoviético o la “pequeña” Eurasia. Todos estos territorios hacen parte de una única civilización y de un imperio común, por lo que debemos volver a unificarlos. Mientras Occidente se encuentra cada vez más débil, lo primero que Moscú tiene que hacer es restablecer su control estratégico sobre todas estas zonas o de lo contrario se convertirán en un obstáculo.
En este sentido, es importante dialogar con los europeos (excluyendo, por supuesto, a los anglosajones), los turcos, los iraníes y los chinos. Es importante que lleguemos a acuerdos y establezcamos líneas rojas y zonas de influencia. En el momento en que lleguemos a un acuerdo con todos los partidarios de la multipolaridad, los rusos debemos actuar con decisión y rapidez. Hoy en día todos se han dado cuenta que el “liberalismo”, los “derechos humanos” y la “democracia” no son más que excusas que buscan imponer una hegemonía determinada. La fuerza siempre ha decidido el orden real de las cosas y eso ha sucedido en repetidas ocasiones como lo demostraron el mundo bipolar o unipolar, el sistema westfaliano o la política medieval. Los fuertes son los que establecen las leyes y las normas, mientras que los débiles no. Todo dialogo acaba cuando comienza la guera.
No necesitamos crear pretextos para impulsar esta política: el realista sabe que la voluntad, el poder, las oportunidades y los recursos son los que deben llevarnos a crear una Pax Russica (o, dicho de otro modo, una Pax Eurasiatica).
Y si fallamos, pues quizás debamos retirarnos del mundo. De todos modos, vale la pena intentar realizar nuestros proyectos. Será la vida misma quien nos imponga limites, por lo que no tenemos nada que temer todavía. Siempre serán juzgados los vencidos y no los vencedores.
Es obvio que Rusia está cada vez más presente en África, pero nuestro mayor rival allí no son los Estados Unidos, sino el colonialismo europeo. Los rusos tienen la ventaja de nunca haber hecho parte del colonialismo y es por eso que somos aliados estratégicos de los pueblos de África. Sin duda, esto impulsará el panafricanismo y hará de este continente otro polo del mundo multipolar. Rusia será su principal soporte y estará a la vanguardia de todo ello.
América Latina es igualmente importante. El antiimperialismo siempre ha sido una de las banderas de la izquierda en este continente y últimamente la derecha latinoamericana también ha tomado este rumbo. Rusia ya no es una potencia de izquierda, pero sigue siendo una fuerza antiimperialista, por lo que debemos apoyar a las fuerzas de América Latina que siguen este rumbo y facilitar la integración continental.
Por último, es importante tomar en cuenta el Sur de Asia, donde están surgiendo varias potencias como Malasia, Indonesia y los países de Indochina. Por supuesto, esta región es bastante distante y exótica, pero tendrá un peso importante en el futuro, por lo que debemos proponer proyectos alternativos opuestos al poder anglosajón.
En conclusión, el poder de las élites globalistas anglosajonas y sus proyectos hegemónicos, que no son otra cosa que nuevas versiones del imperialismo y el colonialismo ahora llamadas “globalización”, se encuentran en declive. Los anglosajones y la oligarquía mundial vinculada a ellos han gobernado durante siglos a la humanidad, pero se les está acabando el tiempo. Por lo que a Rusia se le abre todo un horizonte de posibilidades que va desde el Ártico hasta la Antártida.
Es necesario mirar al futuro y caminar hacia el con audacia para que de ese modo sea un futuro ruso.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera