La Edad Media existencial y el problema de la alienación en la óptica de la Cuarta Teoría Política

El problema de la alienación es central.

Para el desarrollo de la Cuarta Teoría Política, el tema clave es el problema de la alienación. La metafísica de la Modernidad en sí misma se basó originalmente en el deseo de superar la alienación, que a fines de la Edad Media comenzó a percibirse como algo insoportable, de ahí la rebelión del Renacimiento y la Reforma. El origen de ambas fue el rechazo del sistema feudal imperial medieval de organización de la sociedad y el dominio de los dogmas católicos. El espíritu medieval tardío fue percibido como un sinónimo de alienación, que encadenaba todas las energías creativas del hombre. No es casualidad que el eslogan del Renacimiento, y luego del Modernismo, fuera el humanismo, una apelación al hombre para ponerlo en el centro de atención. Esto también fue motivado por el protestantismo temprano, enraizado en el misticismo del Rin y el platonismo subjetivo de Wycliffe, donde prevalecían las mismas ideas básicas: núcleo interno del hombre es reprimida por estructuras que lo alienan: eclesiásticas, políticas, culturales, y él debe ser liberada de ellas. El Renacimiento, la Reforma y la Ilustración consideraron que esta era su tarea principal: la restauración de la dignidad interior del hombre, su liberación del yugo de las normas sociales.

Tres respuestas al desafío de la alienación.

En el ámbito político, este levantamiento contra la alienación (que se convirtió en sinónimo del "orden medieval") gradualmente tomó forma en tres ideologías políticas modernas: el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo. Por lo general, tomamos la ideología del siglo XX (el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán) como un ejemplo de la Tercera Teoría Política (nacionalismo). Esto es en parte cierto, pero se debe prestar atención al hecho de que el nacionalismo se formó mucho antes, aún más temprano, que el liberalismo. Esto sucedió en los albores de la Modernidad, cuando los Estados nacionales europeos se oponían al Imperio católico. Este nacionalismo temprano no fue, en el sentido completo, una teoría o una Tercera Vía en comparación con la Primera y Segunda Teoría Política (el liberalismo y el comunismo). Esto sucedió más tarde en el siglo XX, pero la formación ideológica completa del nacionalismo se convirtió en una reflexión crítica sobre los éxitos del liberalismo y el comunismo, que también se expresaron plenamente en el siglo XIX. Antes de esto, existía el nacionalismo, pero no era una ideología o teoría política de pleno derecho. Para nosotros esto es extremadamente importante a la luz de las siguientes consideraciones.

Ajustados a una versión temprana, pre-ideológica, del nacionalismo, podemos considerar las tres teorías políticas de la Modernidad como respuestas ideológicas al desafío del "orden medieval", que encarnaba la alienación.

El liberalismo: la dignidad del hombre interior.

El liberalismo fue una afirmación constante del derecho del individuo a la libertad de cualquier dogma prescriptivo: en religión, política, sociedad y más tarde (después de Adam Smith) en economía. Esto lo vemos en el protestantismo y en la lucha contra la sociedad estamentaria. En este sentido, el liberalismo en sus raíces se basó precisamente en la afirmación de la completa libertad del hombre de cualquier prescripción externa. Nada ni nadie, excepto el individuo misma, debería determinar su contenido. Esta es la esencia del liberalismo. Observemos en esta definición la expresión negativa "no debería", a la que volveremos un poco más tarde.

El "orden medieval" en sus dimensiones religiosas (católicas), estamentales (feudales) e imperiales (universalistas) completamente prescribía su contenido al individuo, lo hacía parte de una estructura jerárquica mecánica externa en la que simplemente no había lugar para una dimensión interna. El hombre era parte de un mecanismo: eclesiástico, político y social, más allá del cual no tenía ni podía tener ninguna identidad. Por supuesto, el misticismo cristiano, las sectas, los conflictos dinásticos o incluso los levantamientos populares abrieron la posibilidad de cierta protección de la subjetividad personal, pero esto estaba en la periferia de la sociedad y se consideraba una anomalía. El "orden medieval" en su conjunto negaba cualquier interioridad, excepto la establecida normativamente. Esta fue precisamente la alienación.

La respuesta a esto en la época moderna fue el liberalismo.

El liberalismo, basado en el Renacimiento, la Reforma y la lucha contra el Imperio, gradualmente tomó la forma de una ideología política, canonizando la dignidad interna del hombre y oponiéndose constantemente a todas las prescripciones dogmáticas normativas externas. Aquí, se pensaba que el hombre era esencialmente libre, y este principio sentó las bases de la enseñanza política. Entonces el "no debería" a partir de una observación ética o mística se convertirá en un dogma político, refutando fundamentalmente la esencia misma: la libertad se convirtió en una obligación y un deber. Es decir, algo opuesto a la libertad.

El socialismo: el derrocamiento de la injusticia y la apología de la igualdad. 

El socialismo, que tomó forma un poco más tarde y alcanzó su apogeo doctrinal en el comunismo, destacó como aspecto principal de la alienación algo más: la desigualdad social, política y económica, que fue reconocida como injusta. Aquí, en comparación con el liberalismo, el tema de la alienación cambió: el "viejo orden" no alienó al hombre interior de sí mismo, privándolo de la ontología, sino que fue la sociedad en su conjunto. Además, esta vez la desigualdad fue identificada como el origen de la alienación.

Al abolir la desigualdad, los socialistas creían que abolían la alienación de los hombres, retornando al trabajo solidario libre en la unidad comunal. De esto surgió lógicamente toda la estructura de la Segunda Teoría Política. En el marxismo, esta lógica ha sido llevada a su límite lógico. Aquí, vemos dos versiones de la protesta contra el "viejo orden" y su alienación --el liberalismo y el marxismo-- estaban en conflicto entre sí, ya que las tesis de "libertad" y "justicia", al ser absolutizadas en la esfera sociopolítica, crearon sistemas conflictivos. De ahí la línea anti-burguesa en el marxismo, la cual, en la medida que el "viejo orden" era eliminado, se hizo cada vez más clara, predeterminando en gran medida la historia ideológica y política del siglo XX.

El nacionalismo: contra el Imperio y los Estados

El nacionalismo, al menos en su versión pre-ideológica original, también se dirigió contra la alienación encarnada en el Imperio y la pretensión católica de controlar todo el espacio europeo por los Papas. Además, el nacionalismo encontró su expresión en el rechazo por parte de la burguesía del orden estamental, que enajenó a los comerciantes y los ciudadanos de clase baja, que se habían vuelto cada vez más influyentes en el campo de la economía, del poder. Por otro lado, el nacionalismo también encontró expresión en el etnicismo, incluso en las formas tribales de identidad, características de los estratos inferiores de la población europea, que en el contexto del Imperio Católico y la organización feudal no recibieron ninguna atención. Así, el nacionalismo también se opuso a la alienación:

  • - Política (del lado del Imperio y el catolicismo),
  • - de Clase (por la aristocracia y el clero) y
  • - Étnica (del universalismo del cristianismo medieval).

El nacionalismo oponía a esto las siguientes tesis:

  • - el Estado soberano,
  • - la democracia burguesa y
  • - la Creación sobre la base de la identidad etno-cultural orgánica e histórica de una estructura artificial: una nación política.

Las tres versiones del modernismo político, por lo tanto, en sus raíces fueron la respuesta al problema de la alienación, que en el contexto histórico se identificó con la "Edad Media tardía" y sus símbolos sobrevivientes: el catolicismo, el Imperio de los Habsburgo y el feudalismo.

La comunidad existencial de las tres ideologías políticas de la Modernidad.

Si observamos lo que era común en estas tres ideologías políticas en su impulso inicial, veremos que aquí la inmanencia, la presencia, la presencia concreta se opone a un esquema alienado y abstracto, trascendental, que se percibe como algo sin vida y asesino, limitante, que encadena. La vivacidad de la vida humana en sus elementos directos contrastaba con las formas dogmáticas que prescribían a los individuos: lo que se necesita ser, el cómo pensar, en qué creer, cómo comportarse, etc. Es con este impulso, ya sea individual, comunitario, étnico o político, que todas las versiones de la Modernidad están tratando. Esto es extremadamente importante y a menudo queda fuera de nuestro campo de estudio. Solo con Nietzsche este problema de la vida y la existencial (en términos de Heidegger) realmente comenzó a ponerse en el centro de la reflexión. La Modernidad fue una revolución de la vida contra la alienación, y la Tres Teorías Políticas se originaron precisamente en este momento fundamental, tomando forma gradualmente en tres ramas independientes de la misma corriente de la inmanencia política.

Si recurrimos a Nietzsche, veremos que no fue para nada accidental que viera en la sociedad más cercana a él, donde la vida estaba en su apogeo, precisamente en el Renacimiento, de donde se originó la corriente de la Modernidad. La Edad Media impuso una identidad normativa al hombre desde lo alto y de forma exterior. El Renacimiento colocó en el centro el ideal de un hombre que se crea desde adentro, un hombre interno que crea mundos basados en el abismo de su libertad. De alguna manera, esto afectó al liberalismo, al comunismo y al nacionalismo. 

Las tres ideologías políticas de la Modernidad cultivaron la creatividad y la tecnología humana, como una expresión directa de la omnipotencia inmanente del hombre terrenal: individual, social, nacional.

Hasta cierto momento, las tres ideologías políticas se desarrollaron a un mismo ritmo y sobre la base de una ética común, que se veía a sí misma como la "ética de la vida". Así, las fuentes de las teorías políticas de la Modernidad tienen la misma ontología de la presencia, la filosofía regenerativa de la vida.

Los orígenes existenciales del nihilismo.

Sin embargo, ¿por qué a fines del siglo XIX Nietzsche ya veía el nihilismo y la degeneración en la Modernidad? ¿Por qué la liberación y la "muerte de Dios" no abrieron el camino al triunfo de la vida y la ontología de la presencia? ¿Por qué Nietzsche glorifica el Renacimiento y maldice la Ilustración? La respuesta a esta pregunta es la clave para entender la Cuarta Teoría Política. Pero para comprender adecuadamente la declaración despiadada de Nietzsche sobre la naturaleza nihilista de la Modernidad, recurriremos a todo el arsenal del análisis existencial de Martin Heidegger.

El hecho es que el problema de la alienación es principalmente ontológico y metafísico, y solo posteriormente político, social y económico. Y como siempre sucede en el campo de los orígenes, el más mínimo error de comprensión, interpretación o redacción en el futuro conlleva consecuencias desastrosas. Esto es precisamente lo que sucedió con el impulso existencial de la Modernidad, que predeterminó el profundo colapso metafísico de sus tres expresiones políticas: liberalismo, comunismo y nacionalismo.

Heidegger describe la situación mediante una apelación a la instancia del Dasein. El Dasein es la esencia del hombre en su manifestación inmanente y directa. Antes de ser alguien, para comprender algo y estar en algún lugar, a una persona se le da (arroja) el Dasein. Esta es la forma más general y, al mismo tiempo, más específica de determinar qué es lo humano en nosotros. Sobre la base del Dasein, se forma nuestra personalidad, nuestro pensamiento, nuestra identidad, así como las relaciones, influencias e interacciones sociales, étnicas y culturales.

Esta instancia fue descubierta por Heidegger, quien se movía simultáneamente seguía a Nietzsche y a Husserl, empíricamente y al mismo tiempo que la más alta revelación filosófica, durante la "destrucción" del Logos de Europa Occidental.

Heidegger, basado en el análisis del Dasein, identifica dos modos principales de su existencia: la auténtico (eigene) y la no auténtico (uneigene). El modo existencial auténtico conduce al descubrimiento de Selbst Dasein, es decir, a lo que es puro ser en él (de ahí el concepto heideggeriano tardío dle Daseyn, ya que Heidegger hace una distinción entre Sein y Seyn, donde por Seyn entiende el ser como tal, en su profundidad idéntica ) el Selbst Dasein del Daseyn. Si el Dasein existe sin autenticidad, entonces crea su doble - das ManDas Man es el resultado de la alienación del Dasein de sí mismo, es decir, su Selbst, es decir, de su ser (Sein como Seyn).

Aquí llegamos al problema de la alienación, revelado en sus raíces existenciales. La alienación es siempre el alejamiento del Dasein de sí mismo. Cualquier alienación del Dasein de sí mismo constituye el das Man.

El error fatal de la Modernidad.

Aplicando este modelo a los orígenes de la Modernidad y sus ideologías políticas, obtenemos la siguiente imagen. La Baja Edad Media fue producto de la acumulación de la alienación del Dasein y, en consecuencia, dio lugar a una especie de das Man medieval. El propio Heidegger asocia esto con el creacionismo de la teología católica, que reemplaza al Ser con una jerarquía de criaturas irreversiblemente enajenadas del Creador que es puramente trascendente. Esto sería verdad solo si ignoramos el misticismo cristiano y otras formas de neoplatonismo y hermetismo europeos que Heidegger (tal vez, de forma intencional por la pureza de la imagen del proceso histórico y filosófico) pasa por alto. Pero esto no es tan importante en este caso. La Edad Media tardía, con sus indulgencias, el colapso mental de la escolástica degenerada y el volumen acumulado de errores críticos en la política, constituyeron un das Man peculiar, que fue reconocido por la protesta emergente de la Modernidad, hablando en contra de la exclusión, sobre una base existencial, como el das Man por excelencia. La Modernidad decidió que el problema estaba en la Edad Media (el cristianismo, el Imperio, el Estado, etc.), y no en la alienación. El propio Heidegger no lo creía, pensando que el problema era aún más profundo y nos remitía al comienzo mismo de la filosofía europea y a Platón, pero desde el punto de vista de la Cuarta Teoría Política, bien podemos detenernos en tal afirmación. La Modernidad identificó un momento particular de la alienación con la alienación como tal, equiparando la degeneración de la Tradición (el das Man de la Europa tardía) con la Tradición en su conjunto y se propuso como objetivo el derrocarla en nombre del existencialismo auténtico. Es una decisión filosófica perfectamente sólida, que reconocemos fácilmente en los orígenes del Renacimiento, pero allí se respetan todas las proporciones y se preserva la línea existencial, al menos en la tradición florentina. La escuela veneciana y el napolitano Giordano Bruno se mueven en dirección a la Modernidad, que conduce directamente a la Modernidad del Norte de Europa (en muchos sentidos protestante). Esta vez, la Modernidad cometió un error fundamental, que condujo al nihilismo de los siglos XX y XXI, que se expresó en el totalitarismo político, en sus tres versiones: comunista, fascista y liberal. 

Tomando lo particular por lo general (la Edad Media como alienación), en lugar de analizar la alienación, el pensamiento europeo comenzó a construir una anti-Edad Media. Así fue exactamente como la anti-Edad Media se convirtió en la Modernidad. Las tres ideologías políticas de la Modernidad representan la conceptualización de los tres lados de la anti-Edad Media:

  • - Contra el dogma prescriptivo (el catolicismo) a favor de la libertad individual (Primera Teoría Política);
  • - Contra la desigualdad social y la jerarquía (Segunda Teoría Política);
  • - Contra el universalismo del Imperio Católico (el nacionalismo, más tarde, en el siglo XX, se establece la Tercera Teoría Política).

Sobre la base de estas conceptualizaciones, que inicialmente se dirigieron contra la alienación, en los siglos XX y XXI, se construyeron tres tipos de sociedades totalitarias, cada una de las cuales no solo no superó la alienación, sino que la aumento en fuerza, llevándola más allá de sus últimos límites. El das Man liberal, comunista y fascista, se convirtió en una expresión de una alienación tan total y radical que, en comparación, con la "Edad Media tardía", el "viejo orden" parece "un reino de libertad", "justicia social" y "el florecimiento de la identidad étnica". Es fácil encontrar una explicación para esto. Si el liberalismo, que se opone a toda prescripción externa, se hace prescriptivo: la gente no solo puede, sino que debe ser liberal y la democracia liberal es el único sistema político aceptable, construyendo no solo una sociedad no libre, sino una sociedad que creó un simulacro totalitario de libertad. Esto se hizo especialmente evidente después de la victoria de los liberales sobre las ideologías alternativas. Esto no es casualidad: el liberalismo como posición personal solo tiene sentido en una sociedad no liberal, en cuya oposición se basa la estrategia de la lucha heroica por la dignidad interna. La sociedad liberal, que prescribe la libertad como un atributo necesario, reemplaza su esencia. Ya el Dasein no es libre, sino el das Man, que es la alienación por excelencia y la falta de libertad.

Del mismo modo, en la política a gran escala, el campo liberal parece atractivo cuando junto con él hay regímenes totalitarios iliberales, en contraste con los cuales los liberales aún pueden creer en la libertad. Cuando desaparecen, el totalitarismo implícito del liberalismo se abre con toda su claridad. 

Ocurre de manera similar con el socialismo. La demanda de justicia, igualdad y socialización en la práctica conduce a una violencia sin precedentes y a una nueva jerarquía, aún más alienada y burocrática, y la sociedad socialista alcanza tales límites de alienación que la "Edad Media tardía" parece algo auténtico.

El nacionalismo, que comenzó con la defensa de la soberanía política y la identidad étnica, conduce a la creación de un super-estado tecnocéntrico agresivo, donde la especificidad de un etnos se convierte en la abstracción de la "raza", la violencia se convierte en la norma y las comunidades étnicas reales son reprimidas para complacer los dogmas alienados. Está constituido por el das Man del Nazismo y el Machenschaft (que Heidegger criticó severamente, especialmente en sus Cuadernos Negros) Nazi.

Entonces, las tres teorías políticas de la Modernidad conducen a tres formas de alienación final. Es precisamente esta naturaleza de la Modernidad que Nietzsche reconoció con precisión y profundidad al hablar sobre el problema del nihilismo. La culminación del nihilismo es precisamente das Man, la existencia alienada del Dasein.

La Modernidad construyó la anti-Edad Media, pero resultó que no era solo algo auténtico, sino aún más enajenado y poco auténtico que el "viejo orden". 

La anti-Edad Media.

Aquí comienza la distinción entre los tradicionalistas clásicos y los partidarios de la Cuarta Teoría Política. Los tradicionalistas creen que el nihilismo de la Modernidad es únicamente una consecuencia del rechazo de la Edad Media. La Tradición lo es todo, la Modernidad no es nada. Hay algo de verdad en esto, pero se pasa por alto el tema de la alienación, que, sin embargo, nunca ha estado en el foco de la filosofía del tradicionalismo, así como del análisis del Dasein de Heidegger, cuyo malentendido completo se demuestra, en particular, en Evola en Cabalgar el Tigre. La Cuarta Teoría Política, siguiendo el tradicionalismo en casi todo, por el contrario, le da a Heidegger una importancia decisiva.

La sociedad tradicional también puede acumular una masa crítica de errores y productos de alienación. Por lo tanto, en los orígenes de la Modernidad nos encontramos con el Renacimiento, que, al menos en la versión florentina de Fiscino y Pico della Mirandola o el Neoplatonismo de Wycliffe, era aún más tradicional que la degenerada "Edad Media tardía". No es la Edad Media en sí lo que es malo, sino su degeneración y alienación. Contrastar la tradición con la Modernidad es una simplificación.

Para que llegara la anti-Edad Media, la Edad Media misma tuvo que descomponerse internamente. Desde un punto de vista existencial, la Edad Media debería haber constituido el das Man medieval. Por lo tanto, la Modernidad (contrario a los tradicionalistas) era parcialmente legítima en su origen, como la protesta natural del Dasein contra la alienación. Vemos esto en la versión solar apolínea del Renacimiento, de la cual, por cierto, Mark Sedgwick también deduce el origen del tradicionalismo. Pero la decisión, en lugar de la Edad Media enajenada, de construir la anti-Edad Media para superar la alienación, fue un error. Fue este error lo que llevó al modernismo al nihilismo y al totalitarismo de las Tres Teorías Políticas: el liberalismo, el comunismo y el fascismo. Si la libertad es obligatoria, dejará de ser libertad (esto, incidentalmente, observa Marx, paradójicamente llamando a la libertad la "necesidad consciente", es decir, el destino). Si intenta eliminar la desigualdad existente, se creará una nueva, aún más monstruosa e injusta. El nacionalismo también lleva al hecho de que la cultura étnica real y la identidad orgánica son reemplazadas por conceptos tecnológicos artificiales de "raza", y el Estado alienado del Leviatán convierte a sus ciudadanos en piezas mecánicos (de ahí el "pueblo de hierro" del nazismo, los Titanes de Ernst Junger).

Aceptar la responsabilidad por la Modernidad.

El rechazo de la Modernidad y las Tres Teorías Políticas debería conducir a la Cuarta Teoría Política. La esencia de la Cuarta Teoría Política es que está dirigida contra la alienación y se establece el objetivo principal: la existencia auténtica del Dasein, la declaración del Selbst. En base a esto, se llevará a cabo el desarrollo de los existenciales, que a su vez establecerán la paz, la muerte, el estar juntos, la atención, el horror, una variedad de estados de ánimo y condiciones, etc. Podemos decir que el mundo es creado por el cuidado (como Heidegger interpreta el acto intencional). El Dasein auténtico cuida como un sí mismo, el das Man cuida como un otro. Como resultado, surge una diferencia ontológica fundamental (Differenz) entre las estructuras intencionales constituyentes, diferencias que son mucho más significativas que las existentes entre el liberalismo, el comunismo y el fascismo. Las estructuras del mundo continuarán siendo legítimas solo en la medida en que mantengan su conexión directa con el Dasein auténticamente existente. Esta es la política existencial.

El desmantelamiento de las Tres Teorías Políticas de la Modernidad es una condición necesaria, pero por sí sola no es suficiente. Es importante sacar una conclusión del colapso fundamental de la Modernidad, ya que este no es un episodio en la historia de alguna criatura completamente indiferente y ajena, sino nuestra propia historia. Este es un fragmento de Seynsgeschichte, la historia de nuestro Dasein, es decir, de nosotros mismos. La Modernidad no es la culpa de otros, sino nuestro error. Y debemos asumir toda la responsabilidad por ello. Pero al mismo tiempo debemos entender los orígenes existenciales de la Modernidad: los liberales, los comunistas y los nacionalistas querían superar la alienación, querían retornar a la dimensión profunda de la humanidad, lo que nos hace humanos: Selbst. La Modernidad consideró que todo era culpa de la "Edad Media" (las Tradiciones) y construyó la anti-Edad Media. Resultó que esto fue mucho peor, y los posmodernistas tienen razón en esto: la fuente de alienación es mucho más profunda, y no es el reemplazo de una jerarquía por otra, sino de un sistema totalitario por otro incluso más totalitario.

¿Significa esto que era necesario aceptar la "Edad Media tardía"? No. Tenía que ser superada.

¿Se logró esta superación en la dirección correcta? No. Fue un error fatal.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

La Inteligencia Artificial como el das Man absoluto.

La respuesta a esta pregunta se puede formular de la siguiente manera: la Edad Media existencial. No se trata de "la Edad Media tardía", pero tampoco es la "Edad Media temprana" y, además, no es la Edad Media. La Edad Media existencial puede correlacionarse con la "Nueva Edad Media" de Berdyaev en el sentido de que pertenece al futuro ontológico más que al pasado, el futuro en el sentido de Heidegger, como Acontecimiento (Ereignis), cuando el Dasein elige el ser de forma irreversible y se convierte en Daseyn.

En la esfera política, esto significa lo siguiente. El error de las Tres Teorías Políticas de la Modernidad es que quieren alcanzar los objetivos correctos con los métodos equivocados. La libertad no se puede dar desde afuera. Se adquiere, no se da. La igualdad no es alcanzable y destruiría, si fuera posible, la riqueza y la diversidad de la vida (solo los cadáveres son verdaderamente iguales). La construcción de una comunidad étnica en una nación política elimina su identidad cultural, reemplazándola con un simulacro. Por lo tanto, los regímenes liberales, comunistas y nacionalistas siempre exacerbarán la alienación.

Los medios externos no pueden realizar una operación interna. Y aquí es donde comienza el totalitarismo de la Modernidad. Al ver que el secreto del hombre se le escapa, pone en práctica la ciencia y la tecnología, diseñada para objetivar al hombre, y convertirlo en una instancia programable, maleable, pasiva. La ciencia moderna es una forma de obsesión mental que busca eliminar la dimensión existencial y, por lo tanto, imponer a las personas uno u otro modelo totalitario (hoy estamos hablando del liberalismo), haciéndolos sentir "felices". Estos son los "últimos hombres" de Nietzsche que solo "parpadean". La incapacidad fundamental para superar la alienación por los métodos de mundo aún más alienado, liberal, comunista o nacionalista, hace que el das Man se vuelva cada vez más agresivo y cruel. La culminación de esto pronto será la Inteligencia Artificial, es decir, el advenimiento del das Man absoluto.

En consecuencia, la Modernidad tenía razón en su aversión a la alienación, pero la respuesta a esto fue fundamentalmente errónea.

Sin embargo, el regreso a la Edad Media no solo es imposible, sino simplemente ridículo, ya que la Edad Media más cercanas a nosotros también estaban enajenada y, además, fue esta alienación medieval la que provocó el desastre de la Modernidad. Entonces, el propósito de la Cuarta Teoría Política no es este. ¿Y entonces cuál es?

La ontología de la iniciación

El propósito de la Cuarta Teoría Política es una auténtica Tradición o iniciación. La iniciación es el descubrimiento del Selbst. El que descubre el Selbst lo hace independientemente de las condiciones externas. Conoce el secreto por experiencia: el mundo que lo rodea fue creado por él mismo, el "tercer hombre" secreto (Tauler), su Selbst. Así se puede leer el neoplatonismo, y a Evola, y a Nietzsche, y a Husserl. Esto significa que los medios externos no tienen poder para cambiar algo en la humanidad. El hombre es hecho por el hombre por medio de la iniciación. La iniciación solo tiene sentido en la Tradición. Pero la Tradición aún no es iniciación. La Tradición puede ser enajenada. La iniciación no. La Tradición se puede hacer. La iniciación no.

La Edad Media existencial surge cuando la Tradición se recrea sobre la base de su núcleo iniciático, desde su profundidad, desde su fuente eternamente viva. Cualquier otro tradicionalismo será un simulacro, eso es lo que la mayoría de los seguidores de Guénon y, en parte, Evola han pensado.

El agotamiento de la Modernidad es el colapso del mundo sin iniciación.

Y la iniciación no puede lograrse por métodos políticos. Su esencia es un cambio en el régimen de existencia, la transición del das Man al Selbst. Donde esto sucede, existe la fuente de la Tradición, no en el pasado, sino en el futuro ontológico o en el presente Eterno.

La libertad, la justicia y la etnicidad en una dimensión auténtica.

La libertad se logra solo por un cambio radical dentro de una persona, yendo más allá de la última barrera interna. En el hesicasmo ortodoxo, esto se llama poner la mente en el corazón. El verdadero liberalismo es la libre adquisición de uno mismo. Ninguna ley puede prescribir esto. Y ni un solo régimen totalitario, mientras el hombre sea hombre, es capaz de evitar esto. La libertad no se encuentra en la esfera social, es un fenómeno metafísico. Solo un filósofo puede ser verdaderamente libre, y no importa si es un Emperador como Marco Aurelio o un esclavo como Epicteto.

La justicia es cómo una persona se relaciona con los demás, y no cómo los demás se relacionan con él. Y esto no es un intercambio, sino un regalo, no un cambio, sino el amor. Una sociedad será justa cuando las personas sean justas. Para llegar a ser así, deben estar dispuestos. Es imposible forzar esto. Cualquier estructura social y política puede parecer injusta. Y así es. Incluso la falta de justicia es necesaria para que pueda haber justicia. La justicia pura sería el colapso de la vida, un sustituto de la máquina. El mal necesita el bien en su contexto. Y finalmente, la más alta justicia solo es posible en nombre del "hombre interior".

La defensa de la identidad étnica debe considerarse principalmente de manera existencial. El pueblo es principalmente pensamiento, cultura, idioma. Una nación es un simulacro deñ pueblo, su cadáver. Para la existencia de los pueblos necesitamos un cierto crepúsculo. Si intentas contrastar demasiado sus diferencias, comenzará a alienarse. En general, se debe confiar en los pueblos como un movimiento del espíritu. Un intento de crear artificialmente una nación, y especialmente una raza, significa interferir más o menos en el sutil proceso ontológico del pueblo como Dasein.

La libertad, la justicia y la nacionalidad fundamentadas auténtica y ontológicamente solo se pueden alcanzar más allá de los límites de las Tres Teorías Políticas de la Modernidad, en el contexto de la Cuarta, que se centra en la dimensión interna del hombre. En el Daseintenemos la raíz común del individuo, la sociedad y el pueblo, es decir, los tres sujetos de las Tres Teorías Políticas. Pero tomados en su síntesis existencial, constituyen un nuevo "sujeto", aún no dividido artificialmente y sujeto a la integración en el momento iniciador de la transición a un modo de existencia auténtico.

El poder secreto del bostezo.

La Edad Media existencial significa que el principal problema político en el contexto de la Cuarta Teoría Política se plantea radicalmente diferente que en las tres versiones clásicas de la política moderna. El Poder, las instituciones, la gestión, la política exterior, etc. son secundarias ante el enorme misterio del hombre, que se encuentra en el centro de todo el sistema.

¿Pero dónde está ubicado este centro? En el centro de la sociedad está el filósofo gobernante. En el centro local: en un templo, una catedral, un santuario. En el centro del hombre está su corazón. En la comunidad es el antepasado. Además, el centro no es el más fuerte, el más noble o el más rico, sino quién es, "lo que es", lo que es el "ser" es siempre un problema filosófico fundamental.

En la Edad Media existencial, predomina el misterio, el milagro, el crepúsculo, una transición libre de la realidad a los sueños o ensueños. Cualquier exceso - en las leyes, constituciones, regulaciones, poderes, procedimientos, etc. – en este contraste violará la naturaleza orgánica de la existencia del principio humano en las personas. Todo lo externo y alienado es un elemento del Das Man, que lo posmoderno descubrió como la máquina. La Edad Media existencial es la antítesis del dominio de la Inteligencia Artificial.

Pero aquí llegamos a lo más importante. La Edad Media no reconocía la libertad interna del hombre, era injusta y universalista (latina, imperial, la dominación del catolicismo). Es cierto que al mismo tiempo había otros imperios: el chino, el iraní, el ruso, el otomano. No siempre fueron auténticos, pero incluso en el peor de los casos, su protesta existencial no condujo a la aparición de la Modernidad. Entonces, probablemente, la situación en ellos no era tan triste (al menos, los tradicionalistas insisten en ello, en primer lugar, Guénon). El error de la Modernidad fue que sus portadores intentaron alcanzar la autenticidad: la libertad, la justicia, etc. - obviamente de forma inadecuada – por métodos puramente técnicos. ¿Y qué se debe hacer? ¿Y qué deber hacer los constructores de la Edad Media existencial?

Es primordial y necesario centrarse por ahora en una dimensión distinta, en la iniciación, en la esencia misma de los problemas humanos, en lo que Heidegger llamó "el nuevo humanismo". El problema de la catástrofe de nuestro tiempo radica en el humanismo incorrectamente formulado. Al mismo tiempo, el Renacimiento florentino describió el camino absolutamente correcto, sagrado e iniciático. En principio, desde Dante y Fideli d'Amore (Fieles del Amor) hasta Ficino y Pico della Mirandola se sigue exactamente la línea de esta Edad Media existencial: completamente cristiana, pero al mismo tiempo radicalmente platónica y neoplatónica. La Edad Media existencial fue posible y en algún momento existió hasta que colapsó en la Modernidad. Este momento se encuentra en el Renacimiento (auténtico). 

Por lo tanto, en nuestro caso, el camino hacia la Edad Media existencial radica en la actualización del verdadero Renacimiento, a través de un retorno a los orígenes del humanismo, mientras que aún no se ha embarcado en el camino que conduce al Titanismo y la Inteligencia Artificial. Y ese es el poder del misterio.

Cambiando el sistema sociopolítico, no cambiaremos nada. Cualquier sistema sociopolítico es una forma de alienación y del Das Man. Centrándonos en lo técnico, perderemos sin duda lo más importante: el misterio, la iniciación, la ontología fundamental. Por lo tanto, la construcción de la Edad Media existencial debe comenzar con la revolución interna.

Independientemente del modo en que somos, nosotros podemos:

  • - Alcanzar la libertad interior, es decir, la libertad de ser uno mismo (Selbst),
  • - Ser justo (tal como lo entendemos) y no por exigencia de alguien más y
  • - Revivir en nosotros mismos las raíces populares de la cultura, el lenguaje, el pensamiento.

Nadie puede garantizar esto desde el exterior, y cualquier intento sería una perversión y falsedad. Pero esto está dentro de nuestro poder, y esta es nuestra entelequia, una meta a la que no solo servimos, sino que estamos destinados a convertirnos. Si nosotros, por supuesto, somos personas, y no otra cosa...

Proclo creía que un ejército pequeño siempre es más fuerte que uno grande, porque la cantidad es debilidad y la calidad es fuerza. Por lo tanto, cuantas menos personas construyan la Edad Media Existencial, mejor. Más rápido se creará. Las masas no son absolutamente necesarias para nada y no son buenas para esto. Cuando una idea toma posesión de ellas, esta idea se deteriora irreversiblemente. Las masas encarnan la pura debilidad. Cuanto más grande es la masa, menos personas hay en ella, menos humana es...

Quizás es en una sociedad totalitaria (incluso si es liberal como lo de hoy) donde la libertad genuina solo es posible. Quizás solo en la completa ausencia de justicia podemos mostrar su omnipotencia actuando de acuerdo con sus principios, al contrario de lo que todos los demás hacen de manera diferente. Quizás es solo entonces que el pueblo realmente vive, donde la mano del implacable verdugo se levanta por encima de él. Por lo tanto, la "Edad Media tardía" bajo su Gran Inquisidor no fue ni buena ni mala. Y entonces, y ahora, un ser humano, si todavía es (o sigue siendo) un ser humano, siempre puede y es capaz de elegir a favor del existencialismo auténtico.

La Modernidad llevó a resultados monstruosos. Pero esto es solo una prueba para unos pocos, para aquellos en los que la humanidad está lo suficientemente concentrada como para dar vida al pensamiento genuino.

La ontología de la presencia siempre es posible mientras haya un ser humano. Pero al mismo tiempo, nunca se puede imponer o establecer desde afuera. Cualquier intento de hacer esto conduce inevitablemente a una parodia. La Edad Media existencial excluye su parodia: la Edad Media todavía se puede construir, pero la existencial aún no.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera