Un esbozo geopolítico para un futuro mundo multipolar

Un esbozo geopolítico para un futuro mundo multipolar

1. Siguiendo la decadencia y desaparición del bloque socialista de Europa Oriental a finales del pasado siglo, una nueva visión de la geopolítica mundial, basada en una nueva aproximación, se hizo necesaria. Pero la inercia del pensamiento político y la falta de imaginación histórica entre las élites políticas del Occidente victorioso condujo a una opción simplista: la base conceptual de la democracia liberal occidental, una sociedad económica de mercado, el dominio estratégico de los Estados Unidos a escala mundial se convirtieron en las únicas soluciones para todo tipo de problemas emergentes y en el modelo universal que debía ser imperativamente aceptado por toda la humanidad.

 

2. Ante nuestros ojos emerge una nueva realidad—la realidad de un mundo organizado alrededor del paradigma americano. Un influyente grupo de debate neoconservador en los Estados Unidos contemporáneos se refiere abiertamente al mismo con un término más apropiado – el “Imperio Global” (a veces el “Imperio Benevolente”—R. Kagan). Este Imperio es unipolar y concéntrico por su propia naturaleza. En el centro se encuentra el “Norte rico”, la comunidad atlántica. El resto del mundo—la zona de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, son consideradas como periféricas—se asume que tomará la misma dirección y la misma ruta que los países centrales de Occidente tomaron hace ya largo tiempo.

3. En tal visión unipolar, Europa es considerada como las afueras de América, la capital mundial, y como la cabeza de puente del Occidente americano en el gran continente euroasiático. Europa es vista como parte del Norte rico, no alguien que toma decisiones, sino un socio menor sin intereses propios y características específicas. Europa, en tal proyecto, es percibida como un objeto no un sujeto, como una entidad geopolítica privada de identidad y voluntad autónoma, de una soberanía real y reconocida. Gran parte de la particularidad cultural, política, ideológica y geopolítica de la herencia europea es vista como algo superado: algo antaño valorado como útil que ha sido integrado dentro del proyecto Global Occidental; lo que queda aparte es visto como irrelevante. En tales circunstancias Europa se convierte en algo geopolíticamente vacío, privado de su propio ser e independencia. Siendo geográficamente vecina de regiones con diversas civilizaciones no europeas, y con su propia identidad debilitada o directamente negada por la aproximación del Imperio Global Americano, Europa puede fácilmente perder su propia forma cultural y política.

4. Sin embargo la democracia liberal y la teoría del mercado libre son responsables tan sólo de parte de la herencia historia europea y ha habido otras opciones propuestas hechas por grandes pensadores europeos, científicos, políticos, ideólogos y artistas. La identidad de Europa es mucho más amplia y profunda que la simplista ideología fast-food americana del complejo imperial global –con su caricaturizada mezcla de ultraliberalismo, ideología del libre mercado y democracia cuantitativa. En la era de la Guerra Fría, la unidad del mundo occidental (a ambos lados del Atlántico) tenía una base más o menos sólida en la defensa mutua de valores comunes. Pero ahora ese desafío ya no está presente, la vieja retórica ha dejado de funcionar. Debe ser revisada y darse nuevos argumentos. Ya no hay un peligro claro y un enemigo común realista. Falta completamente una base positiva para un Occidente unido en el futuro. La elección social de los países y estados europeos ofrece un oscuro contraste con la opción anglosajona (ahora americana) en pro del ultraliberalismo.

5. La Europa de hoy tiene sus propios intereses estratégicos que difieren sustancialmente de los intereses americanos o con la aproximación del proyecto Global Occidental. Europa tiene su propia actitud positiva hacia sus vecinos del sur y el oeste. En algunos casos el beneficio económico, los problemas de obtención de energía y las iniciativas de defensa comunes no coinciden en absoluto con las americanas.

6. Estas consideraciones generales nos conducen a nosotros, intelectuales europeos profundamente preocupados por el destino de nuestra Madre Patria cultural e histórica, Europa, a la conclusión de que necesitamos urgentemente una visión alternativa del mundo futuro, donde el lugar, el papel y la misión de Europa y la civilización europea sean distintos, grandes, mejores y más seguros que dentro del esquema del Imperio Global con su evidente carácter imperialista.

7. La única alternancia factible en las presentes circunstancias se encuentra en el contexto de un mundo multipolar. La multipolaridad puede garantizar a cualquier país y civilización el derecho a desarrollar su propio potencial, organizar su propia identidad interna, de acuerdo con la identidad específica de su cultura y pueblo, proponer una base estable de relaciones internacionales justas y balanceadas entre las naciones del mundo. La multipolaridad debe basarse en el principio de equidad entre los diferentes tipos de organizaciones políticas, sociales y económicas de esos países y estados. El progreso tecnológico y una creciente apertura de las naciones deberían promover el diálogo entre las mismas y la prosperidad de todos los pueblos y naciones. Pero al mismo tiempo no debería poner en peligro sus respectivas identidades. Las diferencias entre naciones no culminan necesariamente en un enfrentamiento entre las mismas—en contraste con la lógica simplista de algunos escritores americanos. El diálogo, o mejor aún el “polylogo,” es una posibilidad realista y factible que debemos explotar en este respecto.

8. Respecto a Europa directamente, y en contraste con otros planes para la creación de algo “más grande” en el anticuado sentido imperialista de la palabra—ya sea el Gran Oriente Medio, o el plan pan nacionalista de una Gran Rusia o una Gran China—sugerimos, como concreción de la aproximación multipolar, una perspectiva balanceada y abierta de una Gran Europa como un nuevo concepto para el futuro desarrollo de nuestra civilización en las dimensiones estratégica, social, cultural, económica y geopolítica.

9. La Gran Europa consiste del territorio contenido entre los márgenes que coinciden con los límites de una civilización. Este tipo de frontera es algo completamente nuevo, como lo es el concepto de civilización estado. La naturaleza de esos límites presume una transición gradual—una corte abrupto. Así esa Gran Europa debería estar abierta a la interacción con sus vecinos de occidente, oriente o el sur.

10. Una Europa más Grande en el contexto general de un mundo multipolar se concibe como rodeada por otros grandes territorios, que basan sus respectivas unidades en la afinidad de las civilizaciones. Así podemos postular la aparición eventual de una Gran Norteamérica, una Gran Eurasia, una Gran Sudamérica y un Gran África. Ningún país –excepto los Estados Unidos—tal y como están las cosas en estos momentos, puede permitirse y defender su auténtica soberanía, confiando tan sólo en sus propios recursos internos. Ninguno puede ser considerado como un polo autónomo capaz de contrabalancear el poder atlantista. Por ello la multipolaridad exige un proceso de integración a gran escala. Puede llamársele “una cadena de globalizaciones” –pero globalización dentro de límites concretos—que coinciden con los límites aproximados de las diversas civilizaciones.

11. Imaginamos esta Gran Europa como un poder soberano geopolítico, con su propia y fuerte identidad cultural, con sus propias opciones sociales y políticas –basadas en los principios de la tradición democrática europea—con su propio sistema de defensa, que incluya armas nucleares, con su propio acceso a los recursos energéticos y minerales, creando sus propias opciones de paz o guerra con otros países o civilizaciones—con todo lo anterior dependiendo de una voluntad común y unos procedimientos democráticos europeos en la toma de decisiones.

12. Para promover nuestro proyecto de una Gran Europa y el concepto de multipolaridad, apelamos a las diferentes fuerzas en las naciones europeas, y a los rusos, americanos, asiáticos, para que lleguen más allá de sus propias opciones políticas, diferencias culturales y elecciones religiosas para que apoyen activamente nuestra iniciativa, para crear en todos los lugares o regiones Comités para una más gran Europa u otro tipo de organizaciones que compartan la aproximación multipolar, rechazando la unipolaridad, el creciente peligro del Imperialismo americano y elaborar un concepto similar para otras civilizaciones. Si trabajamos unidos, afirmando con fuerza nuestras diferentes identidades, seremos capaces de fundar un mundo balanceado, justo y mejor, un mundo más grandes en que todas las culturas, sociedades, fes, tradiciones y creatividad humana que lo merezca encuentre su propio garantizado lugar.