La anti-Rusia por dentro y por fuera

La anti-Rusia por dentro y por fuera

12.04.2022

La anti-Rusia se ha manifestado en varios momentos de nuestra historia. La URSS de la época de Gorbachov fue una manifestación de la anti-Rusia: un régimen demente, criminal y rusófobo. La Federación de Rusia bajo Yeltsin es otro ejemplo de la Anti-Rusia: un gobierno dominado por Occidente y donde la soberanía era prácticamente inexistente. La élite rusa actuaba como parte de una administración colonial disfrazada por medio de reformas liberales. Y solo hasta hace poco – ¡muy poco! – el líder de estas reformas, Anatoly Chubais, huyó de Rusia. No obstante, muchos liberales siguen en el poder y ninguno se ha arrepentido o ha querido a cambiar. Todo sigue igual.

La década de 1990 fue un momento bastante duro de nuestra historia, pues nos habíamos convertido en la anti-Rusia en todo el sentido del término. Fue un momento donde se amasaron grandes riquezas y personajes nefastos llegaron al poder gracias a sus conexiones… un momento marcado por la traición y la rusofobia. Además, la política, la economía, la diplomacia, la cultura y la educación eran controladas por Occidente y sus agentes de influencia penetraron en las esferas más altas del poder, incluso dentro de las fuerzas de seguridad y los servicios especiales. Todo esto fue permitido por las autoridades. En ese momento los agentes atlantistas no “dormían”, sino que paseaban libremente por Rusia. La contraseña que abría todas las puertas del poder era la “rusofobia”: y esto no se aplicaba únicamente instituciones de propaganda como Eco Moscú, sino también a la Administración Presidencial y al Gobierno. Podríamos decir que era la encarnación por excelencia de la anti-Rusia.

Putin comenzó a movernos desde la anti-Rusia hacia la verdadera Rusia y eso nos permitió darnos cuenta de que en la década de 1990 predominaba la falsedad. Los rusos solo comenzamos a comprender el significado de la anti-Rusia cuando por fin volvimos a ser nosotros mismos.

El camino que nos llevó desde la anti-Rusia hacia la verdadera Rusia comenzó a partir del año 2000 y fue bastante difícil, por decirlo de alguna manera. Primero un paso adelante y dos para atrás, tres para adelante y otro atrás… Fue un baile bastante difícil y errático que recordaba a como los borrachos se tambalean al caminar en la oscuridad…

Cuando recuperamos nuestra identidad como rusos nos dimos cuenta de que la anti-Rusia también existía en el exterior, especialmente en Ucrania. Después de todo, fue a ese país a donde huyeron todos los enemigos de Rusia y donde se concentraban todas las serpientes que escupían veneno contra nosotros.

El nazismo ucraniano nació de la convergencia de tres modelos de la anti-Rusia:

  • El local de Bandera,
  • La anti-Rusia eterna occidental y atlantista,
  • Y los liberales rusos de la década de 1990 que huyeron allí.

El 22 de febrero del 2022 comenzó un nuevo enfrentamiento entre Rusia y la anti-Rusia. Sin embargo, nos lanzamos a una operación militar especial mucho antes de que termináramos de liquidar a la anti-Rusia que aún existe dentro de nuestro país. La rusofobia de esta anti-Rusia no es nada comparada con el pútrido aliento de la propaganda israelí y occidental. Lamentablemente, el núcleo duro de la anti-Rusia sigue intacto.

Por supuesto, ver como todo se desmorona resulta impensable para los rusófobos. Los nazis en Mariupol, Kharkov, Bucha, Odessa y Kiev han comenzado a cometer crímenes sangrientes en contra de los civiles. Lo mismo sucede con la vieja élite corrupta que existe dentro de Rusia y que ahora chilla de dolor. Saben muy bien que todo está en su contra y por eso sus representantes (Chubais, Ugrant, Sobchak y Venediktov) han huido. No obstante, se ha acabado el tiempo para fugarse y la quinta columna lo sabe. Ahora la sexta columna está en medio de las llamas. No existe escapatoria para ellos: Occidente los considera “criminales” porque han aceptado la operación militar especial y no fueron capaces de detenerla; los rusos saben que son los restos de la anti-Rusia que se formó en la década de 1990 y que todos ellos son unos traidores. Les resulta imposible volver a “dormir” y tampoco son capaces de cambiar: todos ellos odian, temen y desprecian a Rusia como siempre lo ha hecho la anti-Rusia. Intentan hacer todo lo que pueden para sabotear la operación militar especial, reconciliarse con el enemigo y conformarse con lo que puedan salvar, pero el fin de la anti-Rusia exterior (Ucrania) significa el fin de la anti-Rusia interior.

El Partido de la Victoria está representado por Putin, las fuerzas de seguridad y el pueblo. Podríamos decir que esa es la verdadera Rusia. Lamentablemente, también existe el partido de la anti-Rusia y gran parte de la élite rusa actual pertenece a este. Una parte de este partido a huido al extranjero, pero la mayoría sigue funcionando y sabotean como pueden la operación militar especial.

La ideología no importa en un momento como este, pues el Partido de la Victoria no es de izquierda o de derecha. Sin embargo, el partido de la anti-Rusia sí juega con estas categorías e intenta quebrarnos usando toda clase de disputas ideológicas, sembrando la discordia o poniendo al pueblo ruso en contra de Putin, culpándolo de las malas decisiones que ellos mismos toman. Por lo tanto, no podemos caer en ese juego: el Partido de la anti-Rusia es nuestro verdadero enemigo.

El Partido de la Victoria debe luchar en dos frentes: uno interno y otro externo. El externo se encuentra compuesto por el nazismo ucraniano y el Occidente globalista rusófobo. El interno es la élite liberal antirrusa. No podemos ni imaginarnos la enorme carga que esto supone, pues la lista de traidores y desertores se vuelve cada vez más grande…

Solo conseguiremos triunfar si ganamos en ambos frentes. La élite liberal intenta – igual que los militantes de Azov, prohibidos en Rusia – socavar los puentes que existen entre el pueblo y Putin, por eso bloquean los medios de comunicación e impiden que el gobierno transforme la realidad social. La élite trata de evitar que Rusia se convierta en un Estado popular, es decir, que asumamos nuestra misión histórica de forma total e irreversible. La victoria de Rusia será una derrota y un ajuste de cuentas con nuestros enemigos. La sexta columna esta cada vez más marginada y es por esa razón que es más peligrosa que nunca.

Ahora bien, el pueblo cree en Rusia, en Putin, la operación militar especial y está dispuesto a pagar cualquier precio – lo cual significa mucho para los rusos – con tal de obtener la Victoria. Solo la Victoria total y no una Victoria pírrica o medio camino. Lo que el pueblo quiere es una Victoria total sobre la anti-Rusia.