EL GIRO EURASIÁTICO DE RUSIA
Solapas principales
La Unión Soviética colapso en 1991 y en ese momento no sabíamos en qué dirección estábamos yendo, por lo que surgió un dilema: seguir la agenda atlantista (occidental) o adoptar una posición eurasiática radical (antioccidental, pero que abandonara la trayectoria soviética y recuperando nuestro carácter imperial). Lamentablemente, las autoridades rusas decidieron adoptar las ideas atlantistas y nuestro país comenzó a desmoronarse. El núcleo duro de nuestro Imperio sobrevivió de milagro, aunque durante toda la década de 1990 Rusia siguió un rumbo prooccidental.
Fue en ese momento que Putin apareció de forma inesperada y cambio el rumbo que seguíamos. Ese giro fue imperfecto y se quedó a mitad de camino: en lugar de ser un cambio de 180° solo giramos 90° y esta línea perpendicular jamás fue rebasada. Una parte de nosotros seguía obedeciendo a Occidente y otra parte no, pero gracias a ello el eurasianismo dejó de ser una teoría y se convirtió en una realidad (aunque inconsistente y fragmentaria). El eurasianismo logró una pequeña victoria.
Durante estos últimos 22 años el Continente-Rusia ha seguido el camino que Putin trazó para él desde que se dio ese giro de 90°. No obstante, durante el mandato de Medvédev entre el 2008 y el 2012 se intentó restaurar la agenda occidental (de ahí las visitas de Medvédev al Council of Foreing Relationship patrocinadas por Friedman, el fracasado intento de Hillary Clinton de restablecer las relaciones con Rusia, los traicioneros pactos de Jurgens y Gontmakher, la visita de Brzezinski en apoyo al segundo mandato de Medvédev y otras muchas cosas desagradables que ocurrieron en ese entonces). Ahora Medvédev ha pasado de ser un “atlantista al servicio del sistema” aun “eurasianista al servicio del sistema”.
Cuando todo parecía perdido Putin regresó al poder y una vez más restableció el habitual rumbo de 90° que no era ni atlantista ni eurasianista, sino una especie de vaso medio vacío y medio lleno que nunca se consolidaba. Poco después, en el 2014, el estallido del Maidan, la Primavera Rusa, la reincorporación de Crimea y la sublevación de Novorrusia volvieron a imponer el eurasianismo. Sin embargo, los liberales hicieron todo lo posible por revertir ese proceso firmando los acuerdos de Minsk, las conspiraciones de Greff (el Sberbank no funcionaría en Crimea y las perversiones de Danya Milokhin), la agenda del Covid y toda clase de locuras que han sucedido durante los últimos ocho años.
El comienzo de la operación militar especial en Ucrania el 24 de febrero de 2022 una vez más nos devolvió al camino del eurasianismo, la diferencia radicaba en que esta vez hemos entrado en confrontación directa con Occidente quien financia a los títeres que hoy bombardean ciudades habitadas por rusos. Siempre dirán que este conflicto lo “empezamos nosotros”, aunque en realidad se trata de ideas geopolíticas que los atlantistas han defendido desde hace mucho y que siempre intentan poner en práctica. Todo esto nos lleva a decir que la época de las componendas se ha acabado y que debemos abrazar el eurasianismo. Las componendas que hasta ahora Putin hacia con el atlantismo han demostrado ser insostenibles.
Ahora bien, la inercia del rumbo que nuestro país lleva desde hace tanto tiempo nos impedirá cambiar de forma repentina la dirección en la que nos dirigíamos. La confrontación con la civilización occidental requerirá de cambios fundamentales y no sabemos cuánto tiempo tardaremos en realizar estos cambios. Se trata de un movimiento impredecible y errático que a nivel de un Estado tan grande tardará tiempo en asimilarse. Las posiciones de Putin de principios del 2000 son tan inaceptables como las de los liberales de la década de 1990. Lo importante de la operación especial es que nos ha permitido adoptar un nuevo rumbo y ahora Rusia se está moviendo en una dirección muy diferente a la que nos dirigíamos en un principio.
Nadie está preparado para asumir el cambio, pero este siempre termina por imponerse. La operación especial en Ucrania ha puesto los cimientos de una teología política rusa realmente autentica y que hará emerger de sus cenizas el Imperio del Fin. Considero que hemos entrado en una nueva etapa de la historia de Rusia que seguramente será la última si tenemos en cuenta el contexto escatológico de apostasía universal que reina en la actualidad. Nos estamos acercando al momento para el cual Dios creo a nuestro pueblo.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera