El último engaño del Anticristo
Solapas principales
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Si juntamos todo lo que está sucediendo, podemos decir que los rusos estamos viviendo en un mundo aterrador, pues los poderes, entidades, cosmovisiones e instituciones de gobernanza que se autodenominan como “Occidente” colectivo, después del final de la Guerra Fría, son actualmente los únicos que gobiernan el mundo tras la fachada del “liberalismo” y profesan una doctrina teológica y escatológica simplista que interpreta los acontecimientos de la historia secular, el progreso tecnológico, las relaciones internacionales, los procesos sociales, etc., desde una perspectiva apocalíptica.
Podemos decir que el origen de esta forma de pensar es bastante antigua y en ella persisten mitos arcaicos que conviven con la modernización tecnológica y social. Tal forma de pensar siempre ha considerado que los rusos son “espíritus infernales y demoniacos, las hordas del rey Gog que gobierna Magog”, es decir, los representantes del “mal absoluto”. Esta interpretación bíblica del Apocalipsis parte de la condena de los “príncipes de Rosh, Meshech y Tubal” donde cada uno de estos nombres es identificado como Rusia (Rosh), Moscú (Meshech) y Escitia (anteriormente conocida como Tubal). La rusofobia occidental, y especialmente la que persiste en los Estados Unidos, no tiene nada que ver con una preocupación farisaica por las “víctimas del totalitarismo” o la violación de los “derechos humanos”, sino más bien con una “demonización” de la historia, cultura, teología, geopolítica, ética, sociedad, economía, etc., de la civilización de Europa Oriental.
Es por esa razón que deseamos llamar la atención sobre el entramado conceptual que ha ido tejiendo la “ideología occidental” que hoy nos ataca, pues ha sido en Occidente donde nacieron los defensores del capitalismo en lo económico; las ideas filosófico-sociales que justifican el individualismo; la geopolítica atlantista y las diferentes doctrinas escatológicas y apocalípticas “dispensacionalistas” que identifican inequívocamente a Rusia como el “imperio del mal” o un poder negativo cuyo único papel es destruir a Occidente. Este problema es bastante importante y podríamos decir que las guerras mundiales, el colapso de los imperios, la desaparición de pueblos y razas enteras, los conflictos de clase y las revoluciones no son más que episodios de una gran confrontación que culminará finalmente en una batalla apocalíptica final (Endkampf) en la cual se nos ha asignado un papel muy importante. Todas las ideologías occidentales asignan un papel negativo a Rusia y la consideran un chivo expiatorio para todos sus pecados.
Ahora el Anticristo occidental intenta decir que el verdadero “anticristo” siempre ha sido su enemigo planetario y espiritual: el poder telúrico ruso y su misión secreta.