La voluntad rusa
Solapas principales
¿En qué lugar habita la “voluntad” rusa? O. Spengler dijo que los rusos eran un pueblo “estepario” y esta idea se convirtió no solo en un lugar común en Occidente, sino también en Rusia. Según Spengler, la estepa, la “llanura sin límites” o un vasto espacio horizontal, es la forma “pre-simbólica” de la cultura rusa, ya que esta se expande de forma infinita. Spengler sostiene que el alma rusa “no tiene voluntad” porque los rusos entienden por esta palabra todo lo opuesto a los alemanes. La voluntad es para los alemanes una forma de concentración o un esfuerzo dirigido hacia un resultado.
Por el contrario, la “voluntad” rusa está orientada hacia una libertad infinita de poder, una forma de expansión y liberación en todas direcciones. A.G. Dugin retomó estas ideas de Spengler y escribió que “la representación rusa de la voluntad es una evocación del campo, la estepa, el espacio abierto, la luz blanca”. En este sentido, el factor antropológico es mínimo y lo único que existe es la figura solitaria de un vagabundo que deambula hasta fundirse con el paisaje. Es interesante que Pobedonostsev (1) diga lo mismo, pero extrayendo connotaciones éticas diferentes: “Rusia es un desierto helado por el que camina un hombre solitario”. Tal vez no fue Spengler quien pronuncio originalmente esta idea.
Por lo tanto, existe una cierta contradicción: los rusos no son un pueblo estepario y desde tiempos inmemoriales han habitado muchos paisajes. Antes que nada, los rusos son un pueblo rivereño, ya que es común que los ríos se extienden tanto por los bosques como por las estepas. Incluso los rusos que habitan las estepas, como los cosacos, tienen una identidad ligada a los ríos: el Don, el Terek, el Kuban y el Yaik. La canción “Oh, eres una amplia estepa” habla de la “madre Volga” o del río “Don” de los cosacos (como lo podemos ver en su letra). El río siempre está cerca.
Resulta interesante que el historiador ruso del siglo XIX Ivan Yegorovich Zabelin hiciera esta observación:
“La estepa (rusa) está llena de arroyos que fluyen en todas direcciones y es por eso que, a excepción de ciertas elevaciones, las montañas no tienen cresta. A lo largo del cauce de los ríos y los torrentes se forman cúmulos de tierra bastante altos que la población local confunde con montañas. Las colinas de Kiev e incluso las de Vorobyovy en Moscú son ejemplos típicos de estos ríos. Casi todas nuestras ciudades, tanto grandes como pequeñas, están construidas sobre esta clase de montañas, rodeadas por inmensas llanuras o amplias praderas que se extienden más allá del horizonte.
“… Este paisaje es el que caracteriza a las llanuras rusas y lo vemos tanto en el Norte como en el Sur, pero, sobre todo, en medio de nuestro territorio… cerca de los ríos pequeños donde se eleva un espacio majestuoso bordeado por ríos más grandes como el Dniéper o el Volga.
“… Es este paisaje formado por la naturaleza el que se encarga de educar los sentimientos de nuestro pueblo frente a su entorno físico. No cabe duda de que este contorno influye fuertemente en la moral humana. Así que podemos decir que el rasgo típico de nuestra mentalidad y carácter nacional está formado por la sensación de un espacio abierto o de un paisaje plano. Tal vez ello se debe a que durante toda nuestra historia nos hemos visto obligados a buscar este espacio abierto en todas direcciones, incluso más allá de las llanuras mismas. El pueblo ruso ha sido impulsado por este sentimiento y quizás esa es la razón por la que ha extendido desde Kiev y Novgorod hasta llegar al Océano Pacífico”.
Entonces no es la estepa, sino la colina fluvial en medio de una llanura infinita, el paisaje natural de Rusia. Es interesante que A.G. Dugin defina la voluntad rusa usando la metáfora del “viento”. No obstante, el lugar donde se siente todo su poder no es otro que la orilla de un río. Es precisamente allí donde sopla con más libertad el viento el se encuentra el sujeto y la voluntad rusa como expresiones de la libertad y apertura hacia lo infinito. Es en estos lugares donde el cielo parece encontrarse muy cerca, pues no eres tú quien se eleva hacia él, sino que es más bien el cielo el que desciende hacia ti.
Notas:
1. Konstantín Petróvich Pobedonóstsev fue un jurista, político y pensador ruso. Usualmente considerado el principal representante del conservadurismo ruso en los últimos años del régimen zarista, fue el «cardenal gris» que controló la política imperial en el reinado de su discípulo el zar Alejandro III e influyó notablemente en el hijo de este, Nicolás II. Pobedonóstsev tenía la idea de que la naturaleza humana es pecaminosa per se, y consecuentemente rechazaba los ideales de la democracia parlamentaria como «peligrosas ilusiones juveniles y nihilistas». «El poder autocrático es la única manera de preservar la estabilidad social, así procurando que sean los correctos gobernantes, y no una insostenible dictadura del vulgo, los que rectifiquen el camino de un ser humano inherentemente pecaminoso». Consideraba que el constitucionalismo y el liberalismo individualistas eran válidos y adecuados para los países occidentales, en especial Inglaterra, pero no en la Rusia zarista, en la que no se había abolido la servidumbre hasta 1861. Según él, se debía mantener el régimen vigente, realizar reformas graduales y permitir que el desarrollo económico hiciera crecer a Rusia.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera