Este problema no ha surgido ahora, sino cuando Occidente, tras haber recibido por un momento histórico una apariencia de dominio planetario único (tras el colapso de la URSS), fue incapaz de poner en práctica su liderazgo, a raíz de lo cual nuevos polos soberanos -Rusia y China- comenzaron a imponerse.
Ahora que estamos en vísperas del 2024 vale la pena hacer un repaso del panorama mundial y en especial de las principales tendencias geopolíticas. A grandes rasgos, nos encontramos en un momento de transición de la unipolaridad a la multipolaridad y este año la multipolaridad ha sido impulsada por la ampliación de los BRICS-10 (Argentina, que acababa de ingresar a esta organización, se ha salido debido al triunfo del payaso globalista Javier Milei).
La conceptualización del Imperio ha pasado a ser un tema muy relevante, especialmente si tenemos en cuenta conceptos como el de “Estado-civilización” que fue introducido por mi amigo el pensador chino Zhang Weiwei, siendo este un sinónimo de Imperio.
El seguimiento de la multipolaridad es ahora más pertinente que nunca. Es a través del prisma del auge de la multipolaridad y del declive de la unipolaridad como deben interpretarse los grandes acontecimientos mundiales.
Lo ocurrido en la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo es verdaderamente histórico. Aunque el Presidente de Rusia, fundador de los BRICS, no haya participado en ella, no deja de ser un punto de inflexión en la historia moderna. El orden mundial está cambiando ante nuestros ojos. Repitamos el significado de los cambios tectónicos en curso.
En la XV cumbre de los países BRICS se tomó la decisión histórica de admitir a seis países más en la organización: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Así, de hecho, se completó la formación del núcleo del mundo multipolar.
«Hoy se está decidiendo el destino de la humanidad. La arquitectura unipolar del mundo está dando paso a un nuevo modelo alternativo de orden mundial. Se le conoce comúnmente como "multipolaridad". El reconocimiento de un orden mundial multipolar se establece explícitamente en documentos oficiales y declaraciones estratégicas de países como China, Rusia, Irán, Siria, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, Venezuela, Nicaragua. India, así como muchos países islámicos (Pakistán, Turquía, Egipto y, más recientemente, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) se inclinan cada vez más a hacer lo mismo. La multipolaridad es apoyada con entusiasmo por la mayoría de los países de América Latina y África.
Después del fin de las brutalidades de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, el autor británico George Orwell publica una novela titulada 1984. En su novela, Orwell delinea una distopia futura, por vuelta del año 1984, que sería una posible consecuencia de la entonces configuración política mundial, en vísperas de la Guerra Fría, en que el mundo era dividido entre dos grandes polos: el bloque occidental, teniendo como valores el liberalismo y el modo de producción capitalista y teniendo como líder a los Estados Unidos de América; y el bloque oriental, teniendo como valores el comunismo, el modo de producción socialista y teniendo como líder a la Unión Soviética
Antes de desarrollar una Teoría de un mundo multipolar, es necesario revisar las principales teorías de las Relaciones Internacionales (RI). Sin ello, no seremos capaces de encontrar un lugar para esta teoría y de relacionarla dentro de un contexto científico existente. Como hemos dicho antes, no existe una Teoría completa del Mundo Multipolar en el ámbito de las RI. Por lo tanto, para su correcta institucionalización, tenemos que recopilar un vasto material relacionado con otras teorías que por ahora se han convertido en clásicas.
La Teoría del mundo multipolar implica que nos marcamos el objetivo, no sólo de estudiar el fenómeno de la multipolaridad o el proyecto de la multipolaridad dentro de una u otra existente teoría de las RI, sino que tenemos la intención de justificar la nueva teoría, emanada de condiciones radicalmente diferentes de aquellas sobre las que se basan las teorías generalmente aceptadas. Y para ello tenemos que hacer una breve revisión, deteniéndonos particularmente en aquellas entidades cuya inclusión en la Teoría del mundo multipolar es inaceptable, y en aquellas que por el contrario pueden ser adoptadas con algunas modificaciones.
El “orden mundial multipolar” es también repetidamente mencionado en los discursos y escritos de personalidades políticas y periodistas influyentes. Por ejemplo, la ex secretario de Estado Madeleine Albright, quien primero llamó a los Estados Unidos la “nación indispensable”, declaró el 2 de febrero de 2000 que los EEUU no quieren “establecer y hacer cumplir” un mundo unipolar, y que la integración económica ya había creado “un cierto mundo que incluso puede ser llamado multipolar”. El 26 de enero de 2007, en la columna editorial de The New York Times, se escribió abiertamente que el “surgimiento de un mundo multipolar”, junto con China, “ocupa ahora su lugar en la mesa en paralelo con otros centros de poder tales como Bruselas o Tokio”. El 20 de noviembre de 2008, en el informe “Global Trends 2025” del National Intelligence Council de los EEUU, se indicaba que la aparición de un “sistema multipolar global” debe esperarse en un plazo de dos décadas.
La TMM es la inserción del concepto contra-hegemónico en el área teórica específica. Y hasta cierto punto la TMM sigue estrictamente al gramscismo. Pero cuando llegamos al aspecto sustantivo del pacto contra-hegemónico, aparecen diferencias significativas. La más esencial es el rechazo del dogmatismo de izquierda: la TMM se niega a considerar la transformación burguesa de las sociedades modernas en todo el planeta como una ley universal. Así, la TMM acepta el gramscismo y la metapolítica más en la versión de la “nueva derecha” (Alain de Benoist), que en la versión de la “nueva izquierda” (R. Cox). La posición de Alain de Benoist no es exclusivista y no excluye al marxismo en la medida en que es un aliado en la lucha común contra el Capital y la hegemonía. Por lo tanto, en sentido estricto, el término “gramscismo de derecha” no es del todo correcto: sería mejor hablar de un gramscismo inclusivo (contra-hegemonía entendida en sentido amplio como todo tipo de oposición a la hegemonía, es decir, como una generalizadora y etimológicamente estricta “contra”), y de un gramscismo exclusivo (contra-hegemonía en un sentido limitado, como “pos-hegemonía”). La TMM elige el gramscismo inclusivo. Para ser más exacto, esta es la postura de superación de las derechas y las izquierdas más allá de los límites conceptuales de la ideología política moderna que pone de manifiesto el contexto de la Cuarta Teoría Política, fuertemente ligada a la TMM.
Primero, el concepto mitológico del “caos” como una condición opuesta a “orden” es predominantemente un producto de la cultura griega (en otras palabras, la europea). Esta oposición está basada inicialmente sobre la exclusividad del orden, y subsecuentemente, mientras que la filosofía desarrolla y el orden es identificado con racionalidad, el caos se ha transformado completamente en un concepto puramente negativo, sinónimo de irracionalidad, oscuridad y tontería. Es posible un acercamiento al problema de otra forma, sin embargo, en un sentido menos exclusivo, en donde el caos se revelará a nosotros como una entidad que no está opuesta al orden, sino que precede su tensa expresión lógica. El caos no es sinsentido, sino una matriz desde donde es engendrada.
En la cultura europea occidental, el caos es una “mal” unívoco, pero este no es el caso en otras culturas. El multipolarismo rechaza considerar a la cultura europea occidental como universal, y por lo tanto, el caos mismo pierde su imagen negativa unívoca y el orden correlacionado con él como una imagen positiva. El multipolarismo no razona en términos de caos u orden, pero siempre exige explicaciones- qué es el caos, qué es el orden y qué sentido específicamente una cultura ocupa uno u otro término. Sabemos aproximadamente cómo la cultura occidental entiende el caos y el orden, pero ¿cómo lo hace la China, por ejemplo? Ciertamente, la idea de “tao” que es crucial para la filosofía china (“El camino”) es descrita en muchos textos en términos que sorprendentemente nos recuerdan las descripciones del caos. Por lo tanto, el acercamiento polar declara que el entendimiento del caos y del orden va de acuerdo a la civilización y de ninguna forma la concepción occidental no es universal.
P.- ¿Cuál es su opinión acerca de la teoría de la hegemonía estadounidense, es decir, del unipolarismo? ¿Cómo la globalización se vincula a esto? ¿Es bueno o malo para la población del planeta? ¿Cuál es, según Usted, el aspecto principal de este dominio hegemónico? ¿El militar? ¿El cultural? ¿El económico? ¿Algún otro factor o alguna otra combinación de factores?
R.- Es evidente que el proyecto estadounidense de hegemonía unipolar se rige sobre una combinación de factores de variada naturaleza. Ciertamente, hay el factor militar, que consiste en el control global ejercido por medio de una red de bases militar desplazadas en puntos estratégicos. Existe el factor económico, por el cual el trabajo y las riquezas de los pueblos son expropiadas a través de los mecanismos usurocráticos instalados en los EE.UU. Existe el factor cultural: una auténtica colonización del imaginario, del pensamiento y de la vida cotidiana que no se expresa solamente sobre el plano de los símbolos, del arte, de la música, del espectáculo, de la gastronomía, de las diversiones sino, sobre todo, en la heideggeriana “casa del Ser”, o bien sobre el plano lingüístico, tanto es verdad que, aun cuando no estamos obligados a comunicarnos en inglés, introducimos en nuestro discurso préstamos y calcos de origen inglés. Pero también hay un potente factor de tipo "religioso": un mesianismo secularizado fundado sobre una presunta investidura divina de tipo veterotestamentaria, una verdadera y propia inversión paródica, en la que mis amigos rusos sin dificultad detectarán la marca característica del Anticristo.
1. Siguiendo la decadencia y desaparición del bloque socialista de Europa Oriental a finales del pasado siglo, una nueva visión de la geopolítica mundial, basada en una nueva aproximación, se hizo necesaria. Pero la inercia del pensamiento político y la falta de imaginación histórica entre las élites políticas del Occidente victorioso condujo a una opción simplista: la base conceptual de la democracia liberal occidental, una sociedad económica de mercado, el dominio estratégico de los Estados Unidos a escala mundial se convirtieron en las únicas soluciones para todo tipo de problemas emergentes y en el modelo universal que debía ser imperativamente aceptado por toda la humanidad.
2. Ante nuestros ojos emerge una nueva realidad—la realidad de un mundo organizado alrededor del paradigma americano. Un influyente grupo de debate neoconservador en los Estados Unidos contemporáneos se refiere abiertamente al mismo con un término más apropiado – el “Imperio Global” (a veces el “Imperio Benevolente”—R. Kagan). Este Imperio es unipolar y concéntrico por su propia naturaleza. En el centro se encuentra el “Norte rico”, la comunidad atlántica. El resto del mundo—la zona de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, son consideradas como periféricas—se asume que tomará la misma dirección y la misma ruta que los países centrales de Occidente tomaron hace ya largo tiempo.
Estimados señores, colegas y amigos! Permítanme saludar en nombre del pueblo ruso y del Movimiento Eurasiatico Internacional a los participantes del coloquio. Seguro que nuestro proceso colectivo va a ayudar a desarrollar las tácticas y las estrategias para la liberación de los presos cubanos, así como la resistencia contra la agresión de los E.U. en cualquier forma y contra cualquier países. Rusia es también un objeto de la guerra de Washington, a pesar de que esta guerra no se lleva a cabo por los ejércitos o las sanciones económicas, los E.U. llegó a Irak, Afganistán, Cuba, Irán y otros países que intentan decidir la política independientemente y tienen un importante significado geopolítico e ideológico. El legado neoliberal de la era de Boris Yeltsin en la Rusia de hasta ahora es muy tangible. No es sólo por los desequilibrios sociales entre regiones y clases, donde las fortunas de miles de millones de dólares son propiedad de unos pocos oligarcas que recibieron la propiedad de las grandes empresas. A menudo, estas personas se convierten en los objetos de imitación por parte de los jóvenes, casi siempre formando falsos valores.