El Horizonte Iliberal como base y transición al Nuevo Orden Económico Multipolar y su trascendencia para el Perú e Iberoamérica
Solapas principales
1 Introducción: el fin de Fukuyama por el paso de la historia
Fukuyama en 1992 nos dijo claramente que el fin de la historia era la victoria de la democracia liberal por sobre todo el orbe como última fase del desarrollo ideológico humano. Sin embargo, esa misma historia le ha jugado una mala pasada al politólogo estadounidense, en tanto que a la fecha el rechazo de esa forma de sistema político (democracia liberal) y socioeconómico (capitalismo liberal) es cíclico y se agudiza en tiempos de crisis. El mismo Fukuyama ha tenido que aceptar el nuevo escenario en una entrevista que diera a la revista londinense New Statesman en octubre de 2018, en donde refrenda el hecho que las democracias liberales ni siquiera tratan de definir lo que es una buena vida, sino que la dejan en manos de personas que se sienten alienados, sin propósito, y que por eso cada vez más es mayor el fenómeno en donde el pueblo se identifica con proyectos y grupos identitarios que les dan un sentido de comunidad. Pero eso no es todo, ya que, en una total contradicción con lo dicho en 1992, y en una clara muestra de la derrota de Fukuyama por la historia, este concluye que el socialismo debería volver. Desconocemos que entiende Fukuyama por socialismo, sin embargo, allí están sus declaraciones.
En esa misma línea, y cuando pensábamos que ya nada podía hacer que Fukuyama se desdijera aún más, no solo aceptando el retorno de políticas socialistas en determinadas áreas, en otra parte de la entrevista, y para sorpresa del entrevistador y de nosotros también, terminó por aceptar que Marx tenía razón en algunas cosas, ese fue el fin de Fukuyama.
Esto refrenda el hecho que estamos ante un nuevo escenario en la política internacional, bajo una visión que no es lineal, sino cíclica, que no es unipolar, sino multipolar, que no es individualista sino comunitaria, que no es liberal sino iliberal, y que no es capitalista sino anticapitalista o por lo menos orientada a formas alternativas, y que el matrimonio entre democracia y capitalismo (liberales) ha llegado a su fin (surgiendo democracias iliberales y capitalismos dirigidos), el matrimonio que Fukuyama vio como la última frontera, se tornó en sitio de descanso final, ante el inminente divorcio bajo la experiencia de las potencias emergentes, el rechazo a la globalización, la reafirmación del patriotismo como fenómeno popular y el fortalecimiento de las identidades étnicas y culturales de los pueblos.
2 El divorcio entre democracia y capitalismo (liberales) y el nuevo horizonte iliberal
Este divorcio ahora es un hecho consumado y solo sigue el camino de la desintegración, augurando el surgimiento de nuevos sistemas políticos y socioeconómicos, no por la subjetividad de nuestras palabras, sino por la objetividad de los hechos, y nos vamos directamente a las premisas fácticas, parafraseando a Mounk y Foa (2018), en el transcurso de un cuarto de siglo, las democracias liberales han pasado de una posición de fortaleza económica sin precedentes a una posición de debilidad económica sin precedentes…(…). De los 15 países del mundo con los ingresos per cápita más altos, casi dos tercios son democracias no liberales. A ello se aúna la reciente noticia (RT, 13.04.2023) de que los BRICS han superado en creces al G7 en crecimiento económico, respecto del PBI Mundial.
Esto nos reafirma el hecho que las democracias liberales pierden terreno frente a las llamadas democracias iliberales que están teniendo una mayor fortaleza política y económica en la arena internacional y eso comprueba que, como decía Zizek (2018) el vínculo entre democracia y capitalismo está roto.
Dicho esto, queda claro que el nuevo horizonte no es de ninguna forma como Fukuyama lo previó, sino que se acerca cada día más a la visión del filósofo ruso Alexander Dugin, de un mundo multipolar, de una geopolítica de los grandes espacios, de una reversibilidad del tiempo, del advenimiento de una auténtica laocracia y del retorno a una visión comunitaria de la existencia humana como revalorización del ethos particular de los pueblos. Es decir, todo esto significa que el nuevo horizonte, es un horizonte iliberal que augurará el surgimiento de nuevos paradigmas políticos y socioeconómicos.
Es por estas razones que el factor socio-cultural está muy presente en la formación del poder actual de las potencias y de sus particulares sistemas y estructuras políticas y socio-económicas, en tanto han sabido reconocerse como civilizaciones. En lo que al Perú en particular como al continente iberoamericano en general respecta, tenemos todas las herramientas para tornar al continente en una gran potencia emergente, sin embargo, el Perú, como las democracias iberoamericanas en general, aún están en una transición a modelos cada vez más iliberales producto de las constantes luchas con sus oligarquías locales que por lo general siempre han sido serviles y funcionales a los modelos de democracia y economía liberales, particularmente neoliberales. Sin embargo, cada día se reafirma la voluntad nacional de optar por modelos iliberales (es decir, no-liberales) tanto en lo político como en lo económico, para efectos de trocar la posición económica de las naciones iberoamericanas siempre relegadas a la función de simples productores de materias primas, y no de productos manufacturados con valor agregado en la división internacional del trabajo.
3 El horizonte iliberal como etapa de transición a la Cuarta Teoría Económica
Volviendo a las potencias emergentes, es esta la razón por la que se habla cada vez más de democracias iliberales en detrimento de la democracia liberal, así como la razón de que se hable de capitalismo con valores asiáticos, de economía social de mercado o de socialismo con características chinas en detrimento del capitalismo liberal habitual. Es decir, sistemas políticos y económicos que se muestran como alternativas mixtas ante el fracaso de la tricotomía globalizante (en referencia al individualismo como propuesta ético-moral, a la democracia liberal como sistema político y al capitalismo liberal como sistema económico), y que está (tricotomía como decía Alain de Benoist, 2002) por su misma naturaleza totalitaria siempre es ajena e indiferente a las herencias culturales, las identidades colectivas, los patrimonios y los intereses nacionales.
Es en este escenario que la Cuarta Teoría Política de Alexander Dugin se está comenzando a manifestar también en el plano económico como Cuarta Teoría Económica (la cual está basada en tres principios que inferimos a nuestro parecer, que sin ser limitativos, consideramos los centrales, como síntesis derivada de la exposición que Dugin hace respecto al tema: 1 Principio integral tanto del trabajador como sujeto como del trabajo como actividad; 2 Principio de interpretación escatológica de la realidad económica; y 3 Principio de equilibrio entre producción y consumo), en tanto no puede ser ajeno al hecho que si se parte del reconocimiento que el liberalismo se ha tornado en la única realidad existencial de la posmodernidad y que vivimos un tercer totalitarismo, no puede también dejar de aceptar que el capitalismo liberal es el sistema económico predilecto de esta realidad posliberal (en su tercera fase de capitalismo financiero).
Finalizando la presente, la Cuarta Teoría Económica como nuevo horizonte de interpretación de la economía, es precisamente eso, una guía de acción para una nueva orientación ontológica de la economía, y como guía se enriquecerá de las tradiciones y costumbres de los pueblos ancestrales y en ello su trascendencia tanto para el Perú como para el resto del continente iberoamericano en sus procesos de potenciamiento emergente para formar parte de esta naciente realidad multipolar con dignidad civilizacional. Es por ello que en el Perú los estudios políticos y socioeconómicos orientados cuarto teóricamente han derivado en la creación del Crisolismo como teoría política y económica peruana que integra las guías de acción de la Cuarta Teoría Política en general con el pensamiento andino en particular, y enello con la tradición ancestral peruana, con el Dasein peruano, el Dasein Andino- Amazónico al que también se agrega la tradición hispánica producto del sincretismo cultural, ya que, como el pueblo peruano, en lo que respecta a las formas políticas y económicas del mundo andino, como p.ej. en el tiempo de los Incas, siempre estuvieron guiados por dos principios: reciprocidad y redistribución. Son estos dos principios los que dieron forma al Tawantinsuyo como Imperio Hidráulico (en referencia al servicio y al sistema de administración del agua en el Imperio) que, con los matices del caso, sus vestigios, luego de casi 1,600 años, aún siguen en funcionamiento hasta nuestros días, aun beneficiando a muchas poblaciones locales. Eso es por lo que luchamos, un sistema político y socioeconómico para la eternidad.