Rusia no es un país…es una civilización
Solapas principales
El pensamiento del filósofo ruso Alexander Duguin
El día 26 de abril de 2019, en una mañana lluviosa, invitados por la Dra Tamara Yevtushenko, coordinadora de la Cátedra de Rusia del Instituto de Relaciones Internacionales, tuvimos el privilegio quien escribe junto al colega Felipe Rodríguez del Equipo Diario El Minuto Argentina, escuchar la genial disertación dada por el pensador ruso Alexander Duguin, académico de renombre y cuyo prestigio se ha extendido fuera de Rusia desde hace largo tiempo. En su disertación nos habló del concepto de Eurasioanismo, del rol de Vladimir Putin en Rusia, de globalización, del valor de la geopolítica, la necesidad de recuperar valores, del multilateralismo como herramienta para enfrentar al neoliberalismo, que considera herramienta de dominación y destrucción de valores tradicionales.
La conferencia – que no tuvo desperdicio alguno – comenzó con la presentación de las actividades de la Cátedra de Rusia, por parte de la académica Dra Tamara Yevtushenko, quien previamente nos había comentado personalmente, de la creación reciente de dicha Cátedra en el marco del prestigioso Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.
Las actividades de la Cátedra son diversas, destacándose la enseñanza del idioma ruso, con apoyo oficial de la prestigiosa Universidad Estatal de San Peterburgo, otorgar becas, además de actividades de difusión de la cultura e historia rusa. Próximamente será publicada una entrevista a la Dra Yevtushenko, quien nos ilustrará con más detalle la intensa actividad de la Cátedra de Rusia en Argentina, que por cierto, ya tiene impacto regional.
El Dr Alexander Duguin, es un autor prolífico, académico de prestigio en Rusia, desarrollando su actividad académica en la Universidad Estatal de Moscú. En Argentina ha disertado en conferencias dadas en la Universidad Nacional de Buenos Aires, la central sindical Confederación General del Trabajo y la Escuela Superior de Guerra del Ejército. Es un reconocido experto en geopolítico, y ha sido reconocido como uno de los grandes defensores de esta rama de las ciencias sociales, al sostener con sólidos argumentos su vigencia en el actual contexto.
El disertante señaló que para comprender la Rusia de hoy, había que indagar en la historia del país, dejando en claro que Rusia no era un país occidental, sino oriental, con una estructura de valores que surge de la propia religión cristiana ortodoxa. Una de las principales diferencias, es que el caso de Occidente, la religión, es algo alejado. Hizo especial hincapié en una Europa distanciada del cristianismo, secularizada y dominada por elites neoliberales, considerándolo un factor de decadencia, como también una situación que facilita el dominio anglosajón.
En Rusia esto ha cambiado desde la caída del régimen soviético en 1991. El fin del comunismo, que Duguin definió como una versión secularizada de la ortodoxia rusa, una verdadera creación original, que tomando del marxismo, lo convirtió a la peculiar realidad rusa, claramente diferenciado de occidente. El Dr Duguin sostuvo que estas diferencias provienen de la concepción rusa de la idea de hombre y su rechazo al individualismo tan difundido en Occidente.
Dado la influencia de la fe ortodoxa, la ide ad e sujeto u hombre es un concepto colectivo, que surge de la aldea, familia, mientras que el pensamiento cristiano protestante, es netamente individualista, lo que de alguna manera contribuyó al desarrollo del capitalismo y el liberalismo. Duguin señaló que la fe católica romana, tiene puntos de conexión con esta visión de la fe ortodoxa, que rechaza el individualismo. Esto servirá de argumento más adelante, para señalar al neoliberalismo y la “globalización” como enemigos del catolicismo, como también por supuesto de la fe ortodoxa rusa.
El choque del liberalismo en Rusia llegará en una primera instancia con Pedro El Grande, célebre zar que en los libros de historia que hemos leído es mostrado como un “modernizador”, pero que Duguin, le da otra visión de la historia.
Para el la modernización de Pedro El Grande, fue un retroceso en los valores rusos tradicionales. La nobleza, se alejó de la cultura rusa, al adoptar en la educación de sus integrantes idiomas francés o alemán (el francés era algo usual en la educación en la aristocracia, era símbolo de cultura, generaba estatus), generó una brecha con la base social de Rusia, el campesinado. A partir de este momento, Duguin, dice que los nobles actuaron de la misma manera que los “colonizadores” europeos en América, Asia o África, y los campesinos fueron tratados de la misma manera, sumergidos en un régimen de esclavitud, institución propia del capitalismo en sus inicios.
Incluso considera que la idea de totalitarismo, surge en Occidente. La Rusia posterior a Pedro El Grande estaba compuesta por una elite, estrechamente ligada a intereses foráneos y una masa de población sometida.
Esta situación intentó revertirse en el siglo XIX. El comunismo, fue un intento de restablecer esa idea de “colectividad” que existió en algún momento de la historia rusa, pero modificada e incluso desnaturalizada, por las características ateas del comunismo.
La caída de la Unión Soviética, abrió paso al ingreso del “liberalismo” y “modernización”, ideas que considera abiertamente negativas, que por su origen, chocan con las bases culturales e históricas de Rusia. El régimen de Boris Yeltsin, llevó al país a vivir una profunda crisis, casi caótica.
Relata no solo el drama de la guerra de Chechenia, sino las tendencias separatistas de las repúblicas federadas de Komi, Tatarstán, que abiertamente hablaban en sus constituciones de potestades soberanas. Rusia iba ser engullida por la globalización, y por ende las posibilidades de su continuidad como estado nación unificada, corría peligro. El neoliberalismo no reconoce fronteras, ni identidades, dado que se sustenta en el individualismo, propio de la ética protestante, ajeno al ser nacional y cultura rusas.
En el medio de esta crítica situación, irrumpe en la escena Vladimir Putin, gobernante enérgico, quien comprende no solo la realidad geopolítica, sino que los valores liberales occidentales eran incompatibles con Rusia. Su política de “regeneración” nacional, donde Rusia volvería a sus valores, destacándose el auge de la iglesia ortodoxa, que luego de décadas de persecución bajo el comunismo, ante el vacío ideológico dejado, la iglesia ocupó el rol histórico que ha tenido en la sociedad rusa.
A nuestro juicio, la Iglesia ortodoxa, sin ninguna duda, ha sido un factor de cohesión nacional, de transmisión de valores, adquiriendo un rol político cada vez más creciente, que trasciende las fronteras nacionales. La reivindicación de una idea de una “Rusia ortodoxa” tiene que ver para reafirmar una identidad claramente diferenciada de Occidente y de la avalancha de la globalización.
Esa regeneración nacional y reafirmación de la identidad, permitió terminar con las fuerzas secesionistas dentro de la Federación, como el caso de Chechenia, donde el Dr Duguin, reconoció la energía con que fue suprimido el separatismo (que aunque no lo mencionó estaba siendo cooptado por el integrismo islámico). El ejemplo chechenio y la respuesta dada desde Moscú fue un mensaje claro a otras entidades federales que aspiraban a separarse.
Duguin nos habló de un retorno a valores que tienen que ver con tiempos que son anteriores a Pedro El Grande, a quién considera el responsable de una suerte de ruptura en la historia del país, que provocaría una fractura en la sociedad e introducir valores totalmente ajenos, además de arrastrar a las elites gobernantes a influencias ajenas, especialmente occidentales. Ese reencuentro de los rusos con sus raíces más profundas, encarnadas muchas veces en el discurso político del presidente Putin, ha sido garantía de estabilidad y unidad nacional. Este retorno, no solo se traduce en lo cultural, sino que tiene impacto en lo político, como veremos en el caso de la anexión de Crimea y el conflicto con Ucrania.
Es por ello que Rusia rechaza la globalización propugnada por diversos pensadores occidentales, donde Duguin critica abiertamente a Francis Fukuyama, con el llamado “fin de la historia”, dado que Rusia es un ejemplo de reafirmación de su identidad nacional, que para Duguin, por sus características, trayectoria histórica, la religión, Rusia no es un país, sino una civilización. El avance de la globalización es entendido como herramienta de dominación, por ello citó ejemplos históricos como el caso del colonialismo europeo. La globalización podría entenderse, siguiendo el pensamiento de Duguin, como un enfrentamiento entre las potencias marítimas anglosajonas y las naciones continentales. El pensador ruso, señala que el renacer de Rusia como potencia global, pone de relieve el valor de lo que el llama “eurasianismo”. Una corriente que rechaza la globalización neoliberal, reafirma identidades nacionales en el marco del llamado multilateralismo.
Duguin reconoció que uno de los factores que ha permitido a Rusia tener voz en el concierto de las Naciones, ha sido contar con poder nuclear y el mantenimiento de una disuasión creíble, acompañado de una hábil política exterior, donde Moscú sostiene la idea de multilateralismo. Según el conferenciante, este concepto, donde no existe un poder hegemónico y se respeta las individualidades, ha sido tomado de manera positiva por países del Medio Oriente, destacándose Irán y China. Duguin explica el auge del extremismo islámico como una respuesta radicalizada a la expansión neoliberal y la globalización que pone en riesgo la existencia de valores de la fe musulmana y la cultura también de países islámicos.
Vladimir Putin es mostrado como una suerte de “fuente de inspiración” por su política exterior y la defensa de la idea del multilateralismo. China siguió los pasos de Rusia, bajo su peculiar modelo liderado por el partido Comunista chino, al que define no como marxista, sino como maoísta confucianismo. India es mostrada como ejemplo en el marco de la adhesión al multilateralismo, dado su cultura e historia, que la lleva a rechazar la globalización planteada desde determinados centros hegemónicos de poder, en manos de las potencias anglosajonas, especialmente Estados Unidos. En Europa Occidental, Duguin ve como algo positivo el avance de los llamados populismos tanto de izquierda como de derecha, que rechazan la globalización, cita el ejemplo de Italia y Alemania. En el segundo caso, resaltó el avance de la Alternativa por Alemania o AfD – considerado por muchos como de extrema derecha y xenófobo – como respuesta a ese avance globalizador, que no es más que herramienta de control del mundo anglosajón. Considera Alemania como un país “ocupado” y que no es realmente independiente, mientras el neoliberalismo siga presente y controle los resortes de poder.
Hizo una defensa de una acercamiento entre Alemania y Rusia, en el marco del concepto geopolítico que conocemos como “Isla del Mundo” continentalista, en contraposición de las “talasocracias” sajonas. Es verdad que muchos políticos europeos se plantean la necesidad de acercarse a Rusia, como ejemplo de puesta en valor de su identidad nacional y de rechazo al “cosmopolitismo” del mundo neoliberal. También, aunque no se diga abiertamente, la nueva Rusia que reivindica sus raíces cristianas, ha sido una suerte de freno y sustento ideológico contra nuevas corrientes de pensamiento que van desde la cuestión de género, visiones críticas sobre la familia tradicional, pasando por el islamismo radical, con un discurso muy agresivo hacia lo cristiano (recordemos las matanzas de cristianos en atentados terroristas y por parte de las huestes del ISIS en Siria e Irak).
En lo referente a Trump, envuelto en una tormenta política por el presunto apoyo de Putin a su candidatura, Duguin, sostiene que la imagen de líder fuerte y defensa de determinados valores, especialmente de afirmación de la identidad nacional, influyó en el votante conservador de Estados Unidos, para elegir a Trump, que salvando las distancias, defiende ideas parecidas en algunos aspectos, especialmente en materia de identidad nacional y reivindicación de las raíces cristianas del país, mostrando a la candidata Hillary Clinton como una herramienta de los neoliberales.
El neoliberalismo fue mostrado, no solo como arma de dominación, sino también de promoción del caos, sobre el cual se benefician las potencias anglosajonas. Este caos es promovido a través del tráfico de drogas, la ideología de género, el ataque a la iglesia – considera que la Iglesia Católica es un objetivo a destruir por el neoliberalismo – las identidades y culturas nacionales.
Volviendo al ataque a las iglesias tanto ortodoxa como católica romana, Duguin, nos habla que este movimiento globalizador, que promueve el individualismo, la destrucción de identidades nacionales y su reemplazo por un capitalismo salvaje, es comparable al Anticristo. Palabras elocuentes que ponen de manifiesto el convencimiento que tiene el Dr Duguin, sobre una verdadera guerra que va mas allá de lo político o económico, sino que es algo más profundo, tiene que ver con el plano cultural y religioso.
En el auditorio preguntan sobre América latina y este conflicto contra el avance globalizador. No duda que colocar a Mauricio Macri y Jair Bolsonaro como representantes del neoliberalismo. Sostiene que la Iglesia Católica y especialmente el Papa Francisco tienen un rol importante de denunciar el avance de esta corriente. Resaltó el rol que tuvo en su momento la teología de la liberación. Defendió la figura del general Juan D. Perón, especialmente por la defensa de la Tercera posición y vió como algo positivo, al peronismo como herramienta antiglobalización.
Una visión que seguramente tiene que ver con esa idealización que existe del movimiento creado por Perón a fines de los 40. El peronismo se alejó de su fundador – líder autoritario y populista – para terminar aplaudiendo y abrazando el neoliberalismo que endeudó y empobreció al país en los 90, asimismo resaltó el rol de la izquierda nacional en América Latina.
Defendió la necesidad de la unidad regional, sobre la base de una reivindicación del rol del catolicismo, no solo en lo religioso, sino cultural y de la hispanidad de nuestra América de común origen. Especial valor le da a la religión, la cultura y la defensa de valores tradicionales, como la familia. Ve a la Argentina como actor clave en un proceso de cambio de América Latina en su lucha contra la globalización neoliberal.
Indicó que es preciso educar clases dirigentes, que deberán hacer frente al caos que exporten los poderes hegemónicos globales, para la reconstrucción de la identidad hoy tan degradada. Esto nos llamó la atención de manera positiva, Duguin considera que la Argentina podría tener un rol importante en la región, dado que por ser una sociedad al estilo europeo, su nivel cultural e intelectual alcanzado, está llamada a tener una posición de liderazgo. Interesante debate para quienes sueñan con la Argentina del futuro.
Compartimos la idea de Argentina como referente regional por varios motivos, puede tener un rol de liderazgo positivo, siendo un actor de cambio y ejemplo para superar los males que postran a nuestra América latina. Cabe destacar que alguna vez la Argentina fue la primera potencia de América Latina, lugar que fue perdiendo paulatinamente a partir de los años 50/60.
Muy interesante la explicación dada sobre la cuestión de Crimea y el conflicto de Ucrania, donde el Dr Duguin se remontó a los tiempos del principado de Rus de Kiev, del proceso de reconquista de las tierras ancestrales eslavas a los turcos otomanos, polacos y austríacos. Explicó de manera brillante las razones porque Ucrania es una creación “artificial” herencia de movimientos nacionalistas de fines del siglo XIX y la Unión Soviética.
Los argumentos de Duguin sobre Crimea, pone de relieve lo que muchos pensamos hace tiempo, que la anexión, era consecuencia de una historia. Asimismo, vemos que la actitud de Ucrania es un verdadero suicidio geopolítico. La paz en ambos países, está estrechamente ligado a convertirlo en un verdadero puente entre Rusia y la Unión Europea, convirtiéndose en una suerte de territorio neutral. El conferenciante no dudó en criticar al presidente Putin por una postura poco clara en el conflicto del este de Ucrania, que considera parte histórica de Rusia.
No cabe duda que el futuro de Ucrania, tanto su desarrollo como seguridad está estrechamente ligado a Rusia. ¿Eurosianismo no será una visión adaptada de Rusia como protectora de los pueblos eslavos? Pregunta que nos quedo en nuestra mente cuando salimos de escuchar la magistral conferencia dada por Duguin.
El auditorio estaba lleno, la conferencia ha sido sumamente interesante, que ha permitido conocer de primera mano una visión de Rusia, lejos de los tradicionales prejuicios y con sólidos argumentos históricos. No cabe duda, que el presidente Putin es un antes y un después en Rusia, dándole a este país un rol de carácter global. El presidente Putin tiene desde hace tiempo un lugar en la historia. La experiencia de Rusia, como mostró el Dr Alexander Duguin, plantea ideas muy importantes para promover un debate constructivo, para la regeneración nacional de nuestros países de América Latina, que desde hace mucho están atrapados en el subdesarrollo y postergación.
También queda abierto el debate sobre el rol que puede tener Rusia en la región, en el marco del multilateralismo, pudiendo ser una herramienta para romper con décadas de hegemonía estadounidense en la región.