Los intereses y valores que defienden Rusia y la Anti-Rusia
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27.03.2022
La importancia global del conflicto en Ucrania
El destino del mundo se está decidiendo en Ucrania y no se trata de una simple lucha entre dos potencias que están repartiéndose los restos que quedan, sino de un punto de inflexión que cambiará la historia misma.
Normalmente, se tiende a desligar los intereses de los valores, pues los primeros tienen que ver con el equilibrio político y geopolítico, mientras que los segundos hacen parte de los ideales defendidos por una civilización. No obstante, no existen conflictos militares donde ambas dimensiones se vean entrelazadas por lo que los valores muchas veces vienen acompañados de la necesidad de cumplir ciertos objetivos pragmáticos. Ahora bien, en esta guerra contra Ucrania tanto los intereses como los valores por los que lucha Rusia atañen a todos los habitantes del planeta y eso es lo que nos lleva a sostener que no se trata de un mero conflicto local.
Ucrania ha fracasado en su intento de crear un Estado-nación
¿Qué es Ucrania? Un Estado-nación que (presumiblemente) tiene intereses racionales y defiende unos valores e ideales. Ucrania tuvo la oportunidad de convertirse en un Estado-nación justo después del colapso de la URSS, pero tuvo que enfrentarse al hecho de que jamás había existido como Estado independiente. Fue por esa razón que tuvo que dar los primeros pasos para crear su propia identidad. Sin embargo, en su territorio habitaban dos pueblos muy distintos: uno occidental y otro oriental. El primero se considera así mismo como una etnia independiente, mientras que el segundo hacia parte del mundo ruso y se había separado de este de forma arbitraria. La única forma en que podía construirse un Estado-nación ucraniano era que ambas mitades llegaran a un acuerdo entre ellas, pero el nacionalismo ucraniano llegó al poder durante la revolución naranja de 2004-2005, momento en que la parte occidental de Ucrania decidió deponer al candidato presidencial de la parte oriental.
Fue a partir de ese momento que la geopolítica o la Gran Guerra de los Continentes comenzó a actuar. Occidente vio que la independencia (accidental) de Ucrania era la oportunidad perfecta para crear un enclave antirruso en este territorio y de ese modo contener el probable resurgimiento de Rusia después de la disolución de la URSS, ya que este renacimiento de Rusia era inevitable y Occidente debía preparase para cuando eso sucediera. Occidente apoyó a las fuerzas que existían en Ucrania occidental, financiando su autonomía cultural en contra de la otra mitad de Ucrania que era prorrusa.
La génesis geopolítica del nazismo ucraniano
Fue a partir de este momento que surgió la idea de que la identidad de la Ucrania occidental se convirtiera en la identidad de toda Ucrania. Pero para conseguir esto se debía, en el peor de los casos, llevar a cabo un genocidio de la parte oriental de Ucrania. Con tal de acelerar la formación de una nación ucraniana que jamás había existido, Occidente decidió tomar medidas extremas y por eso financió toda clase de proyectos con tal de crear una “única nación” de la cual fueran suprimidos cualquier clase de sentimientos prorrusos que todavía existieran en el Este de Ucrania y tomaron la decisión de recurrir a la ideología nazi. No es la primera vez que Occidente recurre a tales tácticas, pues ya durante la Guerra Fría habían financiado en el mundo islámico a toda clase de fuerzas antisoviéticas (y luego antirrusas) como el fundamentalismo musulmán (de Al Qaeda e ISIS) al que dieron dinero y armas.
El nazismo ucraniano no sólo fue un partido y un movimiento extremista atípico reducido a fantasías individualistas, sino que era antes que nada una ideología alimentada por Occidente a lo largo de toda la década de 1990. Occidente perseguía el nazismo en sus países, pero los liberales más radicales (Soros, Bernard-Henri Levy, etc.) co-fraternizaban abiertamente con el nazismo ucraniano. Occidente consideraba que la nazificación de Ucrania permitiría la creación de una Anti-Rusia que le sería útil: la preservación de una sociedad democrática en Ucrania, que tuviera en cuenta al Este de ese país, no permitiría la aparición de semejante proyecto (o al menos lo retrasaba).
Sin embargo, la reunificación de Rusia con Crimea y el levantamiento prorruso del Donbass prorruso alteró esta ecuación. La Primavera Rusa intentó dividir a Ucrania en dos mitades, pero este proyecto fue desechado por varias razones.
El nacimiento del nazismo ucraniano
El ascenso del nazismo prooccidental ucraniano tuvo varias etapas. La primera de ellas fue el nacimiento de partidos nacionalistas durante la década de 1990 cuando una gran cantidad de propaganda rusofóbica terminó por influir fuertemente en la juventud. Esta identidad ucraniana tenía dos caras:
- Una que coqueteaba alegremente con Occidente,
- Y otra que odiaba a Rusia rescatando a personajes como Bandera y Shukhevich.
Este nacionalismo ucraniano terminó por estallar durante la revolución naranja del 2004-2005, cuando la mitad Occidental de Ucrania se rebeló contra el triunfo del candidato presidencial de Ucrania Oriental. Yushchenko, el candidato de la mitad occidental, llegó al poder gracias al apoyo de las fuerzas nacionalistas y liberales, pero su gobierno fue un completo fracaso, y fue sustituido por el candidato prorruso: Yanukovich. No obstante, durante este período continuó difundiéndose el nazismo y Occidente siguió intentando crear una Anti-Rusia.
La alianza entre el nazismo y el liberalismo
El punto de inflexión más importante se produjo durante el Maidan que aconteció en el año 2013-1014, momento cuando Occidente apoyó abiertamente al nazismo ucraniano y financió el golpe de Estado que llevó al poder a una alianza rusofoba formado por nazis y liberales. Los oligarcas liberales Poroshenko y Kolomoiski convirtieron a Ucrania en un perfecto Estado nazi al cual Occidente le exigía que siguiera al pie de la letra sus planes.
Como resultado de todo esto, se produjo la Primavera Rusa, momento en que Rusia se reunificó con Crimea y se levantaron las regiones prorrusas del Este de Ucrania. La Primavera Rusa esperaba dividir a Ucrania en una parte Occidental pro-europea y una Novorossia prorrusa, manifestándose así las dos identidades que existían en tal país, pero este proceso fue obstaculizado. Fue entonces cuando Kiev comenzó el proceso de ucranización del Este del país a través de un genocidio sistemático de las poblaciones no solo del Donbass (Donetsk y Lugansk), sino de toda Novorossia. Occidente no solo permitió esto, sino que lo apoyó de todas las formas en que pudo, haciendo a un lado la defensa de sus valores en nombre de sus propios intereses. Así que la geopolítica (el atlantismo) resultó mucho más importante que la defensa del liberalismo.
Esta ideología nazi-liberal en Ucrania se convirtió en un imperativo que Occidente intentó usar a su favor, por lo que decidió bloquear en todos los medios controlados por ellos (Youtube, facebook, twitter, Instagram, Google, etc.) las voces que denunciaban esto.
El nacimiento de una Anti-Rusia
La sociedad ucraniana fue penetrada por toda la basura occidental: ideología de género, LGBT+, promoción más o menos irrestricta de las drogas, postmodernismo (considerado por los ucranianos como una forma de nihilismo y cinismo total), cultura de la cancelación, feminismo, wokeismo, etc. Ucrania se convirtió para el 2022 en la Anti-Rusia, aunque sus intereses nacionalistas giraban alrededor de los siguientes imperativos:
- Recuperar Crimea y el Donbass
- Adhesión a la OTAN,
- Exterminar a toda la población del Este de Ucrania,
- Desarrollar armas nucleares y biológicas que serían utilizadas contra Rusia,
- Crear una ideología nazi-liberal rusofóbica que combinará el occidentalismo con el liberalismo.
En definitiva, estos son a grandes rasgos los intereses y valores que hoy defiende Kiev. Occidente apoya totalmente a Kiev, pero no está dispuesto a iniciar una confrontación nuclear con Rusia. No obstante, Occidente ha conseguido convertir a Ucrania en una especie de Anti-Rusia que haga esto por él.
La rusofobia como ideología del globalismo
Resulta interesante que en medio de la operación especial rusa en Ucrania Occidente ha encontrado la manera de justificarse así mismo, pues no solo está justificando sus intereses geopolíticos sino también el nazismo ucraniano. La reciente fotografía que Bernard-Henri Levy, ideólogo del liberalismo global y ferviente partidario del Great Reset, se tomó con Maxim Marchenko, neonazi y antiguo jefe del batallón “Aidar” que ahora es el jefe de las operaciones militares en Odessa, resulta muy disiente. Podemos considerar que este hito marca el momento en que Occidente acepta que el liberalismo y el nazismo deben estar unidos contra Rusia. Quizás eso explique porque los medios de comunicación occidentales – YouTube, Facebook, Twitter, Instagram, Google, etc. – han silenciado a las voces que critican esta política y promocionan a todo aquel que odia a los rusos. Por supuesto, todos estos medios han sido declarados “organizaciones terroristas” en la Federación de Rusia y han sido prohibidos. Es así como la rusofobia sistemática se ha convertido en el mínimo común denominador que une a los nazis y los liberales.
Por otro lado, Occidente ha lanzado una campaña propagandística que equipara a Rusia con la Alemania “nazi” y declara una cruzada en su contra. Por supuesto, los nazis antirrusos “no son realmente nazis”, y eso a pesar de que usan sus símbolos y cometen sus mismos crímenes: genocidio, ejecuciones, torturas, violaciones, tráfico de niños y de órganos, limpieza étnica, etc.
Si Rusia quiere preservar sus propios intereses en Ucrania debe destruir por completo a la Anti-Rusia. Por el contrario, Occidente debe fortalecer todo lo que pueda esta Anti-Rusia con tal de destruir a Rusia.
Los intereses y valores de Occidente: hegemonía, totalitarismo liberal y rusofobia
Podemos decir que el actual conflicto que Occidente esta librando se basa en el cumplimiento de los siguientes objetivos:
- Ampliar la OTAN,
- Preservar la unipolaridad,
- Fortalecer la globalización y convertir a la humanidad en una masa al servicio de un Gobierno Mundial (el proyecto de la Gran Reconstrucción),
- Preservar la hegemonía de los Estados Unidos.
Con tal de conseguir estos objetivos, Occidente intenta imponer sus valores al resto del mundo:
- Liberalismo,
- Globalismo,
- Individualismo,
- Supresión de toda disidencia,
- Promoción de la ideología LGBT+, feminismo y transgénero,
- Promoción del postmodernismo y destrucción deliberada del patrimonio cultural clásico,
- Wokeismo o ataque a todo aquel que denuncie el liberalismo (calificados como enemigos de la sociedad abierta que cometen un delito de pensamiento),
- Post-humanismo y digitalización de la consciencia humana (este es el proyecto de Meta, organización que ha sido declarada como terrorista por la Federación de Rusia),
- Y nazismo rusofobo.
La ideología nazi-liberal antirrusa ucraniana ha comenzado a penetrar en Occidente donde ahora la rusofobia es obligatoria, por lo que quienes no estén de acuerdo con ella serán perseguidos penalmente y castigados. El perro ucraniano ha comenzado a mover su cola gracias a los mimos que recibe de Washington. Ahora bien, después de que Rusia lanzara su operación militar sobre Ucrania el nazismo se ha fusionado definitivamente con el liberalismo (rusofobia total).
Rusia defiende el mundo multipolar
Ahora bien, ¿cuáles son los intereses defendidos por Rusia? Geopolíticamente, Rusia rechaza categóricamente el globalismo, la unipolaridad y la hegemonía occidental. Esto se traduce en la práctica en una fuerte resistencia contra la ampliación de la OTAN hacia el Este y en la condena de cualquier clase de presión sobre Rusia. Moscú desea el nacimiento de un mundo multipolar donde Rusia pueda convertirse en un polo independiente y soberano. Para llevar a cabo tal tarea cuenta con el apoyo de Pekín y varios países islámicos y latinoamericanos. La India también está tomando un camino parecido. Es muy probable que el resto de los países -incluyendo Europa y Norteamérica – terminen por aceptar este modelo y se unan a la construcción del mismo.
Si Rusia quiere conseguir este objetivo, primero debe eliminar a la Anti-Rusia que surgió en Ucrania. Por supuesto, Occidente pretende hacer todo lo contrario y es por eso que Rusia choca directamente con él. En un principio el gobierno ruso intento solucionar este conflicto de forma pacífica, pero no funcionó y ahora hemos entrado en una confrontación militar directa. El atlantismo y el eurasianismo luchan su batalla final en Ucrania, confirmando con ello las teorías geopolíticas clásicas que han sido defendidas tanto por Mackinder como por Putin. Como dijo correctamente Brzezinski en la década de 1990 “sin Ucrania, Rusia jamás será capaz de volver a levantarse”. Los estrategas de Moscú decidieron que había llegado la hora de que Rusia renaciera y volverá a ocupar Ucrania.
Los valores que defiende Rusia: la Tradición, el Espíritu y el Hombre
No obstante, ¿cuáles son los valores que defiende Rusia? Occidente y Kiev luchan por la instauración de una síntesis patológica (desde el punto de vista de la politología) del liberalismo y el nazismo.
Los globalistas liberales odian a Rusia debido a su defensa de la soberanía y su rechazo de la unipolaridad, lo cual debilita la globalización y la hegemonía occidental. Por su parte, Kiev odia a Rusia porque protege a las poblaciones del Este de Ucrania e impide de ese modo la creación de una nación ucraniana. Debido a que sus intereses coinciden, el nazismo y el liberalismo ucraniano se han unido en su odio contra Rusia y llaman al exterminio físico de todos los rusos, empezando por el presidente Putin hasta llegar a los bebés, mujeres y los ancianos, todo ello sazonado con dosis de propaganda LGBT+, defensa del matrimonio homosexual y posmodernismo: estos son los valores difundidos por una civilización que desprecia al mundo ruso.
En cambio, Rusia defiende en primer lugar valores tradicionales como el poder, la soberanía, la fe, la familia, el ser humano y las particularidades culturales. En segundo lugar, Rusia insiste en que es necesario proteger a los rusos en Ucrania, quienes se ven amenazados por el exterminio y son víctimas de un genocidio sistemático. En tercer lugar, Rusia defiende el eurasianismo y a todos los diferentes pueblos y culturas que existen en este espacio geográfico, rechazando categóricamente el nazismo y el racismo. Además, Rusia reconoce que todos los pueblos y sociedades del mundo deben seguir su propio camino y construir su propia sociedad en tanto que esto no se haga a costa de Rusia y los pueblos que ven a Rusia como su arca de salvación. A grandes rasgos, estos son los valores que defiende Rusia en contra del nazismo y el liberalismo.
La civilización rusa vs la civilización antirrusa
Podemos decir que tanto los intereses como los valores de ambos polos no coinciden en absoluto y que esta lucha afecta a todos los pueblos y sociedades que existen en todo el mundo, adquiriendo una escala planetaria. Este choque entre dos sistemas (el nazi-liberalismo defendido por Occidente contra Rusia) han creado un conflicto bastante intenso, especialmente si tenemos en cuenta que Rusia afirma la creación de un mundo multipolar y la existencia de otras civilizaciones como la china, la islámica y la occidental (mientras estas no defiendan el nazismo o el globalismo liberal).
Podríamos decir que esta operación para desnazificar a Ucrania afecta a todos los demás países y Rusia no puede tolerar ninguna clase de rusofobia en ninguna parte del mundo. Se trata de una cuestión de principios donde la civilización rusa y la antirrusa chocan por completo.
El destino de la quinta columna rusa
La quinta columna rusa intentó rebelarse en contra de la operación militar especial en Ucrania, pero que fue rápidamente detenida y terminó huyendo al extranjero. Ahora también la sexta columna, que había conseguido camuflarse dentro del sistema jurando lealtad a Putin, se está yendo.
La quinta columna liberal siempre ha sido antirrusa y eso se nota desde la guerra de Chechenia. Los discursos y declaraciones de la mayoría de los liberales que componen la oposición rusa están llenos de ataques hacia Rusia. Algunos de ellos incluso se exiliaron en Estados Unidos, Europa, Israel y Kiev. Muchos de ellos huyeron a Kiev porque lo consideraban uno de los grandes bastiones de la ideología antirrusa, contribuyendo con eso al florecimiento del nazismo ucraniano. Muchos de los liberales rusos de la quinta columna se han convertido en apologistas del nazismo con los años.
Hoy en día la quinta columna ha sido prohibida en Rusia y es perseguida sistemáticamente. De todas maneras, siguen sirviendo a Washington, la CIA, el Pentágono, la OTAN y Kiev debido a su odio hacia Rusia. Son enemigos abiertos de Rusia y en medio de la guerra todos sabemos que se debe hacer con los enemigos.
La sexta columna esta ahora entre el yunque y el martillo
La situación de la sexta columna es mucho más complicada y es precisamente esta la que se ha convertido en el principal problema que enfrentamos hoy, pues está formada por “liberales integrados al sistema” como lo son los oligarcas, los políticos, los burócratas y los personajes importantes de la cultura que son en el fondo liberales, aceptando que el futuro de la humanidad es el dinero, el imperialismo del dólar, las tasas de cambio, el cosmopolitismo, la ideología LGBT+, la transexualidad, la globalización, la digitalización, etc., aunque no oponiéndose directamente a Putin.
Sin embargo, la sexta columna ahora se encuentra en una situación difícil pues están entre el yunque y el martillo. Occidente ha impuesto toda clase de sanciones económicas en contra de la sexta columna, decomisando sus yates y casas, congelando sus cuentas bancarias y confiscando sus bienes inmuebles en Europa. El objetivo es que derroquen a Putin, pero hacer algo semejante sería un suicidio para ellos.
Por lo tanto, la sexta columna ahora esta confundida, ya que Occidente les exige que hagan algo imposible. Su única alternativa es huir de Rusia y luchar contra Putin desde el exterior (como lo hicieron Chubais y otras conocidas figuras de la oligarquía liberal rusa) o bien apoyar la operación militar especial. En este último caso Occidente los considerará traidores y los privará de todos los bienes que tienen en el extranjero. Esto último es importante porque la ideología liberal actual es profundamente rusofóbica y se ha fusionado con el nazismo. No se puede ser nazi y al mismo tiempo luchar contra el nazismo.
Es por eso que nuestra victoria no depende únicamente de las heroicas acciones de nuestro ejército, el éxito de nuestra planificación militar y estratégica, los suministros materiales de la operación, la gestión política y administrativa de los territorios liberados, etc. Depende antes que nada de Rusia cree su propia Idea. En definitiva, se trata de la lucha entre Rusia y el liberalismo.
Si los liberales dentro del sistema (la sexta columna) quieren seguir siendo parte del sistema, entonces tendrán que dejar de ser liberales. El liberalismo se ha fundido con el nazismo y Rusia está hoy desnazificando Ucrania, por lo que los liberales dentro del sistema tendrán que desnazificarse, es decir, desliberalizarse también.
La transición al patriotismo
Muchos de los antiguos liberales de la década de 1990 ya han tenido que eligir entre los valores tradicionales representados por Rusia y el nazi-liberalismo defendido por Occidente. Aquellos que eligieron a Rusia y la Tradición pueden seguir siendo parte del sistema, los que no deben ser destruidos. Toda persona puede equivocarse, perseguir sus propios objetivos tácticos, cometer errores y disculparse por los mismos. Los liberales que se han convertido en patriotas no serán perseguidos, pero deberán pasar por una especie de ritual en donde dejen claro que han dejado atrás su antigua ideología y ahora son patriotas.
Creo que sería un error convertir al patriotismo por la fuerza a los liberales que están dentro del sistema tal y como lo hicieron los españoles con los judíos. Se trata antes que nada de una cuestión ideológica y de consciencia, por lo que la violencia solo tendría un efecto adverso. Sin embargo, la élite de una sociedad debe estar formada por quienes representen los intereses y valores de nuestro país, especialmente ahora que nos encontramos en un momento tan delicado y libramos una guerra existencial contra un adversario tan fuerte y poderoso. Si la élite no comparte nuestros intereses y valores, entonces no puede gobernarnos.
Los pueblos que viven tanto en Rusia como en Ucrania esperan que Moscú hable sinceramente y haga un llamamiento que toque lo más profundo del ser. Ha llegado la hora de que esta operación militar adquiere un carácter sagrado. La guerra entre Rusia y la Anti-Rusia tiene un significado global, por lo que la existencia de redes enemigas dentro de Rusia es un gran problema. Por lo tanto, en caso de que la sexta columna elija a Rusia deberán dejar de ser “liberales dentro del sistema”, ya que esto sería tan paradójico como ser “nazis dentro del sistema”. El estado actual del mundo no lo permite.
Rusia debe convertirse en un faro de Luz
Como hemos dicho antes, nuestra victoria depende de que Rusia se convierta en un verdadero ejemplo para el mundo, por lo que el llamado a volvernos hacia una Idea completamente rusa no es un capricho. En su momento, hasta los comunistas soviéticos, en medio de una situación muy difícil y por boca de Stalin, apelaron al pueblo ruso, a la Iglesia Ortodoxa, a la Tradición y a nuestra heroica historia. Nada impide que hagamos eso ahora. Solo los liberales dentro del sistema, que no se han dado cuenta de la gravedad de la situación, rechazan esa opción.
Ha llegado la hora de que tanto el soldado ruso como el ciudadano que está en la retaguardia, el hijo y la madre, el sacerdote y el poeta decidan cual será el destino de la humanidad. Rusia se ha enfrascado en un combate mortal contra la Anti-Rusia y debe convertirse en una civilización de la Luz. Debemos defender nuestros intereses y valores. Y por fin brillará, en todo su esplendor y silencio, una Luz rusa que iluminará al mundo.