El Logos de América del Norte: un llamado a la juventud estadounidense

La entrada en inglés de Wikipedia de Alexander Dugin dice que es un “analista político y geo-estratega ruso conocido por sus ideas fascistas”. Dugin es llamado de muchas formas, a veces lo denominan como “el filósofo más peligroso del mundo”, “el cerebro de Putin” o una especie de Rasputín moderno cuyo libro Los fundamentos de la geopolítica, publicado en 1997, es considerado como la piedra angular de la geopolítica euroasiática, hasta el punto de que se ha convertido en una lectura obligatoria para los oficiales del ejército ruso. Sin embargo, el epíteto de fascista no cuadra en ningún lugar. De hecho, el libro de Dugin La cuarta teoría política, publicado en el 2009, dice que es necesario superar las tres ideologías políticas de la Modernidad: el comunismo, el fascismo y el liberalismo. Dugin considera que su filosofía es antifascista, antirracista y profundamente antiliberal.
Esta disonancia entre las obras de Dugin y Wikipedia sin duda demuestran la falsedad de esta última (además de que refuerza las quejas que ha hecho el mismo fundador de Wikipedia de que ese sitio web ha perdido toda neutralidad, por lo que nosotros en Countere preferimos usar la Everipedia basada en cadenas de bloques). Dugin defiende la multipolaridad tanto en un sentido geopolítico como metafísico: no solo existe la “verdad” occidental, sino también la verdad rusa, la verdad africana, etc. Pero eso no significa que la verdad no exista. La física nos enseña que la velocidad de un tren en Japón es diferente si dependiendo de si medimos su recorrido desde la Tierra o desde Marte. Es posible hacer mediciones correctas en ambos planetas: la verdad absoluta depende del marco de referencia.
Aunque todo esto suena muy razonable – y sin duda tanto la derecha como la izquierda estadounidense pueden estás de acuerdo con esos argumentos – resulta que las teorías de Dugin se vuelven muy problemáticas cuando las ponemos en práctica. Son, por así decirlo, la justificación metafísica de la intervención rusa en Siria: Dugin dice esta intervención deja claro que Estados Unidos no es el “jefe del mundo”.
Podemos decir que Dugin ha creado un marco filosófico que justifica el antiamericanismo en todo el mundo. Él hace un llamado a que todas las sociedades rechacen el individualismo occidental, redescubran sus particularidades étnicas y confíen en las verdades que tienen sus civilizaciones. La izquierda y la derecha estadounidenses tampoco aceptan que Dugin considere que el “progreso” – entendido ya sea como promoción de la democracia o los derechos LGBTQ – es una forma de racismo dirigido en contra de sociedades que rechazan tales ideas, especialmente porque el progreso niega la naturaleza cíclica de la vida y las civilizaciones, lo que es una terrible falta de respeto a los ancestros de una sociedad.
Todo esto da miedo. Existe un muy genial documental de Dugin llamado The Wolf in the Moonlight (El lobo a la luz de la luna), el cual es una entrevista muy larga a este filósofo que sucede en medio de las estepas barridas por el viento o en las ceremonias conmemorativas de su tierra natal. El resto del trabajo periodístico occidental no es otra cosa que reacciones histéricas y condenas que buscan imponer nuestro paradigma político, mientras que todo el constantemente se cuestionan las relaciones de Dugin con Putin (vale la pena decir que Dugin insiste en que nunca ha sido asesor de Putin, pero éste último ha seguido al pie de la letra, durante las últimas dos décadas, las ideas de Dugin). La entrevista de Dugin con la BBC acabó en una discusión vacía donde los entrevistadores sostienen que los medios de comunicación occidentales, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, tratan de decir la verdad (y si ustedes creen eso, entonces están en el sitio web equivocado).
Countere Magazine decidió adoptar un enfoque muy diferente y por eso queremos hablar directamente con este hombre para que sean nuestros lectores quienes juzguen su filosofía. Le hemos preguntado a Dugin cuál es su visión del futuro, si cree que Occidente está condenado a la decadencia y también sobre el volumen número 24 de su magnum opus. También envió un mensaje para los jóvenes de Estados Unidos. Espero que lo disfruten.
Esta entrevista ha sido editada con el fin de que sea más clara.
Zachary Emmanuel

Zachary Emmanuel: ¿Cree que en un mundo multipolar existe espacio para una civilización liberal e individualista como la occidental? ¿O cree que el liberalismo está destinado a ser parte del basurero de la historia, como aconteció con el fascismo y el comunismo?
Alexander Dugin: Antes que nada, pienso que el mundo multipolar debe ser considerado como algo realista. No es un concepto utópico. No se trata de un sueño rosa donde la gente vive pacífica y amistosamente sin conocer los conflictos o las disputas. La multipolaridad significa antes que nada que las decisiones globales ya no serán tomadas solamente por Occidente sino por múltiples polos.
La multipolaridad tendrá sin duda muchas contradicciones, conflictos y oposiciones, pero estas serán de una naturaleza diferente a la que ha impuesto la hegemonía occidental que hoy es representada por el liberalismo de izquierda, el cual considera que sus principios son universales. La unipolaridad cada vez está más ligada al liberalismo de izquierda hasta el punto de que todo el que desafía las ideas de los LGBT, BLM, el “progreso”, la “tecnología” y el “desarrollo científico” es considerado un nazi, un comunista, etc.
El orden hegemónico global y unipolar debe ser reemplazado por un mundo multipolar realista con diferentes clases de ideologías y valores. China seguirá los valores de los chinos, África seguirá los valores de los africanos, el mundo musulmán los valores de los musulmanes, los Europa los valores de los europeos. Si te vuelves ruso, y en ese caso serás bienvenido, podemos decir que compartiremos una misma tradición, una sociedad conservadora, una monarquía y un sistema autoritario tanto para lo bueno como para lo malo. Pero respondiendo a tu pregunta, puedo decir que la civilización norteamericana o europea puede seguir siendo una democracia liberal capitalista: esa decisión deben tomarla ustedes siguiendo sus propios valores.
No existe una verdad universal dentro del mundo multipolar. Tal cosa no existe. Las civilizaciones pueden proponer algún principio como universal, pero estos principios no pueden imponerse. Nadie puede convertirse en el juez universal de todos los demás. Ese es el sentido profundo de la multipolaridad. No se trata de un ideal, sino de un imperativo necesario en estos tiempos en que vivimos.
ZI: Al parecer tanto los estadounidenses como los rusos creemos que los valores de nuestra sociedad son los mejores, pero el tratar de imponerlos o convertirlos en algo universal va en contra de la naturaleza.
AD: Sí. No obstante, es algo comprensible. Cuando uno cree y enaltece sinceramente los valores de su sociedad, no puede aceptar que ellos sean relativos. Es algo normal; tal vez sea muy ingenuo, pero es normal. Lo único que podemos hacer es darnos cuenta de que existen sociedades con otra clase de valores. Podemos seguir considerando nuestros valores como los mejores, pero es necesario aceptar que el Otro piensa de una forma muy distinta. Eso es la multipolaridad.
Podemos seguir considerando nuestra verdad como absoluta. Pero no debemos negarle la capacidad al Otro de tener su verdad absoluta. La verdad del Otro no es mejor o peor que la nuestra. Cuando los liberales, o al menos los verdaderos liberales, son capaces de aceptar que el Otro tiene su propia verdad, entonces creo que es posible entablar un dialogo: hablar con ellos, intercambiar ideas, etc… Sin embargo, cuando ellos te exigen que debes ser un liberal, o de lo contrario serás considerado un nazi, o un comunista, o un putinista, o terrorista musulmán, por lo que debes ser destruido y aniquilado en nombre de la libertad, pienso que estamos lidiando con algo muy diferente.
El problema con la unipolaridad estadounidense y occidental es que son incapaces de aceptar que el Otro tiene derecho a ser “un Otro”. El Occidente de Biden y el Partido Demócrata quiere imponer las ideas de apenas la mitad de la población estadounidense como un patrón universal. Eso es una deformación total de las ideas liberales, por lo que debemos hablar de un nuevo tipo de totalitarismo.
Desde un punto de vista teológico, uno puede pensar que los valores estadounidenses son los mejores, pero creer que se deben imponer como absolutos a todo el mundo es jugar el papel de Dios. Fácilmente podemos preguntarnos la relación que tiene Dios con la Cuarta Teoría Política y la multipolaridad.
Es algo muy importante, pues la relación que cada pueblo tiene con los Dioses no depende de un único Dios, sino de la cultura o la sociedad. No porque Dios sea diferente en sí, sino porque la cultura o la sociedad son muy diferentes.
Esto lo podemos aplicar a los rusos, ya que consideramos que nuestra civilización cristiana ortodoxa – con su iglesia, religión, sociedad, historia, tradición – es universal. Estamos convencidos de que tenemos la razón, de que poseemos la verdad absoluta, pero admitimos que existen otras culturas que siguen su propio camino hacia la verdad. Y no buscamos imponer nuestra verdad absoluta sobre otros. No es ni una forma de relativismo o universalismo sino una forma de equilibrio.
Solo podemos insistir en que todos tienen derecho a ser diferentes.
El Otro ha seguido un camino muy distinto al nuestro. Es posible que la meta o el objetivo coincidan, aunque quizás eso tampoco suceda. Sin embargo, mientras no alcancemos ese objetivo resulta imposible decir si existe un solo Dios o no, o si ese Dios es el nuestro o no. Podemos afirmar estas ideas desde el principio, pero debemos demostrarlas. Y eso no lo conseguimos simplemente convenciendo a los demás: antes que nada, es necesario realizar esa fe dentro de nosotros mismos. Por lo que es necesario convertirnos en santos, ser verdaderos cristianos y no simples principiantes.
Solo cuando hayamos alcanzado esta meta, y únicamente contemplando las cosas desde allí, podremos hacer un juicio sobre el Otro. Es mejor juzgarnos a nosotros mismos y no al Otro, porque cuanto más nos acercamos a Dios sentimos menos deseo de juzgar al Otro. Mientras más cerca de Dios estamos, nos hacemos menos agresivos y poseemos una menor voluntad de poder. Es necesario tener esto en cuenta, pues únicamente si cumplimos los principios de nuestra religión entonces seremos capaces de llegar a una conclusión universal. Solo así podemos juzgar las cosas y no a partir de nuestras ideas modernas.
Por el contrario, no podemos decir que el liberalismo defiende a su Dios. Ellos defienden el relativismo puro, que no es otra cosa que una actitud nihilista. Una sociedad puede ser nihilista, pero esto es algo que deben decidir ustedes. Cada uno decide si desea seguir el camino que lo conduzca ante Dios o ante el diablo. Nuestra única exigencia es que todos tienen derecho a ser diferentes.
Los estadounidenses pueden considerar que su sociedad es perfecta y eso lo puede decir su presidente. No obstante, pienso que la mitad de los Estados Unidos rechaza el liberalismo actual porque considera que es antiliberal: quiere imponer a los Otros sus propios puntos de vista. El liberalismo parte de la aceptación de las diferencias, pero el liberalismo de izquierdas de hoy no acepta que existan diferencias: quiere imponernos sus ideas. Quiere cambiar nuestro lenguaje y nosotros lo rechazamos. Se trata de una forma de totalitarismo muy peligroso y debemos luchar contra él.
ZI: Existen quienes dicen que el liberalismo estaba condenado desde el principio, mientras que otros temen el efecto corrosivo que tiene la tecnología sobre la democracia. ¿Cuál piensa usted que fue el error más grave que cometió el liberalismo?
AD: He intentado rastrear las raíces históricas del liberalismo hasta llegar a sus orígenes y mientras más investigo me doy cuenta de que el liberalismo desde el principio – o incluso antes – partía de una concepción metafísica equivocada.
Por ejemplo, Duns Escoto (un fraile franciscano considerado como uno de los más importantes filósofos y teólogos de la Edad Media) afirmaba que la materia era lo más universal. Además, el individuo era el pináculo y el punto espiritual más alto, siendo el principio del que parte todo lo demás. Esto es llamado en latín como la haecceitas. Dios creo individuos y no ideas o especies.
Es lo opuesto a las ideas de Tomás de Aquino, Platón y Aristóteles. Platón y Aristóteles partían de que la espiritualidad estaba en el género de las especies, es decir, lo más general o la idea universal. La materia únicamente separa las cosas y es la influencia que tiene sobre las ideas lo que hace que nazca la individualidad. El individuo es el nivel más bajo de todos.
Descendemos hacia el individuo, pero no ascendemos a partir de él. Por esa razón rechazo el liberalismo desde una perspectiva metafísica.
Por lo tanto, podemos decir que se ha producido una especie de invención metafísica que – antes del liberalismo y el capitalismo – había destruido la cosmología, la ontología y la antropología clásicas. El liberalismo tiene su origen en este individualismo: todo es materia y lo que está por encima de la materia no es otra cosa que el individuo, lo individual, y no la humanidad
Así que el liberalismo postmoderno no es sino la culminación de este proceso. Esa es la razón por la cual rechazo el liberalismo, pero si ustedes piensan lo contrario, entonces no insistiré en mis argumentos. Al menos así es como pienso la historia del liberalismo y la comparo con la tradición ortodoxa cristiana, la filosofía rusa, el socialismo ruso, y veo por qué razones lo hemos rechazado siempre. Rechazamos esas ideas en el pasado [en la Edad Media con la Iglesia], en la época soviética y continuamos rechazando a Joe Biden, Kamala Harris, el globalismo, el Great Reset, el capitalismo y el liberalismo. Eso se debe a que nuestra ideología expresa una otredad irreductible.
Consideramos que la realidad intelectual, espiritual e interior es lo más importante. No la realidad externa. Descendemos hasta el individuo y no ascendemos a partir de él. Por esa razón rechazamos el liberalismo desde una perspectiva metafísica. Sin embargo, cuando estudiamos todas las diferentes etapas del liberalismo, podemos decir que el primer liberalismo es más normal que el actual o al menos más humano. El liberalismo actual es una deformación total del mismo: la disolución de todos los errores que existían dentro de la filosofía liberal.
ZI: ¿Piensa que la civilización occidental retornará a una forma anterior de liberalismo o, por el contrario, nos dirigimos ineludiblemente hacia la autodestrucción?
AD: Si analizamos el camino que ha seguido Occidente, en especial el mundo anglosajón, desde Duns Escoto y la orden franciscana hasta Joe Biden y su visión totalitaria y globalista de un liberalismo posthumano, creo que nos encontramos ante un panorama impactante. La verdad es que el desarrollo de su lógica interna fue muy coherente, por lo que podemos decir que fue un proceso que siguió un camino consecuente.
Quizás todo esto se debió a que la humanidad occidental hizo un pacto con el liberalismo, con el individualismo, y por esa razón podemos observar que su desarrolló histórico fue bastante lógico. Este camino siempre siguió una única dirección, aunque en algunas ocasiones se dudó de seguir ese destino. Trump es un ejemplo de cómo ha habido momentos de vacilación; el creciente rechazo de Europa frente a la presión de los Estados Unidos es otro ejemplo y lo mismo pasa con el populismo. Sin embargo, podemos decir que este proceso es comparable a cuando caemos por una cascada: una vez que caes por ella lo único que puedes hacer para frenar la caída es agarrarte de donde puedas mientras que el agua sigue precipitándose hace abajo donde vemos un pozo ardiente.
Pienso que el destino de Occidente era llegar hasta este punto. No obstante, creo en la libertad del hombre. Si el hombre dice “¡No!” al destino que ha elegido, entonces es posible cambiar las cosas. Si somos firmes y decimos: “¡No a Biden! ¡Largo de aquí! ¡Tampoco queremos a los liberales! ¡Fuera de nuestra sociedad! ¡Fuera BLM y todos sus intelectuales inorgánicos, ya que estamos orgullosos de ser estadounidenses y queremos ser una nación y un pueblo!”, entonces es posible cambiar el destino. Claro, tenemos que darnos cuenta de que es una decisión muy importante: esto va más a allá de elegir un gobernante con tal de decidir si habrá o no aborto. Es algo mucho más complicado, pues lo que tenemos que hacer es invertir la lógica del tiempo.
Todo ello es posible, aunque no es que sea algo fácil: todo esto es extremadamente complicado. Y lo peor es que tenemos a la muerte a la vuelta de la esquina: la muerte será el destino de Occidente una vez que se imponga el posthumanismo. Una vez que el ser humano desaparezca todo estará perdido. Por eso creo firmemente en que la sociedad estadounidense tiene el derecho de decir “No” a todo esto.
ZI: Para que eso ocurra será necesario que los estadounidenses redescubramos nuestra propia etnia y el origen de nuestro pueblo, porque a estas alturas somos incapaces de saber si debemos estar orgullosos de nuestro país o de nuestros vecinos.
AD: Pienso que Estados Unidos no puede ser considerado un etnos. Tampoco es un pueblo y menos una nación. Estados Unidos fue creado desde el comienzo como una sociedad civil que estaba basada en el individualismo. Todas sus instituciones fueron construidas alrededor del individualismo, tanto la Constitución como la Revolución Americana parten de ese principio; en ese sentido, creo que es erróneo considerar que la historia de los Estados Unidos fue hecha por un etnos, un pueblo, una religión o una nación como sucedía en Europa. Ustedes nacieron desde cero y fueron concebidos como una especie de sociedad civil futura creada artificialmente. Y esta idea excluía desde el comienzo cualquier tipo de identidad colectiva.
Sin embargo, los estadounidenses eran y siguen siendo humanos, así que era imposible para ustedes hacer realidad esa [visión posthumana] en su momento. De allí que conservaran lazos con lo Otro, pero lo que ustedes crearon fue un simulacro de comunidad y de identidad nacional. El individualismo sobre el cual fue fundado la sociedad estadounidense erosionó poco a poco los cimientos de este simulacro hasta llegar al punto en que se encuentran hoy. En el futuro será considerado un discurso de odio el defender una identidad colectiva estadounidense. De hecho, la corrección política ya hace tal cosa imposible.
Estados Unidos ha sido desde el principio una especie de post-pueblo, es decir, una sociedad civil post-étnica que solo existe a partir del cambiante consenso de sus individuos y ello hace inviable la posibilidad de que surja una etnia. No obstante, es buen punto de partida para destruir cualquier tipo de solidaridad.
La actual división que hoy afronta la sociedad norteamericana es resultado de todo esto. El individualismo divide, pero jamás une. Si se quiere crear una etnia o un pueblo se tiene que dar un giro de 180 grados en su historia.
Este giro a veces se produce en las guerras, los desastres y las revoluciones. La historia rusa está llena de esa clase de giros. Durante todas nuestras guerras, desastres y revoluciones siempre nos preguntamos “¿Quiénes somos? ¿Qué nos une? ¿Qué nos divide?”. Nuestra identidad ha sido creada por todos estos sucesos históricos.
En Estados Unidos no ha acontecido algo parecido. Lo más parecido a eso ha sido la Guerra Civil, pero incluso el [resultado de esa guerra] continua inconcluso hasta el día de hoy. La división que llevó a esa guerra sigue existiendo, empezando por el sistema bipartidista o las luchas entre blancos y negros, etc.
La situación de Estados Unidos es bastante crítica en estos momentos, pues no sabemos cómo recuperar la unidad del pueblo estadounidense. Todos los signos que ahora vemos parecen indicar que la sociedad estadounidense está cada vez más dividida, por lo que resulta imposible soñar con la creación de un pueblo, una nación o una etnia. Quizás esto sea lo mejor, ya que tal pregunta sería imposible si los estadounidenses dejan de ser humanos.
ZI: ¿Ha escuchado de Bronze Age Mindset escrito por Bronze Age Pervert (1)?
AD: He oído hablar de eso, pero no se mucho del tema.
ZI: Muy bien. En el documental El lobo a la luz de la luna usted habla de que está a punto de terminar su obra maestra. ¿De qué trata este magnum opus y por qué la considera su obra más importante?
AD: Es una obra que consta de 24 volúmenes, siendo algunos de ellos muy largos. Esta obra tiene más de 1000 páginas. Es mi obra más importante porque he reunido todas mis ideas en ella. Es el resumen de toda mi filosofía y la forma en que analizo las civilizaciones humanas.
A toda gran civilización le he dedicado un volumen exclusivo. Mi objetivo era demostrar que toda sociedad tiene su propia idea del tiempo, del espacio, de la naturaleza y del destino: la humanidad es una sumatoria de todos estos mundos. Así que podemos decir que no existe una única humanidad, un solo mundo, una sola historia o un destino único; existen muchas humanidades, muchos mundos, muchas historias y muchas culturas.
Es por esa razón que es imposible crear una jerarquía entre las civilizaciones: por ejemplo, no podemos afirmar que una “sociedad arcaica” evolucionará hasta convertirse en una “sociedad bárbara” y entonces esta “sociedad bárbara” se convertirá en una “civilización”. Estas ideas eran muy comunes en el siglo XIX y hoy siguen siendo defendidas por los autores universalistas y materialistas: ellos piensan que solo existe una única humanidad que atraviesa diferentes etapas hasta llegar a la misma meta.
Yo niego tal cosa y trato de demostrar en todos estos 24 volúmenes el carácter cíclico e independiente que siguen todas las civilizaciones. Existen muchas humanidades y cada humanidad atraviesa por un ciclo diferente, viviendo en condiciones diferentes y siguiendo una lógica interna diferente. Por ejemplo, he descubierto que los hindúes tienen una comprensión totalmente diferente del tiempo. Los chinos conciben la naturaleza, la cultura y la sociedad de un modo completamente distinto al nuestro. Por eso pienso que para llevar a cabo un diálogo entre todas las civilizaciones es necesario estudiar cada una de ellas de forma cuidadosa.
Debemos abandonar nuestra identidad a la hora de estudiar una civilización y despojarnos de nuestras ideas sobre el hombre, la mujer, la física, el cosmos, la religión, la sociedad y la familia, y también es necesario hacer a un lado nuestra concepción del mundo y nuestros prejuicios universalistas. Esto no solo se aplica a los estadounidenses, sino también a los rusos. Por ejemplo, estudiando a los pueblos africanos me di cuenta que ellos no tenían nada que ver con el mundo ruso, bizantino, euroasiático y monárquico. No obstante, el prerrequisito para comprenderlos era abandonar las opiniones y juicios que tenía sobre el continente africano. De lo contrario, hubiera sido imposible comprenderlos.
El método que he empleado en mis libros lo he denominado como “el estudio de los tres Logos”. Este método sigue más o menos la distinción nietzscheana de apolíneo y dionisiaco, pero he descubierto que ella tiene sus limitaciones. Fue por eso que introduje un tercer Logos al que denominé el Logos de Cibeles o de la “Gran Madre”. He sido capaz de identificar estos tres Logos en todas las civilizaciones, aunque es imposible afirmar con toda seguridad que “tal civilización es del Logos de Apolo, tal otra sigue el Logos de Dionisio y esta otra pertenece al Logos de Cibeles”. Lo más probable es que en una civilización prevalezca un Logos mientras que en su cultura prevalece otro.
Aplicando esta metodología a la civilización norteamericana llegue a conclusiones muy interesantes. Por ejemplo, me di cuenta que el pensamiento norteamericano es muy diferente al europeo, ya que ustedes tienen un paradigma muy particular: el pragmatismo. Y el pragmatismo es completamente opuesto al utilitarismo.
El pensamiento pragmático norteamericano parte del hecho de que existe una apertura total entre el sujeto y el objeto. Por lo tanto, se trata de un encuentro entre un sujeto completamente libre con un objeto completamente libre y en este marco no existen prescripciones normativas. Es bastante divertido. Me gusta mucho el pragmatismo y de hecho explica tanto lo mejor como lo peor de la civilización estadounidense.
La civilización [norteamericana] es totalmente diferente a la civilización latinoamericana o sudamericana. El explorar cada una de estas civilizaciones fue para mí una especie de viaje metafísico, una verdadera prueba en la medida en que atravesaba diferentes mundos. Esto es lo que me ha permitido crear un mapa para sustentar la multipolaridad.
Pero este proyecto no se reduce a los 24 volúmenes que he escrito: es antes que nada una invitación a profundizar en mi trabajo. Los rusos deben abordar esto desde Rusia, los euroasiáticos desde Eurasia, los africanos desde África: cada uno debe interpretar las cosas desde diferentes perspectivas. Este proyecto no es otra cosa que un intento de descifrar la multiplicidad y la dignidad de toda sociedad, ya sea pequeña o grande, “arcaica” o “desarrollada”.
Mi trabajo ha resonado en América Latina, allí han aceptado mi invitación y han empezado a enriquecer mis esbozos sobre el Logos latinoamericano. [Los académicos] de África, en países como el Chad, Benín y el Sáhara Occidental tomaron estas ideas sobre el Logos africano con tal de corregir y precisar mis ideas. La metodología que he creado está siendo estudiada en China, en Oceanía o el mundo islámico.
Las conferencias introductorias a estos 24 volúmenes han sido publicadas en varios idiomas. Por lo que supongo que aparecerá en algún momento la traducción al inglés y eso sería muy importante, no tanto por lo que ello implica para mi sino para el estudio de cada civilización y de todos los demás.
ZI: Lo último tiene que ver con mi última pregunta. ¿Qué mensaje quiere enviarle a los jóvenes de Estados Unidos?
AD: Primero quisiera citar estas palabras que usaba mucho Martin Heidegger al citar a Hölderlin: “Allí donde existe un gran riesgo, también es donde nace la verdadera salvación”. El peligro más extremo nos conduce a la verdadera salvación.
La juventud estadounidense es la que corre más peligros en estos momentos, ya que su país casi se encuentra al borde del abismo. En parte es culpa suya, por lo que no son únicamente víctimas, sino también responsables por lo que sucede. Por lo tanto, deben asumir esta situación y darse cuenta de que han estado caminando hacia su perdición. Quizás es por eso que serán los primeros en caer al abismo que hoy se está abriendo bajo sus pies. Pero el caer o no depende de ustedes.
Estamos enfrentando una situación muy grave, por lo que es inútil simplemente decir que todo se trata de una élite pervertida, del Pizzagate, los reptilianos o una conspiración. Nietzsche alguna vez escribió que “Dios ha muerto. Nosotros lo hemos matado. Ustedes y yo”. La civilización europea tiene que asumir la responsabilidad por este asesinato de Dios. Es su civilización y deben asumir lo que hicieron. Y nosotros asumiremos lo que hizo nuestra civilización.
Es desde este punto de vista que debemos partir y, por lo tanto, debemos hacernos responsables por el nihilismo que ha producido una cultura liberal e individualista radical. Aquí no estamos descargando la culpa sobre alguien sino repensando nuestro destino. Si su destino es ese, entonces es necesario ser conscientes de él. Ya casi estamos llegando a la meta.
Ahora bien, si no están de acuerdo en seguir este camino – si consideran que el Viejo Joe, los LGBT+, el globalismo y la tecnociencia les son ajenos –, entonces debemos enfrentar el martirio como lo hicieron los viejos cristianos. No se trata de una lucha fácil y tampoco se va resolver con simplemente arreglar “un poco” los problemas que tiene la sociedad. Antes que nada, debéis alzaros contra vosotros mismos.
Ustedes han llegado antes que nadie a la meta, por lo que entraron dentro de la oscuridad antes que todos nosotros. Así que debéis decir: “La noche está llegando a su fin y pronto veremos el sol”.
Pero eso depende de ustedes. La sociedad norteamericana tiene una gran responsabilidad que enfrentar, y esa responsabilidad es mucho mayor que la de otras sociedades. Por lo que podéis decirle al resto de la humanidad: ser o no ser.
Es difícil esperar algo de las generaciones más viejas. Han hecho todo lo que pudieron. Será la juventud norteamericana la que traiga este cambio y de un giro en la historia. Eso implica volver a las raíces, es decir, al Logos, a su Logos norteamericano. Es algo muy difícil y peligroso, pero ese es su destino. Es su deber redescubrir su Logos, reafirmarlo y cuidarlo.
Ese sería mi humilde llamado a la juventud norteamericana.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Notas del Traductor:
1. Bronze Age Pervert es el seudónimo de un autor de internet que auto-público el libro Bronze Age Mindset a través de Amazon Publishing en junio de 2018. Se trata de una “exhortación” de 77 capítulos escrita intencionalmente con una mala pobre que mezcla la filosofía nietzscheana con críticas a la sociedad moderna. Bronze Age Pervert declaró explícitamente que Bronze Age Mindset no es un manifiesto político y que fue escrito con “la intención de provocar risas”.