Guinea Ecuatorial y la hechicería

Al noroeste de Gabón se encuentra el pequeño Estado de Guinea Ecuatorial. En este territorio no existían las grandes entidades políticas antes de la llegada de los europeos y se encontraba habitado principalmente por tribus de pigmeos y bantúes: fang y los bubi, siendo estos últimos la población autóctona de la isla Fernando-Po. Los portugueses llegaron a la isla de Fernando-Po, que se encuentra frente a las costas de Guinea Ecuatorial, en 1472, desde entonces ese lugar se convirtió en la capital de toda la región. La isla estaba poblada por el pueblo bubi y fue constantemente disputada por los portugueses, los españoles y los ingleses, por lo que cambió de manos varias veces y pasó a ser parte de diferentes potencias coloniales. Además, los bubi buscaron independizarse de los europeos cada vez que podían, por lo que se produjeron muchas rebeliones que fueron reprimidas de forma brutal por los colonizadores. Finalmente, en el año de 1843 la isla de Fernando-Po y otros territorios costeros africanos frente a ella fueron ocupados por los españoles.
En 1926 estas posesiones españolas fueron unificadas bajo el nombre de la Guinea Española. El país obtuvo su independencia en 1968. El primer presidente de Guinea Ecuatorial fue Francisco Macías Nguema (1924-1979) que pertenecía a la tribu fang, la cual era la etnia mayoritaria que vivía en África continental.
Macías Nguema fue uno de los lideres africanos poscoloniales más extraños y grotescos de todos. Era hijo de un hechicero y la mayoría de la gente de Guinea Ecuatorial creía que tenía poderes sobrenaturales. Macías siempre fue leal al régimen colonial español, pero en vísperas de la Independencia del país empezó a promover una versión radical de nacionalismo que lo llevó a ganar las elecciones presidenciales. Después de convertirse en presidente, Macías Nguema impuso una dictadura y estableció un culto a su personalidad. Incluso el himno nacional fue modificado con tal decir “No existe otro Dios sino Macías Nguema”. Además, le ordenó a los sacerdotes que dijeran estas palabras cuando celebraran sus misas, pero como muchos de ellos se negaron, terminó por prohibir el cristianismo y también otras religiones. Macías Nguema rechazó toda forma de educación europea y eso se expresó en que prohibió el uso de la palabra “intelectual”. Cualquiera que llevará a cabo una actividad que fuera remotamente parecida a la actividad de un “intelectual” sufría la represión estatal, que casi siempre implicaba la muerte. Nguema concentró en sus manos todos los poderes públicos: presidencial, político y judicial. Después de dispararle al director del banco central de Guinea Ecuatorial, comenzó a guardar el tesoro estatal en su casa al enterrarlo junto a los matorrales de cañas que crecían en su patio. Parte de ese dinero se pudrió y lo que quedó fue quemado por él antes de intentar escapar del país.
En algún momento, Macías Ngema exigió que toda la población adulta de Guinea Ecuatorial estuviera afiliada al Partido Nacional Unido e incluso ejecutó a todos sus oponentes políticos sin presentar cargos oficiales. Un buen ejemplo de esto fue cuando en Nochebuena ordenó a sus oficiales militares, disfrazados de Papá Noel, que le dispararan a un grupo de 150 funcionarios corruptos en el estadio de la capital, Malabo (Santa Isabel), mientras sonaba la canción de Those Were the Days de Mary Hopkin. Todo esto indica que Macías Ngema tenía un peculiar sentido del humor que raya con el posmodernismo.
Es más, en algún momento ordenó que todo el que usara gafas fuera ejecutado.
También suspendió el pago de los sueldos públicos y, con tal de evitar que la gente migrara, ordenó que fueran destruidos todos los barcos y que se prohibiera la pesca. Incluso dinamitó la única carretera de Guinea Ecuatorial con tal de evitar que la gente se desplazara dentro del país.
Ngema no confiaba en nadie que estuviera fuera del pequeño círculo de personas que hacían parte de su clan. No obstante, ni ellos estaban a salvo de las purgas. En algún punto, mando ejecutar a diez de sus doce ministros y asumió las funciones de todos los que murieron.
Muchos dicen que las decisiones que tomó Macías Nguema solo pueden ser explicadas porque pertenecía al pueblo fang, ya que entre ellos está muy extendido el culto bwiti (1).
Sin embargo, ante semejantes horrores, y a pesar de los obstáculos, la mitad de la población huyó del país.
Finalmente, Macías Nguema fue derrocado y detenido por su sobrino, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, que es el actual presidente de Guinea Ecuatorial. Cuando fue capturado, Macías Nguema llevaba consigo varias maletas llenas de dinero que no había podido quemar; fue juzgado y ejecutado junto con sus colaboradores, ya que ellos le habían ayudado a llevar muchas de estas masacres.
Dejando de lado el horror que los liberales europeos modernos siente por Macías Nguema, podemos decir que existe una cierta lógica en todas sus acciones. Macías Nguema hacia parte de esos “reyes hechiceros” de los que habla la filosofía bantú de los Tempels y las ideas de Anta Diop. Una vez que estos últimos se deshicieron del domino español, que había intentado destruir la identidad de los pueblos africanos (los europeos no creían eso, pues pensaban que llevaban la verdad y la ilustración a los pueblos inferiores), este líder africano (brujo e hijo de un brujo) empezó a deshacerse de todo lo que consideraba parte de la herencia colonial, y eso incluía a los “intelectuales”, el dinero, la constitución escrita, la separación de poderes, los derechos humanos, la educación universal, las canciones en inglés, Papá Noel y, finalmente, las gafas. Es más, el hecho de haberse declarado a sí mismo un dios tiene sentido, pues los pueblos africanos consideraban que los gobernantes tenían un origen divino. El asesinato de los ciudadanos, y especialmente de la élite política, se debió a que él ya no los consideraba verdaderos africanos, sino híbridos que habían tomado partido por la maldita europeización. Además, los consideraba rivales.
El sucesor de Macías, su sobrino, denunció en un primer momento todas sus acciones como criminales, pero al cabo de un tiempo comenzó a seguir sus pasos. La radio estatal de Guinea Ecuatorial dijo públicamente en 2003 que Teodoro Obiang Nguema Mbasogo era “el dios del país” y tenía “un poder ilimitado sobre las personas y las cosas”. El mensaje radiofónico termina con las siguientes palabras: “es él quién decide los que serán asesinados sin tener que rendir cuentas a nadie y sin ser castigado en el infierno”. De hecho, podríamos decir que esas son las características inherentes a un Dios.
Recordemos que Anta Diop sostenía que la transmisión del linaje de los “reyes hechiceros” sólo podía darse entre miembros del mismo sexo. El padre de Teodoro Obiang Ngema Mbasogo era hermano de Macías Ngema y, por lo tanto, tenían el mismo abuelo brujo. Así que las acusaciones que hacen los enemigos políticos de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo de que este práctica el canibalismo y se come los cadáveres de sus adversarios, quizás no sean del todo exageradas.
Notas del Traductor:
1. El bwiti, bueti o bwete es un culto o movimiento religioso originado en Gabón cuyas prácticas se han difundido en Guinea Ecuatorial y Camerún. Este culto contemporáneo —basado en un culto de corte mistérico ancestral bajo el mismo nombre — es sincrético dado que incorpora elementos y simbolismos cristianos. Los practicantes de Bwiti utilizan la corteza de raíz psicodélica y disociativa de la planta psicotrópica iboga (Tabernanthe iboga), cultivada específicamente para el ritual. Este busca promover un crecimiento espiritual radical, estabilizar la estructura de la comunidad y la familia fortaleciendo los lazos, satisfacer los requisitos religiosos y resolver problemas de salud.​ La experiencia con la iboga produce visiones complejas y conocimientos que se prevé serán valiosos para el iniciado y la comunidad.
Un fragmento de Noomakhia. Los hombres del sol negro.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera