SOLO PODREMOS PROTEGER LA NATURALEZA REDEFINIENDO PRIMERO NUESTRA CULTURA

El 5 de junio se celebra el Día del Medio Ambiente, ya que la defensa del medio ambiente hace parte de la agenda política mundial. Tomemos como ejemplo a la inmadura Greta Thunberg que, junto con otros adolescentes, trata de evitar que los aviones despeguen porque cree que los seres humanos acosan a las nubes con ellos y toda clase de disparates más. Quienes defienden el medio ambiente hacen por lo general esa clase de reclamos. Por lo tanto, podemos decir que hoy Greta está celebrando el día de la Tierra (saltándose la escuela), mientras celebra con millonarios decrépitos en un yates los problemas que tiene el medio ambiente.
Mircea Eliade, quien era un gran estudioso de los mitos y las religiones, alguna vez dijo que la naturaleza está determinada por la cultura y por lo tanto ligada a ella: nature is culture bound. Esta es una afirmación mucho más profunda que cualquiera de las ideas ecologistas. O, diciéndolo de otro modo, no existe la naturaleza en sí misma. La naturaleza es en primer lugar determinada por la cultura y su realidad depende del sujeto, del espíritu y de la misma concepción que exista de ella dentro de la cultura. La naturaleza es igual a nuestro espíritu. Si nuestro espíritu es transparente y puro, entonces nuestra cultura será sublime y divina y el entorno que nos rodee será igual: las cosas permanecerán limpias y ordenadas.
Los filósofos y teólogos rusos hablaron de este aspecto sofiológico del mundo. El mundo está impregnado por los rayos de Sofía, es decir, de la sabiduría Divina. Pero esto no significa que el mundo sea inmanente, sino que la existencia humana se proyecta hacia horizontes muy superiores y distantes.
El hombre crea este mundo con la ayuda de Dios. Cuando prescinde de esta ayuda, simplemente estropea y distorsiona todo sin piedad. Acaba por contaminar el medio ambiente, porque su alma está sucia, algo que a menudo se olvida. Un individuo puramente materialista solamente puede vivir en un mundo materialista: el medio ambiente es solamente una realidad material. Pero tal idea es repugnante, pues solo se existe en un mundo denso donde se produce una descomposición continua que hunde todo en medio de una masa amorfa.
En el momento en que abandonamos el paraíso, comenzamos a convertir el mundo que nos rodeaba en un infierno, un simple mercado que privatizamos y explotamos. Fue así como comenzamos a pervertir la naturaleza porque la consideramos un enemigo a la que debemos arrebatar sus bienes.
Pero esa concepción de la naturaleza como una entidad sucia, aburrida, agresiva, poblada por toda clase de miasmas inmundos y corruptos es producto del espíritu humano: un espíritu caído, enfermo y pervertido. La naturaleza es un reflejo del espíritu.
El medio ambiente en que vivimos es producto del capitalismo. La materia hoy en día se convierte en simple propiedad privada o estatal vendida en el mercado. Mientras tanto, arrojamos a ella todos nuestros desechos sin consideración como si fuera un enorme vertedero. Tal acción demuestra que el espíritu del ser humano de hoy, dominado por el capitalismo, el materialismo y la Modernidad, se ha convertido en un basurero.
Pero apenas hemos comenzado a notarlo y creemos que el único problema es nuestro entorno. Muchos quizás creen sinceramente en que ello es así y por eso reciben donaciones de los poderes globalistas que intentan proteger el medio ambiente. No obstante, todo ello o es hipocresía o simple estupidez. ¿Acaso podemos preservar la naturaleza permitiendo que la sociedad siga siendo como es ahora? ¿Debemos permitir que el espíritu de la sociedad siga siendo inmundo, infestado de principios materialistas perversos?
Es común escuchar que vivimos en el capitaloceno, más o menos como antes existieron el Plioceno, el Pleistoceno o el Holoceno. Precisamente es el capitalismo, es decir, esta cosmovisión capitalista, egoísta y cruel, la que determina nuestra concepción de la naturaleza. Solo podremos proteger el medio ambiente cambiando primero la causa de todo ellos: el ser humano. Precisamente es este ser humano capitalista y globalista el que está destruyendo y degradando todo a su alrededor como la máxima expresión de los Nuevos Tiempos europeos. Y fue esta humanidad moderna la que decidió asesinar a Dios, preparando con ello su suicidio.
El medio ambiente es solamente un espejo donde contemplamos nuestra muerte.

Así que resulta del todo inútil “limpiar el espejo” sin haber primero ordenado la realidad que refleja todo lo anterior.
Si de verdad queremos salvar la naturaleza, necesitamos antes que nada salvar la cultura y la humanidad. Ese es el verdadero problema. La ecología es una simple ilusión que nos adormece y paraliza. En lugar de atacar a la Modernidad europea y sus ideologías materialistas que alcanzaron su cenit con el liberalismo y el globalismo, que son nuestros verdaderos enemigos, se nos dice que es necesario solamente salvar a las abejas. Las abejas sin duda son encantadoras, trabajadoras y sabias. Y de hecho se enfrentan a la extinción. Pero si los seremos humanos seguimos viviendo como lo hemos hecho hasta ahora, no seremos capaces de salvar a las abejas porque desaparecerán por completo debido a que los seres humanos no tienen una cultura que les ayude a preservarlas. Después de todo, la naturaleza misma hace parte de la cultura y una vez que esta última colapsa la primera también se desmorona.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera