Os agradezco de corazón a todos los que conmemoráis el trágico día 20 de agosto de 2022 en el que mi hija Daria fue brutalmente asesinada por una terrorista ucraniana. Doy las gracias a todos mis amigos y amigos de Daria por sus condolencias y compartir mi profundo dolor. También les agradezco la publicación de los diferentes libros escritos por Dasha o dedicados a su memoria.
Desde que nos hemos establecido como civilización soberana, tenemos que cambiar el discurso dominante. Lo que antes todos temían o se avergonzaban de decir (lo que pensará Occidente de nosotros, la comunidad mundial...), ahora debemos decirlo clara y abiertamente.
Los patriotas son el principal apoyo de Putin. No sólo electoral, sino histórico, social, ontológico. Los patriotas (de todo tipo) en Rusia son el 85%. Los liberales (conscientes o inconscientes) son sólo el 15%. En la élite el porcentaje es el contrario: 85% de liberales y 15% de patriotas. Así que en el pueblo, cuando dicen "todos", se refieren al 85% que hay (que son patriotas). Pero las élites, cuando dicen "todos", también se refieren al 85% (pero en este caso se refieren a los ladrones del tesoro y a los residentes en Rublevka). Y de nuevo, "que están por ahí".
Urgen cambios absolutamente necesarios en nuestra sociedad. Sólo ellos pueden conducirnos a la Victoria. Y sin Victoria no habrá Rusia. Todo el mundo lo entiende hoy. Para salvar al pueblo y al Estado, debemos cambiar. Y de forma radical y urgente.
El politólogo ruso Aleksandr Dugin ha comentado el "nuevo ataque contra el puente de Crimea". Insta a tomar nota de la "feroz obstinación del enemigo", que es "característica de la Malorossiya" (Malorossiya, "Pequeña Rusia", es el nombre dado a los territorios de la Ucrania moderna que le pertenecieron durante el Imperio ruso).
El reciente ataque contra el puente de Crimea es un sello distintivo de los pequeños rusos y la enorme rabia que cargan consigo. No obstante, no deja de ser bastante diciente.
La brecha entre la idea que nos hacemos nosotros los rusos sobre la guerra y lo que el Occidente colectivo cree que es resulta cada vez mayor. Los rusos nos rebelamos en contra de Occidente como un niño que hace una rabieta en contra de sus padres.
Observando el furibundo y violento comportamiento en las calles francesas uno no puede evitar pensar lo siguiente: “¡Ha llegado por fin la revolución, el régimen no resistirá! Francia esta acabada y el gobierno actual caerá pronto”.
Como nadie saca conclusiones serias de la Marcha por la Justicia, las nubes empiezan a espesarse de nuevo. Hasta ahora es difícil decir en qué clase de huracán se convertirán.
La consciencia de los rusos ha sido incapaz de asimilar los acontecimientos ocurridos el 24 de junio de este año y me he dado cuenta que muchos se dedican a decir estribillos como “que esto simplemente no pasó”, “nada de esto fue real” o “fue una farsa”.
Las autoridades rusas están ansiosas por demostrar el cumplimiento de ciertas normas en la guerra de Ucrania. Occidente ha creído desde el inicio del OMU, y de hecho desde 2014, con la anexión de Crimea, que Rusia había roto las reglas (beneficiosas para Occidente). E incluso si no lo hubiera hecho, no significaría nada. Por lo tanto, Occidente está jugando sin reglas contra Rusia.
Tracemos el destino del logos en la Postmodernidad. Es sumamente importante recordar siempre que el logos es una de las manifestaciones del mito heroico, es decir, el producto del régimen diurno (según la clasificación de J.Durand). Y no es la única, ni es absoluta.
La celebración era oportuna, ya que para este pensador ruso de 62 años, hábil para explotar la etiqueta de “el filósofo más peligroso del mundo”, como lo han caracterizado en los medios europeos, el legado peronista pudo haber sido, al menos hasta el inicio de la invasión rusa a Ucrania en Europa y el eclipse del peronismo como fuerza conductora en la Argentina, uno de los insospechados aliados estratégicos para la “causa rusa” que el propio Dugin ayudó a diseñar como asesor del presidente de la Duma Estatal de la Federación Rusa entre 1998 y 2003, y como jefe del Departamento de Sociología de las Relaciones Internacionales en la Universidad Estatal de Moscú entre 2009 y 2014.
El Posmoderno es el paradigma hacia el que se está produciendo actualmente la transición desde el paradigma anterior, el Moderno. La transición tiene lugar ante nuestros ojos, por lo que la sociedad actual (al menos la occidental, pero también la planetaria en la medida en que está influida por la occidental) es una sociedad en transición. No sólo la sociedad rusa es transitiva en sentido amplio, sino que esa matriz social que define la vida de la humanidad en tal o cual grado también está cambiando hoy su naturaleza cualitativa.
Me gustaría basarme en las palabras de Andrei Korobov-Latyntsev, que considera la movilización total como un concepto jüngeriano, y en el propio modelo jüngeriano, que es obvio y en cierto sentido no necesita más profundización. Ernst Jünger es un pensador extremadamente explícito; es muy aforístico.
"La geopolítica se construye en torno al eterno enfrentamiento entre potencias marítimas (talasocracias) y potencias terrestres (telurocracias)", afirma Aleksandr Dugin.
Muchos empiezan a darse cuenta de que lo que está ocurriendo no puede explicarse en modo alguno mediante el análisis de los intereses nacionales, las tendencias económicas o la política energética, las disputas territoriales o las tensiones étnicas. Casi todos los expertos que intentan describir lo que está ocurriendo con los términos y conceptos habituales de antes de la guerra parecen, como mínimo, poco convincentes y, a menudo, simplemente estúpidos.
El mundo ha cambiado de forma muy drástica tras el fracaso de Occidente en Ucrania (2023), precedido por la huida despavorida de los norteamericanos en Afganistán (2021), y su injerencia desastrosa en Siria. La maquinaria militar norteamericana, gigantesca y omnipresente en todos los mares, es un fiasco. Puede sembrar el caos y amedrentar a gobiernos. Puede condicionar políticas y alianzas y crear más y más sufrimiento. Pero sus fracasos estratégicos anuncian el fin de una era y el comienzo de otra.
La OTAN posee muchos ejércitos, no solamente las tropas regulares que portan y emplean armas. Existen, además, los ejércitos de la izquierda otanista (en España, el de Santiago Alba y toda su izquierda woke). Existe la OTAN civil, representada por doña Ursula y toda la burocracia de la Unión Europea.
Φέρνω το παρόν έργο στην προσοχή του κοινού όχι χωρίς κάποια ανησυχία. Οι ιδέες που εκφράζονται σε αυτό πήραν μορφή στο μυαλό μου πριν από δέκα και πλέον χρόνια. Από τότε τις έχω συζητήσει συχνά με διάφορους ανθρώπους, επιθυμώντας είτε να επαληθεύσω τις δικές μου απόψεις είτε να πείσω άλλους. Πολλές από αυτές τις συζητήσεις και αντιπαραθέσεις ήταν αρκετά χρήσιμες για μένα, διότι με ανάγκασαν να επανεξετάσω τις ιδέες και τα επιχειρήματά μου με μεγαλύτερη λεπτομέρεια και να τους δώσω πρόσθετο βάθος. Όμως οι βασικές μου θέσεις παρέμειναν αμετάβλητες.
La hegemonía es el capitalismo, la sociedad capitalista occidental moderna. Pero el capitalismo no se convierte inmediatamente en hegemonía. ¿Qué lo transforma en hegemonía? La propia lógica interna de la hegemonía.
Muchos empiezan a darse cuenta de que lo que está ocurriendo no puede explicarse en modo alguno mediante el análisis de los intereses nacionales, las tendencias económicas o la política energética, las disputas territoriales o las tensiones étnicas. Casi todos los expertos que intentan describir lo que está ocurriendo con los términos y conceptos habituales de antes de la guerra parecen, como mínimo, poco convincentes y, a menudo, simplemente estúpidos.
Este articulo es nuestro intento de analizar los principales actores que están en guerra en Ucrania. Con tal de hacerlo, recurriremos a la metáfora del “ajedrez geopolítico” utilizada por Zbigniew Brzezinski. Por supuesto, consideramos que tanto el territorio ucraniano, como la misma Rusia, son un espacio donde se está produciendo una confrontación geopolítica de carácter global. Kiev, como lo han comprendido muchos actores, no es un actor independiente, sino una herramienta en manos del globalismo usada en contra de Rusia. Entendemos muy bien que el uso de cualquier metáfora, como la del “ajedrez”, tiene sus limitaciones y simplificaciones, no obstante, nos puede ayudar a comprender lo que está sucediendo y en ese sentido resulta valiosa a la hora de hacer un análisis.