La importancia del Dasein para expurgar el continente europeo del atlantismo se basa en el hecho de que Europa es considerada, en la posmodernidad, “la periferia de Norteamérica (la capital mundial), como cabeza de puente del occidente norteamericano en el gran continente euroasiático. Europa es vista como parte del Norte rico, no en la toma de decisiones, sino como un socio menor, sin intereses propios y características específicas. Europa, en tal proyecto, es percibida como objeto y no como sujeto, como una entidad geopolítica privada de voluntad y de identidad autónoma, de soberanía real y reconocida “(Dugin, p. 243; [p.250, ed. esp.])
La inclusión del Dasein en la arquitectura geopolítica del Cuarto Nomos de la Tierra tiene como objetivo liberar a Europa de los influjos talasocráticos de la hegemonía estadounidense en virtud de la puesta en práctica de un programa pluriversalista que priorizará la multipolaridad, centro magnético y principal directriz epistemológica de la Cuarta Teoría Política. La creación de núcleos políticos autónomos en los que la soberanía de cada Estado-nación sea debidamente respetada desencadenará una disminución progresiva del hegemón imperialista, suscitando la extensión del horizonte cósmico de posibilidades de cada pueblo y permitiendo a las diferentes naciones del globo formar proyectos de vida que juzguen adecuados a sus prioridades. No debemos olvidar que, para Dugin, “la espacialidad es uno de los componentes existenciales más importantes del Dasein, por lo que la apelación al ‘Cuarto Nomos de la Tierra” puede ser vinculada a la hipótesis del tercer sujeto de la Cuarta Teoría Política”
Una sociedad concreta (fenomenal) siempre se compone de dos partes: la superficie y la subterránea. La parte superficial es lo que normalmente denominamos «sociedad», es decir, una esfera de actividad racional donde prevalece el logos (λόγος). Esto es el dominio de lo «diurno». La parte subterránea es la oscuridad, la isla submarina del inconsciente colectivo, la región de la noche social (lo «nocturno»), donde manda el mito (μύθος).
Durante algún tiempo, la ciencia progresista creyó que estas dos partes estaban situadas en orden diacrónico. En los tiempos antiguos (y entre los pueblos «primitivos», el desafortunado «residuo» de la antigüedad), el mito era predominante. Pero el progreso de la civilización suplantó gradualmente el orden mitológico y lo reemplazó con un orden basado en el logos. La comunidad, o Gemeinschaft, es reemplazada por la sociedad, o Gesellschaft (F. Tönnies). Pero esta exaltación optimista no duró mucho tiempo. Mientras que la fe ciega en el supuesto progreso reinaba casi incuestionablemente en la Europa Occidental de los siglos XVIII-XIX, el subconsciente, donde predominan las leyes eternas e inmutables del mito, fue descubierto a principios del siglo XX.
La última metamorfosis de Occidente durante su transformación hacia la posmodernidad, que hemos descrito anteriormente, es una construcción puramente teórica. Tal imagen fue elaborada al inicio de la década de 1990, por lo que la lógica de la historia del mundo fue conceptualizada por tanto por aquellos pensadores que aún se conservan en Occidente, antes de que se ceda finalmente el camino a la poshumanidad (posiblemente a autómatas pensantes). Pero entre esta concepción teórica y su encarnación había una brecha decisiva. La reflexión sobre la naturaleza y la estructura de tal Occidente y de tal posmodernidad condujeron incluso a sus propios ardientes apologistas a un estado de horror y desesperación. Por ejemplo, en cierto momento Francis Fukuyama comenzó a regresar de esa imagen ideológica que él mismo dibujó al inicio de la década de 1990 y se ofreció a devolverla, manteniendo a Occidente en la condición en que se encontraba antes de que hubiera llegado a su estación final. Los críticos de Fukuyama, incluido Huntington, también exageraron la calidad y la cantidad de esas barreras a superar por Occidente con el fin de convertirse en verdaderamente global y ubicuo. Desde diferentes puntos de vista todo el mundo empezó a aferrarse a los restos de la modernidad, con sus gobiernos nacionales, la fe en el progreso, sus moralizaciones, tutelaje y fobias, a las que todos hace mucho tiempo se han acostumbrado. Entonces se decidió prolongar el movimiento al objetivo previsto, o al menos simular el balanceo de los vagones y el estruendo de las ruedas en las ensambladuras de los raíles.
Hoy, Occidente mora precisamente en esta brecha entre eso en lo que teóricamente debe convertirse en la época de la globalización, y por el hecho de haber superado todos los obstáculos y derrotado a todas las alternativas, y lo que de ninguna manera quiere reconocer como la nueva arquitectura global de la posmodernidad - con un agujero en vez de un centro. Sin embargo, en este vacío, infinitamente pequeño y en contracción constante, ocurren procesos muy importantes que constantemente cambian la imagen del mundo en general.
Dugin lanza su Cuarta Teoría Política como la superación de la modernidad y sus excrecencias, entre ellas, como decía arriba, las naciones. Pero también su teoría se presenta como una superación del h ombre moderno y de los sistemas que se fundan en ese hombre: la Primera Teoría Política o Liberalismo, la Segunda Teoría Política, el marxismo y la Tercera Teoría Política, el Fascismo. El fascismo es derrotado definitivamente en la Segunda Guerra Mundial, el Marxismo en 1991 con la caída de la Unión Soviética y solo queda vigente como único triunfador, el liberalismo. Robustecido y expandido a nivel mundial, está hoy en trance a su nueva etapa llamada neoliberalismo acorde a la nueva era post moderna.
Dugin cree que ninguna de estas Teorías Políticas puede superar la modernidad, pues son hijas de ella misma y poseen los mismos fundamentos: el hombre-sujeto de Descartes.
Lo que para el liberalismo es el individuo, para el marxismo es la clase social y para el neoliberalismo el “postindividuo”, es decir, el sujeto sobre el que pivota una teoría política, para la Cuarta Teoría Política (en adelante CTP) lo es el Dasein. El Dasein es, según Heidegger, el ser humano entendido como “ser-ahí”, como único ente capaz de “preguntar por el ser” y que es a la vez ser-en-el-mundo, ser-en-el-tiempo y ser-con-los otros. En este artículo nos concentraremos en el Dasein y en explicitar su dimensión colectiva y sus características existenciales que le diferencian del sujeto cartesiano, que es el correlato metafísico del individuo como sujeto del liberalismo, primera teoría política de la Modernidad.
Para intentar entender la idea de Dasein debemos hacer un recorrido por el pensamiento de Heidegger, desde el supuesto “olvido del ser”, que se produce en los albores de la filosofía griega, la “pregunta por el ser” y la analítica existencial del ser humano como preparación al estudio de la esencia del ser u ontología.
El posmodernismo se presenta de manera confusa, casi bifronte. Decir pos es filosóficamente un no decir, en cuanto la colocación temporal de una noción no establece el contenido explicativo ni, sobre todo, de verdad. Para considerar la transfiguración del todo profana del posmodernismo intentaremos valernos de la contribución de dos estudiosos contemporáneos de gran estatura y, para permanecer en el campo de las anomalías, de antitética procedencia cultural. Nos referimos a Mario Tronti, padre del operaismo [obrerismo] italiano y fino filósofo político, y de Alexandr Dugin, tradicionalista y eurasista ruso.
El eco evoliano de este título pretende, entre lo serio y lo gracioso, evocar un problema cultural – y por qué no, espiritual – de nuestra época. Al igual que en el siglo pasado un “idealista mágico” ha puesto de manifiesto la naturaleza ambivalente del espiritualismo, forma degenerada de la espiritualidad tradicional, es hoy oportuno denunciar la estructura ambigua y escurridiza del posmodernismo, hijo espurio de la modernidad. Filiación de signo negativo aquella detectada por Evola; partenogénesis de signo dudoso, digna de un debate, el del paradigma político, cultural y existencial del posmodernismo. Porque si bien todos los ismos merecen reservas – y Nietzsche ya lo ha dicho todo al respecto – el estatuto del posmodernismo es precursor de dinámicas perennemente inestables, resbaladizas, claroscuras. A ratos inefable, este Jano bifronte – sobre cuya propia existencia autónoma, desvinculada de la moderna, se complace el debate teórico – comporta infinitos problemas de definición. Se cierne como una quimera, el sueño monstruoso que todos soñamos en los momentos de lucidez y que la vigilia de la razón deja olvidado en nombre del sensus communis.
La batalla de las ideologías políticas en el Perú llego a su fin, y en pleno siglo XXI la victoria le corresponde al Liberalismo que, reinante, impuso su hegemonía frente a sus otros 2 contendientes –el Comunismo y el Fascismo– refrendando su capacidad para mostrarse como la única ideología que más supo alcanzar el modelo de modernidad. Sin embargo, las excesivas concesiones a inversionistas extranjeros –principalmente capitales norteamericanos, franceses e ingleses–, innecesarias entregas de territorio para solucionar problemas limítrofes, desmedidas privatizaciones en desmedro de la industria nacional y escandalosos casos de corrupción ligados a obras públicas, generaron y generan –respectivamente– una ola de críticas y rechazo al liberalismo que ha gobernado al país desde los albores de su fundación, ahora que transfigurado en posliberalismo, sustenta un Estado Tecnócrata liderado por el economista y banquero peruano (anteriormente peruano-norteamericano hasta el 2015, fecha en la que se produce su renuncia a la nacionalidad norteamericana) Pedro Pablo Kuczynski Godard. A ello se aúnan los pedidos ontológicos de identidad, arraigo y valores, que el liberalismo –en tanto teoría netamente economicista y despolitizante– no puede ofrecer, lo que se ha plasmado en el fracaso de la llamada Marca Perú[1] como política del Estado Posliberal Peruano de promover una identidad basada en el consumo. Todo lo anterior ha llevado a que el ciudadano peruano se sienta desarraigado, desidentificado y apolitizado, en tanto a la fecha no hay una opción política que no sea otra que la liberal, sumado al hecho que las teorías que surgieron como alternativas al liberalismo, fracasaron en su cometido de brindar aquella idea de modernidad y progreso socio-económico y cultural. Sin embargo, hay una retórica y una práctica latente en la sociedad peruana contemporánea que va más allá del liberalismo, el comunismo y el fascismo y que solo espera convertirse en teoría. En el presente ensayo se tratarán sobre las posibles bases que den pie a la construcción de esta tan necesaria Cuarta Teoría Política Peruana, como nuevo paradigma político peruano del Siglo XXI, acorde a los nuevos tiempos, y a las nuevas exigencias y demandas del pueblo peruano y al nuevo escenario de la posmodernidad, y que por sus bases se podría configurar también como un nuevo paradigma político latinoamericano.
Ediciones Fides ha publicado secunda edicion de obra "La Cuarta Teoría Política"
La Cuarta Teoría Política no es una invitación a un retorno a la sociedad tradicional, es decir, no es el conservadurismo en el sentido convencional. Hay muchas características de nuestro pasado cronológico que son agradables y muchas que no lo son. Del mismo modo, las formas tradicionales de sociedad también son distintas unas de las otras. Por último, en las diferentes sociedades contemporáneas, las matrices étnicas y sociológicas, así como los contextos, también son diferentes unos de los otros. Por lo tanto, la Cuarta Teoría Política no debería imponer nada a nadie. Los partidarios de la Cuarta Teoría Política deben actuar paso a paso: la primera y más importante etapa es sostener el Dasein como el sujeto de nuestra teoría y la reversibilidad del tiempo. De esta manera, nos liberaríamos para el desarrollo de los preconceptos. Nosotros podemos definir varios preconceptos con respecto a la reversibilidad del tiempo y del Dasein/Traiectum, por lo tanto podemos definir varios conceptos políticos del tiempo. Y cada uno de ellos puede situarse en un proyecto político actual, de acuerdo con los principios de la Cuarta Teoría Política.
Los interesados en el análisis geopolítico de habla hispana están de enhorabuena. Acaba de aparecer en español, gracias a la labor editoral de Ediciones Fides, la obra "Geopolítica del mundo multipolar", un exahustivo trabajo del conocido filósofo, analista y escritor Alexander Dugin, miembro del Centro de análisis internacional Katehon y reputado especialista en la materia.
El momento unipolar ha encontrado un factor muy importante a lo largo de todo el período comprendido desde 1991 a 2016: La civilización como una nueva entidad. Este factor, que supera en tamaño al Estado–nación, pero que es más local y regional que el mundo único globalista y el Gobierno mundial de los liberales, no va a desaparecer después del completo fallo de la estrategia globalista. Por esta razón es tan importante hoy en día prestar atención a la multipolaridad como una idea, como la estructura de un plan, como un proyecto, como una Teoría. […]
Uno tiene la impresión de que la hipnosis acerca de un mundo unipolar, de la globalización y del “fin de la historia” era tan fuerte, que incluso los que escribieron acerca de la multipolaridad no tenían demasiada fe en ella. Por eso, el libro que ofrecemos hoy, “Geopolítica del mundo multipolar”, no representa una entre muchas teorías, sino un trabajo único, sistemáticamente elaborado y reflexivo
Para escapar de este campo codificado del pensamiento codificado, necesitamos desconstruir toda la modernidad. Si trascendemos las fronteras de la modernidad, vemos una sociedad diferente, una noción diferente del hombre, una visión diferente del mundo, una noción diferente de la política y del Estado. En primer lugar, terminamos con el sujeto cartesiano y vemos otra cosa. Busquemos lo que hay en este otro mundo. En sociología, esto se llama la transición de la sociedad moderna a la sociedad tradicional. Las nociones de tradición, religión y pre-modernidad ya nos ofrecen un espectro indudablemente más amplio de alternativas. Si rechazamos las leyes de la modernidad tales como el progreso, el desarrollo, la igualdad, la justicia, la libertad, el nacionalismo y todo este legado de tres siglos de filosofía e historia política, entonces hay una elección. Y sin duda, al menos es muy amplia. Esto es lo que he estado diciendo. Esta es la sociedad tradicional.
Uno de los primeros movimientos más sencillos en la dirección de la Cuarta Teoría Política es la rehabilitación global de la Tradición, de lo sagrado, de lo religioso, lo relacionado con la casta, si se prefiere, de lo jerárquico y no de la igualdad, la justicia o la libertad. Todo lo que rechazamos junto con la modernidad y todo lo que reelaboramos completamente...
Although the concept of hegemony in Critical Theory is based on Antonio Gramsci’s theory, it is necessary to distinguish this concept’s position on Gramscianism and neo-Gramscianism from how it is understood in the realist and neo-realist schools of IR.
The classical realists use the term “hegemony” in a relative sense and understand it as the “actual and substantial superiority of the potential power of any state over the potential of another one, often neighboring countries.” Hegemony might be understood as a regional phenomenon, as the determination of whether one or another political entity is considered a “hegemon” depends on scale. Thucydides introduced the term itself when he spoke of Athens and Sparta as the hegemons of the Peloponnesian War, and classical realism employs this term in the same way to this day. Such an understanding of hegemony can be described as “strategic” or “relative.”
In neo-realism, “hegemony” is understood in a global (structural) context. The main difference from classical realism lies in that “hegemony” cannot be regarded as a regional phenomenon. It is always a global one. The neorealism of K. Waltz, for example, insists that the balance of two hegemons (in a bipolar world) is the optimal structure of power balance on a world scale[ii]. R. Gilpin believes that hegemony can be combined only with unipolarity, i.e., it is possible for only a single hegemon to exist, this function today being played by the USA.
In both cases, the realists comprehend hegemony as a means of potential correlation between the potentials of different state powers.
Gramsci's understanding of hegemony is completely different and finds itself in a completely opposite theoretical field. To avoid the misuse of this term in IR, and especially in the TMW, it is necessary to pay attention to Gramsci’s political theory, the context of which is regarded as a major priority in Critical Theory and TMW. Moreover, such an analysis will allows us to more clearly see the conceptual gap between Critical Theory and TMW.
Actualmente existe una situación en la que fenómenos mutuamente excluyentes, tales como la erosión de la condición del Estado a través de la reducción o la desaparición de la soberanía, y el intento de desarrollar nuevas normas para las relaciones internacionales, se imponen los unos sobre los otros.
La paradoja está en que el derecho internacional se basa en el concepto de soberanía, y si alguien trata de introducir nuevas definiciones o conceptos, ello simplemente significa que la soberanía de uno o algunos actores predomina sobre la de los demás. Por lo tanto, esto es lo que los Estados Unidos están haciendo al tratar de introducir la matriz del derecho anglosajón a nivel internacional. Sin embargo, todos los sistemas jurídicos del mundo, así como el “sentido de la justicia”, tienen sus raíces en las tradiciones nacionales y reaccionan de manera diferente ante la realidad existente. Si Colin Gray dijo que la estrategia militar depende de la cultura de la gente, en este caso, aunque no es tan obvio, la situación es la misma: la religión, la historia y la filosofía de la gente forman el ‘sentido de la justicia’ que influye en el comportamiento colectivo, incluido aquellos relativos a la interacción con otros pueblos.
Antes de desarrollar una Teoría de un mundo multipolar, es necesario revisar las principales teorías de las Relaciones Internacionales (RI). Sin ello, no seremos capaces de encontrar un lugar para esta teoría y de relacionarla dentro de un contexto científico existente. Como hemos dicho antes, no existe una Teoría completa del Mundo Multipolar en el ámbito de las RI. Por lo tanto, para su correcta institucionalización, tenemos que recopilar un vasto material relacionado con otras teorías que por ahora se han convertido en clásicas.
La Teoría del mundo multipolar implica que nos marcamos el objetivo, no sólo de estudiar el fenómeno de la multipolaridad o el proyecto de la multipolaridad dentro de una u otra existente teoría de las RI, sino que tenemos la intención de justificar la nueva teoría, emanada de condiciones radicalmente diferentes de aquellas sobre las que se basan las teorías generalmente aceptadas. Y para ello tenemos que hacer una breve revisión, deteniéndonos particularmente en aquellas entidades cuya inclusión en la Teoría del mundo multipolar es inaceptable, y en aquellas que por el contrario pueden ser adoptadas con algunas modificaciones.
El “orden mundial multipolar” es también repetidamente mencionado en los discursos y escritos de personalidades políticas y periodistas influyentes. Por ejemplo, la ex secretario de Estado Madeleine Albright, quien primero llamó a los Estados Unidos la “nación indispensable”, declaró el 2 de febrero de 2000 que los EEUU no quieren “establecer y hacer cumplir” un mundo unipolar, y que la integración económica ya había creado “un cierto mundo que incluso puede ser llamado multipolar”. El 26 de enero de 2007, en la columna editorial de The New York Times, se escribió abiertamente que el “surgimiento de un mundo multipolar”, junto con China, “ocupa ahora su lugar en la mesa en paralelo con otros centros de poder tales como Bruselas o Tokio”. El 20 de noviembre de 2008, en el informe “Global Trends 2025” del National Intelligence Council de los EEUU, se indicaba que la aparición de un “sistema multipolar global” debe esperarse en un plazo de dos décadas.
Según se ha adelantado, la visión política de Alexander Dugin ensambla los contenidos ideológicos dentro del campo de las relaciones internacionales, ampliando, más que refutando, los márgenes del enfoque realista (limitado en un principio a la defensa de los intereses de naturaleza securitaria), tal y como también ha acontecido en el debate académico. Sin embargo, aun asumiendo la relevancia de la interdependencia global, de los agentes no estatales, de la cooperación internacional y, en suma, de la agenda multipolar en el diseño de
la política exterior, el autor nos presenta una teoría, diríamos, contrainstitucional, no sujeta a normatividad internacional alguna. Por consiguiente, adscribe el propósito de implantar una gobernanza global a una estrategia de dominio estadounidense, basada en el fomento de valores que se hacen pasar por universales. Dugin no desconoce la existencia de estrategias alternativas que se disputan la prevalencia en el interior del Departamento de Estado norteamericano, y que oscilan entre el programa neoconservador y la apuesta,
más circunspecta, del multilateralismo; no obstante siguiere que todas pretenden expandir, de un modo más o menos directo, la formación de sistemas demo-liberales, tributarios del legado occidental pero que acaban desintegrando el tejido de las sociedades tradicionales (Steven R. Mann).
Toda la obra filosófica de Heidegger, y especialmente su libro El Ser y el Tiempo gira en torno a la “pregunta por el ser”. Para Heidegger el “ser” es el más universal de los conceptos, pero al mismo tiempo es el más oscuro. El “ser” no puede concebirse como “ente” o cosa, ni puede ser objeto de un determinado predicado. Por otro lado el “ser” es el más comprensible de los conceptos, pues en todo conocer, en todo predicar respecto a un ente, se hace uso del término “ser”, y es comprensible sin más.
La “pregunta por el ser” es una pregunta fundamental, o más exactamente, la pregunta fundamental. Esta pregunta ya la formularon los griegos, en el momento inicial de la filosofía: los presocráticos, y más concretamente, Heráclito y Parménides. Pero el devenir de la filosofía, ya desde Platón y Aristóteles, se alejó de la “pregunta por el ser” y se centró en los entes, o más concretamente, el “ser” de los entes. Este alejamiento del “ser” alcanza su punto culminante en la filosofía de Descartes, cuando el “ser” se identifica con el “pensar” (cogito, ergo sum). Con el racionalismo la filosofía occidental culmina su “olvido del ser” y se centra en “pensar” los entes, es decir, controlar los entes. La matematización de la física es una de las consecuencias de la filosofía de Descartes, la cual hace posible la técnica moderna, que es para Heidegger, “metafísica realizada”.
El presente estudio quiere ser un análisis ilustrativo acerca del papel político-filosófico desempeñado por la Cuarta Teoría Política de Alexander Dugin frente a los desafíos nubosos de la posmodernidad, que, por la razón misma de permanecer ocultos para la mayoría de los estudiosos y diletantes, merece una investigación más precisa. Para este objetivo se adoptarán, como marcos teóricos, las concepciones de la realidad de Alexander Dugin, José Ortega y Gasset, Julius Evola, Alain de Benoist, Zygmunt Bauman, entre otros.
Se hará, a modo de introducción, una breve retrospectiva histórica para que podemos consignar adecuadamente la transición de la modernidad líquida a la posmodernidad líquida (o sobremodernidad) bajo una perspectiva cronológica, lo que facilitará la sistematización y la comprensión del enfoque tomado. En seguida, se examinará la manera por la cual la ampliación del horizonte cósmico de posibilidades de naciones autónomamente constituidas y dueñas de sus propios intereses podrá hacer posible el establecimiento de una geopolítica multipolar con la consecuente desaparición de la sociedad abierta y de los desvaríos multitudinarios de aberraciones teratológicas, personificadas en nuestros tiempos por las figuras caricaturescas del neo-liberalismo, la socialdemocracia y otros tantos muñecos de ventrílocuo que retroalimentan las hegemonías oligárquicas en detrimento de la libre dela autodeterminación de los pueblos.
Esa es la razón por la que Rusia está siendo atacada – en Ucrania, en Moscú, en todas partes. El reciente asesinato del liberal Boris Nemstsov fue una provocación que sirve para demonizar a Rusia cada vez más a los ojos de Occidente. Los liberales, la oligarquía financiera mundial y atlantista (los Estados Unidos y la élite financiera), tratan de provocar hostilidad entre Rusia y Europa, así como tratan de salvar su tembloroso imperio promoviendo conflictos étnicos. La guerra en Ucrania es el primer paso en la serie de conflictos étnicos en suelo europeo. La élite liberal mundial planea la guerra étnica no sólo en Ucrania o Rusia, sino en Alemania, Francia, Europa del Este y en otros lugares. El Imperio liberal trata de salvar su hegemonía, que cae a pedazos, dividiéndonos.
Tenemos que resistir a fin de construir una Europa mejor, la Europa verdaderamente europea. Y en tal situación Rusia es el amigo y EEUU es el enemigo. Tenemos que trabajar en una alianza ruso-europea, no porque los europeos amen a Rusia o los rusos amen a los europeos. La razón es diferente: tenemos que estar juntos para salvar a cada uno de nosotros del peligro que nos amenaza a todos.
Te deseo todo lo mejor y me gustaría añadir que aprecio mucho el impacto de la revista Zuerst dirigida por el valiente Manuel Ochsenreiter, y su lucha por una Alemania mejor promoviendo la Europa verdadera.
El concepto geopolítico de Heartland fue introducido por Mackinder, y ligado a la existencia geográfica de cuencas endorreicas, es decir, grandes cuencas fluviales que desembocan en mares cerrados (Mar Caspio, Mar Negro). Heartland procede del inglés heart (corazón) y land (tierra), siendo quizás “tierra nuclear” o “región cardial” las traducciones castellanas más aproximadas. El Heartland es la suma de una serie de cuencas fluviales contiguas cuyas aguas van a dar a cuerpos acuáticos inaccesibles para la navegación oceánica. Se trata de las cuencas endorreicas de Eurasia Central más la parte de la cuenca del Océano Ártico congelada en la Ruta del Norte con una capa de hielo de entre 1,2 y 2 metros, y por tanto impracticable buena parte del año ―salvo para rompehielos de propulsión atómica (que sólo la Federación Rusa posee) y similares embarcaciones
La regla de oro de Mackinder podría traducirse como “Quien una a Europa con el corazón de la tierra, dominará el corazón de la tierra y por tanto la Tierra”. El Heartland carece de un centro neurálgico claro y puede definirse como un gigantesco y robusto cuerpo en busca de un cerebro. Dado que entre el Heartland y Europa no hay barreras geográficas naturales (cadenas montañosas, desiertos, mares, etc.), la cabeza más viable para el Heartland es claramente Europa, seguida a mucha distancia por China, Irán e India.
Dugin se refiere especialmente a dos grandes espacios que le son próximos: uno sería Eurasia, con su centro en Rusia. Otro seria la Unión Europea. El Dasein de Eurasa sería la civilización cristiano-ortodoxa. Con respecto a la Unión Europea hay que hacer unas matizaciones importantes. Para que esta fuera realmente un Gran Espacio de los imaginados por Dugin tendría que ser fiel a su Dasein, cosa que evidentemente no es así. Liberal desde sus orígenes y vanguardia del neoliberalismo en la actualidad, la Unión Europea es concebida únicamente como un espacio de librecambio comercial, donde se aplican las normas del neoliberalismo más ortodoxo, y como un espacio “político” para la plena realización del postindividuo.
Además la dependencia política y militar de la UE respecto a los Estados Unidos y al atlantismo le alejan de la soberanía imprescindible para poder hablar de un gran espacio en el sentido duginiano del término. El hecho de que la UE se plantee la integración de Turquía, país absolutamente ajeno al Dasein europeo, tanto por su cultura, su religión o su situación geográfica confirma lo que estamos diciendo. La penosa actuación de la UE en la crisis de Ucrania, mostrando su absoluto seguidismo de los intereses estadounidenses es otro argumento a nuestro favor. Los intereses geopolíticos de Europa aconsejan a esta una alianza con Eurasia, y por tanto la UE está actuando en contra de los intereses de Europa.
Es sintomático que la UE este liderada por Alemania, país absolutamente “nuevo”, destruido no solo física, sino espiritualmente después de la II Guerra Mundial y moldeado a imagen y semejanza de sus ocupantes ingleses y americanos, y a su vez liderado por una excomunista reconvertida al neoliberalismo más “ortodoxo”.
La filosofía europea moderna comenzó con el concepto de Logos y el orden lógico del ser. Durante dos mil y algunos cientos de años este concepto ha sido completamente agotado. Todo el potencial y los principios contenidos en esta forma de pensar logocéntrica ahora se han explorado a fondo, expuesto y abandonado.
El problema del Caos y la figura del Caos se descuidaron, dejadas a un lado desde el principio de la filosofía. La única filosofía que conocemos en la actualidad es la filosofía del Logos. Pero el Logos es algo opuesto al Caos, su alternativa absoluta.
Desde el siglo XIX, con los filósofos europeos más importantes y brillantes como Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, hasta los pos-modernistas contemporáneos el hombre europeo comenzó a sospechar que el Logos estaba llegando a su fin. Algunos de ellos osaron afirmar que de ahora en adelante estamos viviendo en el tiempo del fin de la filosofía logocéntrica, acercándose otra cosa.
La filosofía europea estaba basada en el principio logocéntrico que corresponde al principio de exclusión, el elemento diferenciador, la diairesis griega. Todo esto corresponde estrictamente a la actitud masculina, refleja el orden jerárquico, autoritario, vertical del ser y del conocimiento.
Hay cuatro tipos de hombres, según Martin Heidegger:
1) Las personas simples e ignorantes, que no pueden escoger nada. Cambian con el mundo y con la sociedad.
2) Los conservadores. Ellos tienen miedo de la noche de Dios, de la decadencia. Quieren conservar lo que existe contra el tiempo que todo lo devora.
3) Los progresistas. Ellos quieren ir en la dirección de la decadencia más y más rápido. Son los responsables de la situación actual. Los liberales, el gobierno mundial, en conjunto pueden ser llamados “El Anticristo Colectivo”.
4) Existe también un cuarto tipo: los nuevos filósofos. Ellos descienden al centro de la noche y no tienen miedo. Ahí donde el peligro es máximo. Heidegger dice de ellos: estos filósofos se enfrentan con el “conocimiento duro del nihilismo”, schwere Wissen des Nihilismus.
El Sujeto Radical va con el mundo sin ser de este mundo. Es en sí mismo la manifestación paradójica del fin. Yo llamo a esto el “zen eurasista”.
Nos encontramos ante un nuevo libro sobre la Cuarta Teoría Política en español, salido de la pluma del profesor Alsina, que se ha convertido en uno de los principales expertos españoles en este tema. No es de extrañar, pues para entender bien el libro de Dugin no basta con tener algunos conocimientos políticos sino que hay que tener un profundo conocimiento filosófico, principalmente de Heidegger y su Dasein (sujeto propuesto para la Cuarta Teoría Política, como el individuo lo es para el liberalismo, la clase social para el marxismo o el Estado para el fascismo italiano). El profesor Alsina, poseedor de una amplia cultura científica (es catedrático de Biología y Geología), filosófica (es doctor en Filosofía) e histórica (es máster en Historia de las Ciencias), tiene el bagaje intelectual necesario para afrontar la tarea de analizar esta teoría abierta y de contribuir a su construcción. Analiza las diferentes ideologías de la modernidad bajo el triple prisma científico-filosófico-histórico. Interesantísimo es el análisis que hace del liberalismo, primera teoría política de la modernidad y triunfadora tras derrotar bélicamente al fascismo y económicamente al comunismo.
Alexander Dugin es ya bien conocido en los círculos de “extrema Derecha” de todo el mundo — con esto nos referimos a nacionalistas, fascistas, tradicionalistas, conservadores culturales o nacionales, o nuevo-derechistas (también conocidos como identitarios). Debido a la traducción al inglés de su libro “La Cuarta Teoría Política” en el 2012, Dugin ha recibido una cantidad significativa de atención internacional de parte de los interesados en las teorías derechistas o conservadoras. Desde entonces, otros ensayos realizados por Dugin sobre temas como el euroasianismo y la teoría del mundo multipolar (los cuales están interconectados entre sí y con lo que él llama la cuarta teoría política) han sido traducidos al inglés, entre varios otros idiomas, lo que nos permite tener una mejor visualización de su pensamiento.
Desde hace años, en determinados círculos, ha sido impulsado el presupuesto de la necesaria superación de las categorías políticas pre-existentes en favor de una nueva definición. En cuanto necesidad histórica es fundamental comprender su naturaleza estructural, para tomar conciencia del nuevo contexto político en el que tendremos que posicionarnos, elegir el campo y determinar el alcance de la batalla.
Tal presupuesto identifica en la época de la política posmoderna, la actual fase posdemocrática, el agotamiento terminológico y narrativo de las categorías de posicionamiento tales como derecha e izquierda, y la oportunidad de formular un paradigma político actual, que sepa proponer una línea teórica además de trazar un recorrido estratégico por uno de los dos polos del nuevo antagonismo político.